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Crítica:ÓPERA
Crítica
Género de opinión que describe, elogia o censura, en todo o en parte, una obra cultural o de entretenimiento. Siempre debe escribirla un experto en la materia

Un estreno con equilibrada y feliz facilidad

El estreno mundial de La forêt, la última ópera de Liebermann, ha constituido el acontecimiento de la temporada en el Gran Teatro de Ginebra. Acontecimiento que adquirió dimensiones internacionales por la fuerte personalidad del compositor -uno de los primeros hombres de teatro de nuestro tiempo-, así como la expectación que había creado entre los críticos y especialistas de la Prensa europea.Como incitación añadida, el asunto Raimondi levantó una considerable polvareda previa. El gran bajo lírico declaró a la Prensa sin rebozo que no podía con el papel de Malfortuna, lo que se convirtió en buenísima fortuna para su sustituto, JeanPhilippe Courtis, artista joven pero no nuevo, como lo acreditan sus creaciones en San Francisco, de Messiaen; en Pelleas, de Debussy, y en Ondina, de Lesur.

La forêt

De Héléne Vida (sobre Ostrovski) y Rudolf Liebermann.Dirección musical: J. Tate; dirección escénica: G. Deflo; decorados y figurines: W. Orlandi; luces: B. Boyer; estudios musicales: J. Reiss; intérpretes: A. Howells, M. Shamir, J. Ph. Courtis, R. Casinelli, J. Brun, G. Cachemaille, H. Kwon, J. Loreau, Ch. Ossola, M. Trempont y J. Berbié. Orquesta de la Suisse Romande. Obra encargo del Gran Teatro y de la Radiotelevisión Suiza. Gran Teatro de Ginebra, 8 de abril.

Se apoya Liebermann para ésta su cuarta ópera en un libreto de su mujer, Hélène Vida, sobre La forêt, la pieza más importante de Alexandre Ostrovski, llamado el Moliére ruso, junto a L'Orage, que convirtió en ópera Janacek bajo el título de Katia Kabanova; antes, Rimski-Korsakov llevó a la escena lírica Snegourotchka.

Supuestos revalorizados

La ópera, como género, se apoya en una serie de supuestos que, aún mantenidos, pueden ser altamente revalorizados: la relación entre personajes y situaciones con su cortejo de antagonismos; el juego de símbolos y pasiones -la virtud, la hipocresía, la avaricia, la mentira-; el imperio de la voz -el belcantismo y la coloratura-; la acción de una orquesta iluminada y ambiental; el tempo vivo, musical y teatral en su esencia y su medida, nos devuelven a través del lúcido lenguaje de un espíritu de hoy los viejos sabores de la ópera bufa a los que el componente irónico torna un tanto amargos, según la adjetivación de los propios autores.Todo funciona con equilibrada y feliz facilidad, signo claro del hombre teatral que hay en Liebermann y de su larga serie de conocimientos y experiencias como creador y como director escénico.

La contribución de unos muy bellos escenarios y figurines originales de William Orlandi y la iluminación de Bruno Boyer enriquecen con esa aportación entre mágica y realista la magnífica y matizada puesta en escena de Gilbert Deflo, y se completan con la estupenda y expresiva dirección musical de Geffrey Tate.

En el reparto de la obra, numeroso y de gran categoría general, brillaron y se hicieron aplaudir Anne Howells, Michal Shamir y sobre todo la coreana Hellen Kwon; la pareja Malfortuna y Bonaventura -nombres que parecen prestados por Donizzetti- encontró en el ya aludido Courtis y en Ricardo Cassinelli encarnación exacta.

En general, La forêt, cuya máxima belleza se concentra en el cuarto cuadro, triunfó en toda la línea para demostrar que la dicotomía entre teatro y música o entre tradición y modernidad puede resolverse tan inteligentemente como lo han hecho Hélène Vida y Rudolf Liebermann.

La ópera de Rudolf Liebermann La forêt, estrenada el miércoles, ocupará el escenario del Gran Teatro ginebrino hasta finales de este mes de abril.

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