Dedicatorias, feficitaciones
En primer lugar, al ministro de Educación, José María Maravall, con todo cariño de una admiradora suya: Tecnología de la esperanza, B. F. Skinner. Labor. Barcelona, 1982. Especialmente, páginas 105 en adelante. Cuando lo haya leído -por favor, ¡no dimita!-, aproveche ese impulso creado por deprivación intelectual, y, para evitar la extinción de intereses políticos, replantéese incentivos tales como: otorgar a las facultades de Psicología el rango de experimentales; suspender « de contrato y sueldo a los filósofos falsamente libertarios, que abundan en ellas de una forma incontrolable (vergonzosamente, muchos son los restos del tomismo facistoide de los míticos 40 años), y que hoy nos hacen esa categoría inalcanzable; y, sobre todo, ¡considere practicar la autoselección condicionada en la enseñanza media! (es más eficaz y mucho menos aversiva que los númerus clausus).
En segundo lugar, y en un plano más serio, quiero felicitar al catedrático de Psicología Evolutiva Juan Delval por haberme quitado las palabras de la boca en el artículo Los estudiantes, para qué (EL PAÍS, suplemento de educación, 24 de marzo de 1987). Lástima que no haya sido escrito con mayúsculas, rotuladores fluorescentes y mucha simbología: los líderes estudiantiles rara vez -si alguna- entienden otra cosa.
En tercer lugar, no puedo dejar de felicitar a los estudiantes universitarios que reivindican su participación en la reforma de los planes de estudio. Gracias a ellos, el resto nos hemos enterado que lo justo y democrático es que nos digan cómo han de ser unos estudios quienes no los tienen.
Por último, felicito a la señora Lourdes Ortiz (Opinión, 24 de marzo de 1987) por confirmarme que Europa es un museo sin opción a reforma. (Sinceramente, ¿usted cree que el freudomarxismo puede producir hoy otra cosa que no sea risa?).-
Estudiante de Psicología.
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