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El Papa contrapone en Argentina la solidaridad a la lucha en una concentración sindical

Juan Arias

Juan Pablo 11 defendió ayer en Buenos Aires "la solidaridad", en contraposición a las luchas sociales, ante una concentración de trabajadores organizada por el único y gran sindicato Confederación General del Trabajo (CGT), de orientación justicialista (peronista). El Papa, que pasó toda la jornada en Buenos Aires, se entrevistó por la mañana con fuerzas religiosas y con la comunidad ucraniana.

Toda la atención de ayer estuvo puesta en el acto multitudinario de la tarde, realizado en el Mercado Central de la capital, con los trabajadores. Al acto asistió el ministro de Trabajo, el peronista Carlos Alderete. Peronistas e Iglesia querían que el acto fuese una especie de desafío a todo lo que pueda tener sabor de izquierda laica entre los trabajadores de este país.La conferencia episcopal había entregado a la Prensa un informe según el cual, hasta 1945, un 98% de los dirigentes sindica les en este país eran "ateos" y sólo un 2% católicos, y ninguno era casado por la Iglesia. A partir de 1945, los "ateos" han bajado al 37% y los católicos aumentado al 60%, mientras ya un 76% de ellos es casado por la Iglesia.

Siendo el sindicato peronista la gran agrupación "no marxista" de América Latina, con óptimas relaciones con la Iglesia, se puso mucha atención para que no hubiese infiltraciones rojas en el acto. El secretario general de CGT, Saúl Ubaldini, pidió que los trabajadores llevasen ante el Papa sólo banderas vaticanas y argentinas. Nada de pancartas ni protestas. Más de 4.000 afiliados al sindicato se encargaron de mantener el orden de la concentración junto con 14.000 policías.

Ubaldini, a quien la jerarquía argentina equipara al polaco Lech Walesa, prefirió dirigirse al Papa, más que con un discurso, con un Padre Nuestro reivincativo en el que dijo: "Te pedimos que los salarlos se rijan por la dignidad del hombre y no por la ley del mercado. Te pedimos que venga a nosotros la justicia social y que sea ella el pan nuestro de cada día. Te pedimos reconciliación, justicia social y fuerza para sostener los derechos de los trabajadores".Y, tras encomendar a los trabajadores a San Cayetano, protector de los trabajadores argentinos, concluyó así su oración: "Bendice nuestras manos encallecidas, nuestras herramientas y nuestros lugares de trabajo".Contra las luchas socialesEl Papa, en su discurso, recogió las ideas madre de su encíclica Laborem exercens defendiendo la "solidariedad" y el "asociacionismo laboral" que, sin embargo, "no puede ser identificado", dijo, "con la lucha de clases sociales", ya que tal concepción, añadió, es ideológica e históricamente errónea y sus peores consecuencias terminan por recaer sobre los hombres y mujeres del mundo laboral".Juan Pablo II habló de la "humanización de la actividad económica y el mundo del trabajo". Defendiendo "la solidaridad" en contraposición a las luchas sociales, dijo que "Jesucristo es el mejor ejemplo de solidaridad sin fronteras", y que todos los trabajadores están llamados "a transformar el mundo según los designios divinos". El Papa habló de la que él llamó "teología del trabajo" como contrapartida a "la teología de la liberación".

La gente entonó una canción a Juan Pablo Il cuyo estribillo era: "El Papa en Polonia trabajó como el mejor. ¡Qué suerte es tener un Papa trabajador!".

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