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Editorial:
Editorial
Es responsabilidad del director, y expresa la opinión del diario sobre asuntos de actualidad nacional o internacional

Inestabilidad en Portugal

LA MOCIÓN de censura que el pasado viernes provocó la caída del Gobierno socialdemócrata de Aníbal Cavaco Silva en Portugal, apoy-ada por socialistas, renovadores de Eanes y comunistas parece escasamente guiada por la prudencia, no sólo porque podría volverse en contra de quienes la sostuvieron, sino porque, sin contribuir en nada a la solución de los problemas del país, subraya innecesariamente la relativa inestabilidad de la vida política portuguesa.El presidente Soares, que llegaba a última hora de ayer a Portugal procedente de Brasil, tiene ante sí diversas posibilidades. La más evidente sería la convocatoria de elecciones anticipadas. Ése sería el deseo de Cavaco Silva, convencido de que la buena gestión económica del último año, con un crecimiento del 4% del producto nacional bruto, puede darle la mayoría absoluta en el Parlamento. Por el contrario, ni socialistas ni eanistas deberían ver con especial entusiasmo esa posibilidad, puesto que las encuestas de opinión no les son favorables.

La segunda alternativa sería la de la formación de un nuevo Gabinete presidido por el líder socialista Víctor Constancio, con el apoyo de los eanistas como parte de un Gobierno de coalición o, más probablemente, cori un apoyo externo, a cambio de la formulación de un programa común. Esta posibilidad, sin embargo, debería contar también con el apoyo, en este caso indudablemente externo y sin contrapartidas, de los comunistas para que el nuevo Gobierno contará con una mayoría en la Cámara.

Socialistas y eanistas apoyan esta salida de la crisis, aunque ello no signifique que las relaciones sean buenas entre las dos formaciones políticas. El haz de posibilidades que se abre ante el presidente se ve complicado, por otra parte, por la propia personalidad del socialista Mario Soares, que es cualquier cosa menos. íntimo. de su sucesor en la dirección de los socialistas, y que a la vez guarda un amargo recuerdo de sus relaciones con Eanes de los tiempos en que él erajefe de Gobierno, y el líder renovador, presidente de la República Portuguesa.

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En esta tesitura, los datos en favor de la formación de un Gobierno de coalición de izquierdas se apoyan no sólo en cuestiones de discutible conveniencia electoral, sino en planteamientos que trascienden la propia aritmética parlamentaria. Lo que se ha calificado en medios de la oposición como arrogancia del poder, en especial durante el debate de la moción de censura, en el que el Gobierno reprochó a la Cámara, sin excluir a los miembros de su propio partido socialdemócrata, que supuestamente se dedicara a obstruir en vez de ayudar a la acción del Ejecutivo, ha promovido un movimiento de defensa democrática apoyado por socialistas y renovadores, cuyo objetivo sería sustituir por la izquierda al equipo de Cavaco Silva.

Se sabe, por añadidura, que el pensamiento de Soares apunta a que los Gobiernos responden ante los Parlamentos y no ante la calle y se forman y se deshacen en base a las mayorías que logran construir en la Cámara, por lo que la primera inclinación presidencial parece que habría de ser la sanción a una nueva mayoría de izquierda, siquiera, fuera relativa, como lo es también la de los socialdemócratas. Con todo, la necesidad de redurrir al apoyo comunista y algunas de las querencias personales de Soares pueden inclinar la balanza hacia la convocatoria anticipada de elecciones. Sin una mayoría suficientemente estable, los éxitos de la operación de ajuste económico del Gobierno de Cavaco reposan necesariamente sobre una base siempre precaria. Por ello, la mejor razón para ir a nuevos comicios parece que habría de ser la esperanza de que un pr óximo Gobierno, al centro o a la izquierda del actual, estuviera mejor sustentado en el Parlamento portugués.

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