Los amigos de Boadella celebran los 25 años de Els Joglars con un juicio bufo al director teatral
El alcalde de Lérida, en funciones de 'juez', le condenó a volver a representar la 'Operación Ubú'
Antoni Siurana, alcalde de Lérida, fue el magistrado full, mientras que Joaquim de Nadal, teniente de alcalde de Finanzas del Ayuntamiento de Barcelona, hizo funciones de implacable fiscal en el juicio bufo a Albert Boadella, que se celebró anteanoche en un restaurante de las Masies de Voltregá, población próximaa la localidad barcelonesa de Pruit, donde Els Joglars realizan sus ensayos. El acusado estuvo custodiado por un falso guardia civil y un no menos falso mosso d'escuadra, mientras escuchaba los esperpénticos testimonios de sus amigos, que interrumpieron varias veces la representación con sus carcajadas.
La idea partió del grupo de opinión Emprius, integrado por tarradellistas, socialistas e independientes de izquierda, del que Boadella es miembro. Entre el público había caras conocidas: el rector de la Universidad de Barcelona, Josep Maria Bricall; los diputados del Parlamento de Cataluña Marta Mata, Romá Planas, Rosa Maria Viadiu y José González; los alcaldes de Sant Hipólit de Voltregá y Róda de Ter.
A las diez de la noche del viernes empezó la sesión. El juez, el fiscal y el defensor -el empresario Raúl Adroher, a quien no se le dejó abrir la boca- aparecieron ataviados con casullas a modo de toga y birretes. El acusado iba esposado a un guardia civil (el gerente de la Escue a Massana) y a un mosso (una abogada de la Oficina Olímpica).
A Boadella, el juez Siurana le increpó por ser "desorientador, inclinado perversamente hacia todas aquellas tendencias que aparentaba reventar". El fiscal de Nadal empezó por acusarle de ser hombre de Iglesia: "En el fondo ha deseado siempre ser cardenal y jurista, rodeado de monjas que le traigan el chocolate a la taza, y con aquella capa imponente que recortó el concilio". Y citó el hecho de que hubiera encarnado el papel de Sant Vicente Ferrer en un filme; el de monja en Cruel Ubris, o el de representar Teledeum como manera de divulgar sus aspiraciones.
El primer testigo que entró en la sala (el diputado autonómico José González) no pudo aclarar ,si era cierto que Boadella orinara en las vinajeras cuando fue monaguillo, "aunque una vez lo que parecía un vino del Penedés del año me hizo vomitar el hígado". Luego, una falsa mayordoma del palacio Episcopal, una especie de Madonna con cofia, fue sometida a la desconcertante pregunta de si un cardenal carda alto (en catalán el juego de palabras es claro: "Els carderials, carden alto"). Para el fiscal las pruebas aportadas resultaron tan evidentes como la exaltación castrense que contienen las obras de Boadella que "hace de los militares los únicos personajes entrañables". En -este caso, el testigo era un legionario de pega, quien aportó como prueba un retrato al óleo del director de Els Joglars ataviado de general, con fajín incluido.
Pero el plato fuerte fue la acusación de "bárbaro del Norte, represor de la cultura mediterránea". Como testigo apareció un joglar-cabezudo que representa a Jordi Pujol, a quien el ujier presentó como "el excelentísimo de Ferrusola". El cabezudo anunció: "Volveremos a luchar, volveremos a hacer dinero y volveremos a quebrar". E hizo una defensa de Boadella, "quien ha desplegado durante 25 años un plan del espía Garrafeta que incluye la nova cancó, la Caputxinada, la operación Flotats, la operación Roca, los déficit del señor Cubell. Y también la Operación Ubú".
Ante la naturaleza de las acusaciones y el carácter irrefutable de las pruebas, el juez acabó por condenar a Boadella a reincidir en sus éxitos, anteriores, "o mejor que mejor", a volver a representar una "Operación Ubú a corazón abierto".
Un alto en los ensayos de 'Goodbye Beethoven'
ayos de su próxima representación Goodbye Beethoven, "una reflexión sobre el día después". El pasado mes de febrero empezaron los ensayos en la carpa de Prult y el montaje estará terminado en agosto. Boadella asegura que se trata de un montaje distinto, en donde se margina el sarcasmo de sus últimas obras y se entra en una meditación sobre la sociedad actual, en la'línea de Laetius.El director de Els Joglars habló sólo en privado de sus reflexiones teatrales. En público quiso cerrar el Juicio bufo organizado por sus amígos con un varapalo. Curiosamente, durante el espectáculo Boadella estuvo sonriente pero callado. únicamente había pedido permiso para hacer uso de un "orinal del Departamento de Justicia de la GeneralitaC.
En su intervención aseguro que no contrataría ni al fiscal ni al juez para su compañía, "aunque al menos representacíones en Lérida y financiación del Ayuntamiento de Barcelona tendríamos", y concluyó: "Yo era un buen chico hasta que fuí a la cárcel. El paso por ella sólo ha servido para que reinicidiera y luego he cometido abiertamente delitos. Así pués no creo que la cárcel sirva para la rehabilitación. Y aprovecho la ocasión para decir que la sociedad y los jueces hacen más teatro que yo. Si no, que alguien me explique cómo pueden desaparecer 350.000 millones sin encontrar un culpable".
El juicio acabó con el público fotografiándose con el joglar-cabezudo, que fue despedido con el cántico colectivo de Rosa d'abril hasta que hizo mutis por el foro.
Babelia
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