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Tribuna:LA PRIVATIZACIÓN EN FRANCIA
Tribuna
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Las ventajas de la iniciativa privada

Tras las elecciones de 1986, Francia se ha lanzado a la realización de un amplio programa de economía liberal consistente en privatizar unas 60 empresas públicas. Para el autor, lo importante no es el número de empresas, sino la dimensión de estas entidades, pues casi todas figuran entre las mayores del país.

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Tres conceptos apoyan esta política económica, que pueden servir de plataforma para un intento de reflexión sobre las ventajas que conlleva el retorno a la iniciativa privada.- Los socialistas franceses pensaban que las empresas públicas eran los instrumentos idóneos para llevar a cabo una política centralista y planificadora. Los liberales opinan que de proseguir en esa línea, Francia se aislaría del mundo occidental, cuyo criterio básico es la economía de mercado.

- El abandonar la libre competencia supone exponerse a los riesgos de una regresión económica, con graves consecuencias sobre el nivel de vida y el poder adquisitivo de la nación.

- Si las empresas públicas deben practicar las reglas de la economía de mercado, no tiene justificación que la hacienda pública realice los esfuerzos necesarios ni se exponga a los riesgos de un accionista privado.

Por consiguiente, se pensó y se decidió que la desnacionalización era una de las, armas más adecuadas para hacer frente a los problemas y a los retos de la economía francesa.

Esta nueva política económica supondrá para las empresas un doble reto: libertad y recuperación de su dinámica.

Libertad para las empresas porque el Estado es un accionista singular, que traslada a sus zonas de influencia económica aquellos cambios que afectan a la vida política de la nación. Los cambios ministeriales o la pérdida de la mayoría tienen su reflejo en las empresas públicas cuyos consejos de administración y equipos de alta dirección se nutren con personal adicto al poder. Y todo ello sin menospreciar el hecho de que la empresa pública puede ser la tapadera de políticas sociales erróneas, pero necesarias para el Gobierno que debe asumir responsabilidades que no son las propias del empresario.

Iniciativa y dinamismo

La desnacionalización debe ser, pues, una excelente ocasión para recuperar iniciativa y dinamismo. Y lo es porque la empresa debe emprender una nueva política basada en objetivos estratégicos que determinen su rentabilidad a medio y largo plazo. La diferencia es evidente: cuando una empresa pública no paga dividendos a su accionista, el Estado, éste cambia los dirigentes de la empresa. Cuando una empresa privada no paga dividendos a sus accionistas, éstos cambian de empresa, lo que supone que la entidad pierde sus posibilidades de futuro por faltarle la confianza y los medios de sus accionistas.

Al hacer referencia a los accionistas, figura clave de la empresa privada, nos hemos acercado a los mercados financieros. Para el mercado de capitales de París, la privatización supondrá indiscutiblemente un cambio de dimensión y una posibilidad de modernización.

La dimensión de la Bolsa de París es relativamente modesta pues a finales de 1985 alcanzaba una capitalización de 600.000 millones de francos. Si la comparamos con otras bolsas, su debilidad es más aparente: cuatro veces más pequeña que Londres, 12 veces menos que Tokio y 24 veces menor que Nueva York. Gracias a la desnacionalización, su volumen crecerá como mínimo en un 50%, ofreciendo por consiguiente más atractivos y mayor fluidez. Si tenemos en cuenta que el Acta Única Europea prevé para 1992 una integración de los mercados financieros, es evidente el interés que supone para París este cambio de dimensión.

Pero no basta con ser grande; la pretensión de París es también de disponer de un mercado financiero ágil y moderno para evitar que los capitales se desvíen hacia otras plazas que ofrecen mejores y más variados servicios.

Por consiguiente, la desnacionalización debe ser un elemento positivo para las empresas inmersas en ella, para la plaza de París como centro financiero, y, lógicamente, para la economía francesa.

El éxito o el fracaso de esta política incidirá sobre la suerte del Gobierno de Chirac. ¡Que la suerte les acompañe!

José Antonio del Pino es director general del Crédit Commercial de France.

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