El Papa, en Chile
Ante la reciente visita del Papa a Chile se me ocurre hoy cuestionar en las páginas de su diario una reflexión que ya desde mi época de seminarista me he venido planteando.Hace 2.000 años hubo un señor que tomó el amor por bandera y salió a la calle a enseñárselo a todo el mundo: usureros, opresores, oprimidos, etcétera. Se enfrentó al poder, hasta el punto de dar su vida, para luchar contra la injusticia, para liberar al pueblo de la tiranía...
Este señor quiso que la semilla que él pregonaba a los cuatro vientos sin temor alguno se siguiera extendiendo a través de los tiempos, y para ello nos dejó, entre otras cosas, a sus discípulos. Para que continuaran su labor; para que, con su palabra y su ejemplo, dieran fe de él y de su doctrina...
En nuestra sociedad actual se repiten las características de aquellos tiempos: corrupción, tiranía, injusticia... Pero, ¿dónde están esos a los que Jesús encomendó de manera especial que continuaran su labor? ¿Acaso están convertidos en burócratas? ¿Acaso son políticos alejados de la realidad? ¿Acaso sólo son un estatus de los Estados capitalistas?...
Soy consciente de que hay discípulos que suponen honrosas excepciones; pero, desgraciadamente, son minoría. y tienen poco poder y poco apoyo. Están en la calle, están con el pobre, con el drogadicto, con el oprimido... Éstos sí han tornado la bandera de Jesús.
Pero Jesús nunca ostentó ni acumuló títulos y riquezas, nunca fue un burócrata de parroquia, nunca se alió con el poder para jugar a la política, nunca se asomó al balcón con el César...
De lo que sí estoy seguro es de que hoy cogería nuevamente el látigo para expulsar a muchos del templo.-
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