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Irritación en la Administración norteamericana ante la firmeza negociadora del Gobierno español

Francisco G. Basterra

El rechazo español a la propuesta norteamericana de trasladar los aviones de Torrejón a Morón ha provocado disgusto e irritación en Washinton, donde la Administración de Ronald Reagan comienza a temer que finalmente tenga que retirar los 72 F-16 de España, según dijeron a EL PAÍS fuentes próximas a la negociación, tras la quinta ronda, de la pasada semana. La negativa española confírmala impresión de firmeza obtenida por el secretario de Defensa norteamericano, Caspar Weinherger, en su reciente viaje a Madrid.

"Esperábamos algún tipo de aceptación de la idea de cambio de emplazamiento, sobre todo teniendo en cuenta que hace dos años autoridades españolas sugirieron que el traslado a Morón podría ser una solución", explicó una fuente militar norteamericana."Morón sería la solución menos cara para nosotros, las instalaciones están allí, resolvería el problema de salir de Madrid, el peligro, el ruido, todo eso que los españoles argumentan para que abandonemos Torrejón. Además ofrecemos otras reducciones, suspensión de algunas misiones y sustitución por los españoles en otras que ahora realizamos", añadió la fuente del Pentágono.

Éstos son los temas "menores" a los que se refiere España y donde hay "un principio de aproximación", y que EE UU vende como "sustanciales".

Se abre ahora un compás de espera, hasta después de las elecciones municipales de junio, y cabe esperar que Estados Unidos utilice a los aliados de la OTAN para enviar recados a Madrid sobre la necesidad de atenuar la exigencia española, explicaron fuentes diplomáticas en Washington. Una fuente del Pentágono explicó, refiriéndose a Marruecos: "Nunca trasladaríamos los aviones a un lugar que pudiera causarle problemas a España".

Según Máximo Cajal, Marruecos sería "imposible", ya que el Ala 401 de Torrejón está adscrita al Saceur, mando supremo aliado en Europa. La posibilidad de que finalmente parte de los F-16 se quedara en Rota es considerada técnicamente difícil por los estrategas del Pentágono, pero supondría un mal menor frente a una eventual retirada total.

El lunes los secretarios de Estado, George Shultz, y Defensa, Caspar Weinberger, recibieron el informe de la última ronda negociadora. Fuentes del Congreso dijeron a EL PAÍS que el momento negociador "es difícil", pero no se cree que se produzca una ruptura. La preocupación en el Parlamento, donde existe un apoyo generalizado a la posición negociadora de la Administración, es que no se pierda la capacidad militar que representa para el flanco sur de la OTAN el Ala 401 de Torrejón. La posición española es desconocida en este país y se presenta, muy esquemáticamente, como una cuestión de política puramente interna y de antiamericanismo nacionalista.

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Acusación de intransigencia

El disgusto norteamericano ante la firmeza española quedó patente en las respuestas del negociador estadounidense, el embajador Reginald Bartholomew, a Máximo Cajal, jefe de la delegación española, en el curso de las sesiones negociadoras. Esta irritación se reflejó formalmente en la declaración del Departamento de Estado, realizada sin el previo aviso a la otra parte que suele ser normal, afirmando que la respuesta española no había sido "constructiva".Estados Unidos reafirmó también que "seguirá persiguiendo su objetivo", esto es, mantener el Ala 401 en España, si la Fuerza Aérea española no sustituye sus misiones. Washington presenta su propuesta de principies de febrero como lo único constructivo de todo el proceso negociador, reiterando que España, tras su aparente flexibilidad, mantiene intransigente su exigencia inicial.

El comunicado del Departamento de Estado no buscaba la máxima publicidad, no fue suministrado a la Prensa norteamericana, para, la que la quinta ronda negociadora no ha existido, ni se hizo público en la conferencia de prensa diaria del departamento. Fue, sobre todo, un intento de contrarrestar el tono positivo con que Cajal presentó la negativa española a aceptar las pretensiones de EE UU.

Estados Unidos, por primera vez desde julio de 1986, se ha dado cuenta de que Felipe González pretende seriamente retirar los aviones norteamericanos de España y no se va a conformar con una solución cosmética.

La irritación norteamericana, que pensó hasta hace muy poco que la firmeza española respondía únicamente a una cuestión de pura política interna, aumenta a medida que pasa el tiempo y no se vislumbra ningún síntoma de desbloqueo en el tema fundamental.

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