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Crítica:ÓPERA
Crítica
Género de opinión que describe, elogia o censura, en todo o en parte, una obra cultural o de entretenimiento. Siempre debe escribirla un experto en la materia

'Gernika', del mito al 'docudrama'

Difícil empeño el de encarar en arte un proyecto edificante. Si las buenas intenciones no bastan para hacer buena literatura, tampoco han de servir de suyo para garantizar una buena música. Queda el último recurso de olvidarse del pretexto, del texto incluso si fuera preciso. Por ceñirnos al terreno musical, la historia está plagada de óperas excelentes apoyadas en libretos deleznables o nacidas al servicio de circunstancias prescindibles.Gernika tropieza con un obstáculo considerable para acogerse al beneficio de tan consueta reducción fenomenológica, pues de entrada se debe a un argumento que quiere ser a la vez parábola y documento realista de gran efecto. ¿Cómo ignorar la palabra y la idea cuando los pentagramas están concebidos para vivificarlas íntimamente? ¿Y cómo reducir, mediante una versión de concierto, al estado de oratorio aquello que llama sin cesar al soporte indispensable de la imagen? El símil de una banda sonora sin película podría venir en nuestra ayuda para designar las condiciones del estreno al que acabamos de asistir.

Gernika (versión de concierto)

Autor: Francisco Escudero. Intérpretes: María Luisa Castellanos (soprano); Alfonso Echeverría, Peter Vassiliev Petrov y Fernando Cobo (bajos); Antonio Barasorda, Koldo Villar y Jesús Arranz (tenores), y Juan Galindo (barítono). Sociedad Coral de Bilbao. Orquesta Sinfónica de Bilbao. Director: Odón Alonso. Teatro Arriaga. Bilbao, 25 de abril.

Sentadas tales premisas justo es reconocer en Francisco Escudero, (Zarautz, 1913) a un músico grande que hace tiempo alcanzó la madurez. Un maestro que se ha distinguido desde antiguo en el empleo fulgurante de la orquesta y en la capacidad para crear líneas de canto de inequívoca intensidad operística.

Rozando la onomatopeya

Del simple recitado desnudo al lirismo de fluidez casi belcantista en las voces, del descriptivismo que roza la onomatopeya al fino hallazgo tímbrico en los efectos instrumentales, el abanico de procedimientos desplegados tes timonia una eficacia dramática incontestable. La eficacia -debe pugnar en Gernika. Sin embargo, contra ciertos componentes simbólicos convencionales, no sale siempre bien parada. En el acto tercero de la ópera, el entorno mítico se rompe para dar paso a la cruda descripción sonora del ataque aéreo sobre la villa foral, donde no faltan ni el rugir de los aviones, ni el estruendo de las bombas, ni el mugido del buey en homenaje a Picasso.El mito se transforma de súbito en docudrama, y pese a las señales que preparan el momento, la ruptura es demasiado grande para que la unidad dramática no se resienta. Frente al gran aparato teatral de las secuencias relativas al bombardeo, uno elegiría personalmente la sutil introducción orquestal que le precede o la Admirable resolución, en el acto segundo, de la escena del sueño premonitorio de la protagonista femenina.

El conjunto se sostiene sobre todo merced a los valores musicales de, su construcción, apoyada en un reducido núcleo de elementos temáticos fuertemente trabados a partir de muchas relaciones interválicas que proporcionan el esqueleo interno de la partitura. Esa cualidad, unida a su sencilla expresión, la convierte en muy asequible para el público, lo que pudo comprobarse en la calurosa acogida obtenida.

La interpretación del estreno fue de gran nivel. El reparto de solistas, encabezado por la soprano María Luisa Castellanos en el papel de Gernika, los bajos Alfonso Echeverría y Peter Vassiliev Petrov y el tenor Antonio Barasorda, se caracterizó por una línea general de, muy buen hacer, a la que se sumó la entrega por parte de los cantores de la Sociedad Coral, entidad destinataria del encargo.

Especial mérito revisten las espléndidas prestaciones de la Sinfónica de Bilbao, que hubo de reemplazar a la de Euskadi en último momento, con un número mínimo de ensayos. Sobre el director, Odón Alonso, recayó la ingrata tarea de Sísifo de verse forzado a recomenzar con la orquesta la preparación de la obra cuando la tenía prácticamente ultimada, y sobre él han de recaer, por consiguiente, los mayores reconocimientos.

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