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SECUELAS DE LA REUNIÓN DE ARGEL

Rabat inicia la batalla dialéctica contra Arafat

La Prensa marroquí ha rescatado de las hemerotecas una frase pronunciada el 3 de octubre de 1974 por el presidente de la Organización para la Liberación de Palestina (OLP), Yasir Arafat, en la que le ofrecía al rey Hassan II "la experiencia guerrillera" de los suyos para liberar el Sáhara occidental, todavía bajo control militar español. La frase es el comienzo de una batalla dialéctica de Rabat con los dirigentes palestinos actuales, cuyo origen está en el reciente abrazo de Argel entre el presidente de la República Arabe Saharaui Democrática (RASD), Mohamed Abdelaziz, y el líder Arafat.

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Sin embargo, este incidente, marcadamente regional, lleva a una lectura política más amplía, y la consecuencia inmediata en lo internacional es que el rey Hassan II se ha convertido en el segundo jefe de Estado árabe moderado, tras Hussein de Jordania, que se distancia de la actual dirección palestina. Desde Rabat se contempla que la clase política marroquí está decepcionada con los palestinos. Marruecos, uno de los países árabes más separados geográficamente del problema de Oriente Próximo, parece que no acaba de encajar la derrota diplomática que le ha supuesto la presencia en el Congreso Nacional Palestino del jefe del Frente Polisario -Abdelaziz de Marraquech, hijo de un suboficial de las FAR actualmente retirado, en palabras de Hassan- que en un saludo público a los asistentes comparó a Marruecos con Israel y al Sáhara con la tierra ocupada de Palestina.En Marruecos nadie duda que el abrazo Arafat-Abdelaziz ha sido una maniobra argelina, y desde el anonimato, pese a la indignación, muchos dicen chapeau. Pero el rey está irritado y su cólera llegó al pueblo la pasada semana en mensaje televisado a la nación. "Sí a la OLP, pero no a sus. dirigentes", escribía después su primo Moulay Ahmed Alaui, editorialista de palacio y ministro de Estado, justificando el castigo real de Rabat a la dirección palestina.

Hassan II ha hablado por televisión con carácter excepcional en tres ocasiones en los últimos meses: una, para justificar su encuentro con Simon Peres del pasado verano, otra para anunciar la posterior ruptura con Libia, y ahora para proclamar el castigo a la dirección de la OLP. Lo ha hecho siempre en un lenguaje directo, con seguridad, y ha obtenido de inmediato el apoyo y la solidaridad de toda la clase política y administrativa del país.

Un arreglo entre Rabat y la OLP, pese a que se necesitaría un tiempo, pasa por el perdón público y en territorio marroquí del líder Arafat- porque la irritación marroquí no está motivada esencialmente en el abrazo entre éste y Abdelaziz, sino en la forma como se llegó a él. Los marroquíes preguntaron antes de comenzar el Congreso Nacional Palestino si estaba prevista la sorpresa saharaui, a lo que se le respondió que no. En la sesión inaugural no pasó nada, pero el segundo día se encontraron con que entraba en la sala el Frente Polisario. Los palestinos habían dado su palabra de que no iba a ocurrir nada, y, en cambio, pasó todo lo contrario.

Sin embargo, todo el mundo reconoce que se trata de una maniobra argelina, bien proyectada hacia los países árabes, con vistas a una eventual propuesta, que se considera aún lejana, de solicitar la entrada de la RASD en la Liga de los Estados Árabes. Los marroquíes son conscientes de ello y desde algún periódico se preguntan por qué las imágenes del abrazo Arafat-Abdelaziz fueron retransmitidas por la televisión argelina a través del satélite Arabsat y no por el Eurosat.

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La sede de la OLP en Rabat se mantiene igual que el día anterior al abrazo de Argel, sin ni siquiera una vigilancia especial, aunque en Marruecos se comenta que es muy posible que se cierren sus puertas y se invite al embajador Abu Maruam, que aún no ha regresado de Argel a hacer las maletas. Queda, sin embargo, una incógnita por despejar en todo este incidente: si Marruecos va a mantener o no la dote mensual a la OLP. En Rabat se asegura que todo depende del rey, y, en suma, del tiempo que dure su cólera.

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