La batalla de la media luna en el país de los faraones
El islamismo, bandera ante las próximas elecciones legislativas en Egipto
ENVIADO ESPECIAL El mejor modo de conseguir hoy votos en Egipto es afirmar que se es mejor musulmán que el contrario, según se desprende de la propaganda que estos días inunda El Cairo. El próximo lunes, 15 millones de los 50 millones de habitantes del país del Nilo están convocados a las urnas para elegir una nueva Asamblea del Pueblo o Cámara legislativa. Nadie espera que el partido del presidente Hosni Mubarak pierda estas elecciones, pero para ello habrá tenido que adoptar la media luna y el color verde. Los integristas moderados de la Cofradía de los Hermanos Musulmanes obtendrán, con toda probabilidad, un buen resultado.
Sobre el caos, la suciedad y la vitalidad de la más poblada ciudad africana flota estos primeros días de primavera un sinnúmero de telas escritas con esmerada caligrafía árabe. Muchos menos son los carteles impresos pegados a los muros, porque, como afirma un periodista cairota, Egipto es un país en vías de subdesarrollo. Unas y otros son los reclamos del partido del Gobierno, las cinco formaciones de oposición y los 2.000 candidatos independientes que concurren a las elecciones legislativas.Estos comicios deben abrir el camino para la elección, en otoño, de Mubarak para un segundo mandato presidencial de seis años. El rais es designado por los dos tercios de la Asamblea y ratificado en referéndum. Al general Mubarak, de 59 años, ni se le adora ni se le detesta, pero casi todo el mundo coincide en considerarle hombre honesto y alabar su esfuerzo por democratizar el país.
El Gobierno ha otorgado a las seis formaciones que concurren a los comicios el mismo tiempo de intervención televisiva, pero todas las intervenciones vienen a decir lo mismo. Es un discurso uniforme que puede sintetizarse en que su comportamiento es el "verdaderamente islámico".
Sobre fondo verde, el Partido Nacional Democrático (PND), de Mubarak (391 escaños en el anterior Parlamento, de 448), proclama en su propaganda callejera: "Sí a los valores religiosos; no al fanatismo. Sí a la unidad nacional". El mensaje esté rematado con una luna en cuarto creciente. En otros reclamos, el PND muestra juntos un campanario y un alminar. Es un reflejo de su preocupación por los incidentes que oponen en el alto Egipto a integristas musulmanes con la minoría cristiana copta.
Con una palmera verde por emblema, el conservador y laico Nuevo Wafd llama asimismo a la unidad nacional. Dirigido por Fuad Seraguedin, de 77 años, ésta es la única fuerza de la oposición que estuvo presente en el Parlamento, disuelto el pasado febrero por referéndum. En las precedentes elecciones legislativas, el Nuevo Wafd amparó a los candidatos de la Cofradía de los Hermanos Musulmanes, la más vieja organización integrista del mundo árabe contemporáneo. Siete de sus 57 escaños fueron ocupados por la cofradía.
Tan sólo la alianza de nasseristas de izquierda y marxistas evita las alusiones a la religión y emite consignas estrictamente políticas.
El Gobierno de Mubarak ha permitido que a las elecciones concurran independientes, que tendrán 44 de los 448 escaños de la Asamblea.
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