Lente de aumento
Ésta es otra carta que añadir a la hoguera, seguro que menos expresiva que muchas otras que se han batido ya en retirada por evitar el dinamitado de ese edificio cultural gigantesco y opulento que es nuestra herencia humanística. Al detenerse un momento sobre el ejercicio de improvisación coyuntural que representa la reforma de las enseñanzas medias, uno ya no vislumbra el nuevo tipo de hombre que apadrina ese turbio intento: este individuo será ininteligible sin constituirse en masa, una masa lóbrega y aborregada que se distribuirá densamente por los sitios y que reducirá todo su repertorio de emociones dictadas por el televisor a ratos pequeños y mezquinos. Estos nuevos individuos se expresarán en sus relaciones de trabajo con un número imprescindible de neologismos mal pronunciados y le bastarán unas pocas muletillas lingüísticas al uso para dar cuenta de sus urgencias animales.Cervantes, Quevedo, Garcilaso, por no hablar de Cicerón, Virgilio, César, Aristóteles o Tucídides, decorarán la placa indicativa de una calle o servirán para preguntas intrincadísimas en el concurso televisivo en boga. Evidentemente, la pretensión de leer a los últimos en su propia lengua será indicio inequívoco de demencia. Construir pensamientos sin el apoyo del conocimiento interno del lenguaje, sin las adquisiciones miméticas de la literatura, sin la libertad de espíritu y respuesta de la filosofía, sin tantos años de experiencia que regala la historia, será algo que merecerá la burla. Y entretanto, un vicepresidente, quizá ya también el catorceavo en curso, gastará la madrugada en abstrusas lecturas y se carteará en un pulcro latín... La hipérbole es una lente de aumento que distorsiona la realidad, sí, pero también sreduce a ella-
Pedrosa del Príncipe, Burgos.
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.