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Preocupación en los países industriales ante las perspectivas de la economía mundial

Los ministros de Finanzas de los principales países del mundo industrializado, reunidos en Washington con motivo de los encuentros de primavera del Fondo Monetario Internacional (FMI) y del Banco Mundial, han dejado traslucir su seria preocupación ante las perspectivas desfavorables que se anticipan sobre la evolución de la economía mundial en los dos próximos años. El comunicado final del grupo de los siete (G-7) hecho público la noche del miércoles resalta la necesidad de adoptar "nuevas medidas" de política económica orientadas a "resistir las presiones proteccionistas, mantener la expansión económica global y reducir los desequilibrios comerciales".

Después de una discusión de más de cuatro horas en la tarde del miércoles, los ministros de Finanzas de Estados Unidos, Francia, la República Federal de Alemania (RFA), el Reino Unido, Japón, Italia y Canadá apenas pudieron completar una simple declaración de tres párrafos, cuyo contenido se limita a ratificar el comunicado de París del pasado 22 de febrero, renueva su compromiso de estabilizar los mercados de cambio y -la única novedad importante- reconoce la necesidad de adoptar nuevas medidas de política económica que mantengan la tendencia expansiva de la economía mundial que se inició hace cinco años.

El grupo de los siete -presumiblemente en espera de la cumbre occidental de Venecia a principios de junio- no concreta exactamente cuáles son estas medidas, con la excepción hecha de la referencia específica que hace a los problemas comerciales bilaterales y al peligro latente del proteccionismo. Pero los discursos pronunciados ayer por los principales ministros de Finanzas ante la reunión del comité interino del FMI permiten hacerse una clara idea de por dónde caminan las incipientes preocupaciones occidentales ante la inminente amenaza de entrar en un período recesivo de la economía mundial.

Desequilibrios en EE UU

Aunque todavía algo optimista sobre la evolución económica de los países en desarrollo (lo contrario le hubiera forzado a admitir el fracaso de su estrategia para la deuda), el secretario norteamericano del Tesoro, James Baker, declaró ayer que el informe económico del FMI, caracterizado por sus perspectivas pesimistas, "nos recuerda a todos lo mucho que todavía queda por hacer" y reconoció que "durante el pasado año no se pudieron aprovechar desgraciadamente los beneficios que cabían esperar de la reducción del precio del petróleo y de otras materias primas".

Baker admitió, por otra parte, la necesidad imperante que tiene la economía occidental de que Estados Unidos corrija sus desequilibrios fiscal y externo, reiterando, sin embargo, la idea, ya avanzada días antes por el presidente de la Reserva Federal, Paul Volcker, de que la corrección no llegará exclusivamente por la vía de una mayor depreciación del dólar, sino por la apertura del mercado japonés y la adopción de políticas expansivas en paises con superávit en sus balanzas externas, es decir, fundamentalmente Japón, y la RFA.

Con todo, Baker prometió la reducción este año en unos 15.000 millones de dólares del déficit comercial norteamericano, que supera los 150.000 millones. El secretario del Tesoro anticipó también un mayor crecimiento de la demanda interna y un aumento del producto nacional bruto, medido del cuarto trimestre de 1986 al cuarto trimestre de 1987, de cuatro puntos.

Aunque estas cifras pueden parecer a simple vista muy optimistas, no lo interpretaron así algunos de sus colegas del grupo de los siete.

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