La pérdida de divisas y la inflación erosionan la estrategia económica de Alan García
ENVIADO ESPECIAL Una política económica basada en el crecimiento del consumo y en un control de precios hoy dulcificado, que ha arrojado durante 1986 resultados espectaculares (alza del producto interior bruto igual al 8,8%, reducción de la inflación de un 183% a un 69% anual), está mostrando signos de agotamiento en Perú. A principios de 1988 pueden estar exhaustas las reservas de divisas, y con ellas las posibilidades de importar.Por otra parte, la inflación se ha acelerado en el primer trimestre, y el reciente aumento de un 20% en el precio de algunos carburantes ha desencadenado actualmente un brutal aumento de los alimentos de primera necesidad.
En ese cuadro, la política del presidente Alan García de limitación del servicio de la deuda externa está pesando poco porque, aunque oficialmente es servicio no puede sobrepasar el 10% de los ingresos peruano por exportaciones, en la práctica ha alcanzado en 1986 desde, el 25% -estimación de la delegada del Banco Interamericano de Desarrollo (BID) en Perú Maritza Eizaguirre- hasta e 36,5% que aventura la revista, Sí sobre unas exportaciones de 2.470 millones de dólares.Un doble lenguaje -el de los políticos y el de los técnicos- impregna toda la nerviosa actitud de los círculos gubernamentales peruanos en torno a las perspectivas económicas que son objeto de una auténtica y constante oleada de relaciones públicas, con constantes comparecencias optimistas de ministros en todos los medios informativos. La deuda exterior, de 14.000 millones de dólares, es principal objeto de ese doble lenguaje.
El evitar que Perú siga siendo -como los demás países endeudados- un exportador neto de capitales porque hay que pagar más de lo que se recibe fue la causa principal de la moratoria parcial decretada por Alan García. Oficialmente esa sigue siendo la política gubernamental. El primer ministro y titular de Economía, Luis Alva Castro -cuya próxima marcha del Gobierno se da por segura-, declaraba la semana pasada: "En ningún caso estamos dispuestos a pagar más de lo que recibimos por nuevos créditos o desembolsos de los antiguos". Dos días más tarde, el consejero económico presidencial y eminencia gris de la política del Gabinete de García, Daniel Carbonetto, inantenía un discurso mucho más conciliador ante el comité editorial del suplemento Un Solo Mundo, que publican 15 periódicos de otros tantos países.
"Lo que se puede esperar de Perú a partir de ahora es una relación equilibrada entre lo que se paga y lo que se recibe", afirmó Carbonetto, "e incluso que paguemos algo más de lo que recibimos".
La necesidad de ir recobrando líneas de crédito, pese a la ruptura con el Fondo Monetario Internacional, se ha hecho acuciante porque el consumo y la recuperación de actividad industrial de 1986 se han construido con un aumento del 14% en las importaciones. La industria peruana es altamente dependiente de insumos externos para poder producir; por ello, desde marzo de 1986 han caído las reservas de divisas de 1.600 millones a menos de 800 millones de dólares.
Agotamiento de las reservas
Los responsables gubernamentales prefieren hablar de unas reservas brutas que se mantienen en cerca de 2.000 millones. De hecho, una parte de las brutas es utilizable debido a la moratoria parcial, pero, en cualquier caso, la tendencia actual lleva a un agotamiento de las reservas para el primer par de meses de 1988.
Así, un crecimiento todavía vigoroso este año (las previsiones están en tomo a un 6%) podría detenerse brutalmente. La explosión violenta de la sociedad que el Gobierno de García está intentando evitar desde 1985 estaría, entonces, mucho más cerca. Pese al empleo o subempleo del importante sector informal o sumergido, la situación de la población es más que precaria. Al llegar García al poder, los salarios reales equivalían a la tercera parte de los existentes en 1974, y no han recuperado sino una fracción de su poder adquisitivo. De hecho, la explosión demográfica amenaza con desestabilizar la sociedad aunque se cumplan las más optimistas previsiones: con un crecimiento sostenido del 5% anual del producto interior bruto en los próximos cinco años se crearía medio millón de puestos de trabajo..., pero aumentaría en 750.000 el número de parados en este país de 20 millones de habitantes.
El peso de las fuerzas armadas en el panorama económico es creciente, ya que el gasto militar, incrementado en el marco de la lucha contra los grupos armados, ocupa este año el 25,9% de los presupuestos, un 8% más que en 1986.
Otro factor negativo es la incapacidad de usar completamente ciertos créditos extranjeros, particularmente aquellos suscritos por bancos. Así, el Banco Industrial, entidad pública, está pagando intereses al BID por un crédito de 160 millones de dólares del que sólo ha logrado colocar 29 millones. Eizaguirre atribuye la dificultad de colocación de ciertos créditos a la competencia del mercado financiero paralelo de las divisas procedentes del tráfico de cocaína en la región de la ceja de la selva, por el que entran en Perú de 700 a 800 millones de dólares anuales netos.
Un éxito "infomal"
V. S. Un gran parque industrial -asfalto, agua, luz y servicios- es la última conquista de Villa El Salvador, el atípico pueblo joven, planificado y de notable éxito, del arrabal sur de Lima. El parque lleva desde principios de esta década totalmente desierto, a la espera de unas multinacionales que nunca llegaron, y es un testimonio de un proyecto de atracción de la inversión extranjera que fracasó. Ahora se va a convertir en el primer intento de organizar la actividad del sector informal, es decir, de la economía sumergida, que ocupa a un tercio de las personas activas en Perú.
La semana pasada se hacía efectiva la entrega del parque a la colindante Villa El Salvador, que en sus 16 años de vida ha llegado a los 300.000 habitantes (más que cualquier capital provincial del país, salvo Arequipa y Trujillo), construida sobre un desierto, pero planificada desde el principio por el Gobierno del general Velasco. Su alcalde, Michel Azcueta -un madrileño de origen vasco y nacionalizado peruano-, uno de los políticos más populares del país, ha convertido lo que podía haber sido una concentración más de chabolas para inmigrantes del interior de las que hoy rodean Lima, de condiciones infrahumanas, en una ciudad habitable, con una organización autogestionada eficaz, unos niveles sanitarios correctos y una escolarización (97% en la enseñanza primaria y 56% al final de la secundaria) muy superior a la media nacional. Es candidata al Premio Príncipe de Asturias a la Concordia 1987.
Las mil industrias artesanales informales de Villa El Salvador podrán instalarse en el parque industrial, liberando así los hogares de sus propietarios y agrupándose por afinidad para poder así compartir servicios técnicos comunes.
Considerado por muchos como la principal válvula de escape que impide el estallido social peruano, el sector sumergido ha sido objeto de estudios, como el reciente de Hernando de Soto, que lo identifican como una suerte de redes cubrimiento de la economía de mercado. La izquierda peruana ha reaccionado contra esos análisis, pero en la práctica sus dirigentes -Azcueta, entre otros- actúan para facilitar la creación informal de trabajo y de riqueza.
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