_
_
_
_
Entrevista:

Arthur Schlesinger: "Reagan se ha metido en un agujero muy profundo y no podrá salir de él"

"No hay nada en la Constitución de Estados Unidos que garantice que los hombres inteligentes van a ser elegidos presidentes"

Francisco G. Basterra

Arthur Schlesinger, de 69 años, que formó parte del equipo de brillantes intelectuales cabezas de huevo que rodearon a la Casa Blanca de Kermedy, es un optimista histórico. Cree que 1990 marcará el renacimiento de una nueva época más liberal en Estados Unidos y un presidente demócrata sucederá a Reagan, confirmando que éste no ha conseguido alterar irreversiblemente el mapa social y político. Schlesinger trabaja en su despacho de la universidad de la ciudad de Nueva York, que más parece "una librería de segunda mano", donde explica a sus alumnos lo que es la presidencia imperial.Rodeado de libros que se amontonan en pilas inestables por los suelos y desbordan sillas y mesas, y de retratos de los hermanos Kennedy, Schlesinger asegura que Reagan ha violado la Constitución y "no se da cuenta de que no está por encima de la ley".

Para el profesor Schlesinger, que antes de Nueva York enseñó en Harvard y recibió los Pulitzer de Historia por The age of Jackson, en 1946, y de Biografía por Mil días: JFK en la Casa Blanca, en 1966, afirma que la investigación del Irangate es una "reivíndicación de la democracia americana". Cree el viejo pero muy lúcido profesor que "la contra se ha acabado y que no habrá una invasión de Nicaragua". Denuncia la excesiva deferencia de los europeos con Washington y la falta de comunicación entre las dos orillas del Atlántico. Schlesinger, que acaba de publicar Los ciclos de la historia americana, afirma tajantemente que Mijail Gorbachov "es un auténtico reformista".

Pregunta. ¿Desde un punto de vista político e histórico, la presidencia de Ronald Reagan está acabada?

Respuesta. Creo que está terminada, sí. Se ha metido él mismo en un agujero muy profundo y no va a poder salir de él. La única forma de salir de la crisis sería hacer un acuerdo de control de armamentos sustancial sobre misiles estratégicos, no sólo de eliminación de euromisiles. Pero esto ofendería a su ala derecha y requeriría también abandonar la guerra de las galaxias, lo que es improbable. Gorbachov está dispuesto a sacarle del pozo, preferiría un acuerdo con la Administración republicana porque sabe que si lo hace con una Administración demócrata después de 1988 los republicanos lo atacarían. Desde el punto de vista soviético es mejor hacer el trato con Reagan aunque sea para salvarle. Pero no estoy seguro de que Reagan permita a Gorbachov que le salve.

P. Habla usted de un presidente demócrata para suceder a Reagan en 1989.

R. Hay fuertes probabilidades de que haya uno, aunque lamento que candidatos muy fuertes, como Mario Cuorno o Kennedy, se hayan retirado. Es muy pronto para decir quién será el próximo presidente, ni siquiera los candidatos. En este momento, antes de las elecciones de 1980 nadie hubiera asegurado que Reagan iba a ser el candidato republicano, ni Carter el demócrata en 1976. Aún pueden ocurrir muchas cosas hasta 1988.

Conocer lo que pasa fuera, es entender lo que pasará dentro, no te pierdas nada.
SIGUE LEYENDO

Se acerca el cambio

P. ¿Cree posible que cambie la tendencia conservadora dominante en el país o Reagan ha conseguido establecerla como algo más definitivo?

R. Sí, cambiará. Hay un ritmo cíclico en nuestra política. Los años ochenta de Reagan son una recreación de los cincuenta de Elsenhower, como los cincuenta fueron una reposición de los veinte de Hoover. Cada 30 años aproximadamente entramos en una era muy conservadora. Similarmente, con intervalos de 30 años (Theodore Rooselvet, 1901; Franklin Rooselvet, 1931; John Kennedy, 1961) entramos en fases liberales. Si continúa este ritmo veremos en los años noventa un gran cambio en la dirección de la política norteamericana.

Y la razón de los 30 años es que es la vida de una generación. Las generaciones cuyas ideas fueron formadas por Franklin Rooselvet, Kennedy y Johnson, cuando llegaron al poder plasmaron esas ideas en la nueva frontera y en la gran sociedad. Kennedy inspiró a una generación, cuyo momento llegará en los años noventa. Dentro de 30 años, en la segunda década del siglo XXI, llegará la generación inspirada por Reagan y habrá una nueva era conservadora. El espíritu de los años treinta y de los sesenta, el tradicional liberalismo americano, la creencia en que el Gobierno debe hacer cosas para los más desposeídos regresará.

P. ¿Por qué durante seis años el pueblo americano y la Prensa, que conocían bien la escasa capacidad intelectual de Reagan, su estilo y descuidada forma de gobernar, le han perdonado todo? ¿Cree que este mismo pueblo le perdonará otra vez?

R. La gente quiere mucho a Reagan. Pero es interesante observar la velocidad con que ha caído este apoyo. Casi inmediatamente después del estallido del Irangate, más de la mitad del país cree que está mintiendo. Esto muestra que personalmente le quieren, pero no tienen un intenso compromiso personal con él. Nixon tuvo más apoyo inicial du rante el encubrimiento del Watergate, en el Congreso y en el electorado, que el que ha tenido Reagan.

P. ¿Cree usted que habrá una prueba definitiva contra el presidente? Y aunque no sea así ¿debe ser finalmente responsable de lo ocurrido?

R. Creo que está cogido po ambos lados. O sabía lo que pa saba, sobre todo si se demuestra que estaba mintiendo sobre su conocimiento del desvío de fondos a la contra, en cuyo caso se situará en la zona del impeachment (procesamiento). O, por el contrario, si todo se desarrollaba sin que él lo supiera, tampoco es una gran absolución.

Los errores presidenciales

P. ¿Por qué es tan importante el Irangate? Todos los presidentes han tenido sus desastres: Kerme dy, en Bahía de Cochinos; John son, en Vietnam; Nixon, con Watergate; Carter, con Irán.

R. Los presidentes cometen errores. No hay nada en la Constitución que garantice que lo hombres inteligentes van a se elegidos presidentes. Ya hace un siglo un autor inglés, James Price, se preguntaba por qué los grandes hombres no son elegidos presidentes. O sea, que esto no es nada nuevo. Pero lo que convierte a los casos de Nixon y Reagan en especiales es que sus errores implican violaciones de la ley y de la Constitución.

El Watergate y la crisis Irán-contra son diferentes en muchos aspectos, pero comparten el error de que el presidente está por encima de la ley. Y lo que me sorprende aquí es que el presidente y sus hombres no hacen un acto de contrición por haber ignorado las le es aprobadas por el Congreso. Ista es la verdadera pregunta. ¿Está o no el presidente por encima de la ley? La Constitución dice que no. No creo ni siquiera que Reagan se dé cuenta de esto, no lo comprende.

P. Tras los repetidos fracasos presidenciales, ¿es razonable pensar en una reforma constitucional que le diera más poder al Parlamento? En un sistema parlamentario europeo esta Administración hubiera caído. ¿O cree, por el contrario, que el sistema funciona y son las personas quienes han fallado?

R. No creo que deba reformarse la Constitución. Creo en la separación de poderes. Cuando un presidente se excede, automáticamente se ponen en marcha fuerzas autocorrectoras. Y esto es lo que está pasando con las investigaciones del Congreso. Se está restaurando el equilibrio de la Constitución. No sé en España, pero en el Reino Unido esto no ocurriría. Ningún Gobierno ha caído allí por un voto de confianza desde 1924.

Esta misma semana se ha revelado que el MI-5, la contrainteligencia, en 1974 trató de desestabilizar el Gobierno laborista de Harold Wilson. Margaret Thatcher ha conseguido bloquear la investigación parlamentaria. La gran virtud de la separación de poderes, como decía el senador Sam Erwin, es que es muy dificil corromper las tres ramas de poder al mismo tiempo. .

P. ¿Cree que podría llegarse a un impeachment del presidente por el Irangate como en el caso de Nixon, que abandonó la presidencia amenazado de procesamiento?

R. Si resulta que Reagan está mintiendo sobre lo que sabía del desvío de fondos a la contra, tendrá que dimitir. Otra cosa que provocaría un gran problema sería si se prueba que los fondos fueron a parar a campañas políticas internas.

P. ¿Cuál será la herencia de este presidente: su doctrina de ayuda a los 'luchadores por la libertad en todo el mundo, la Iniciativa de Defensa Estratégica (SDI), la restauración del patriotismo y del orgullo americano o los grandes déficit?

R. El gran déficit, el haber doblado el tamaño de la deuda nacional. No habrá una herencia muy positiva. La restauración de la confianza del pueblo americano en sí mismo es una ilusión. Recobramos la confianza porque derrotamos a Granada. No es una gran cosa. Sin Irangate tampoco creo que hubiera sido muy diferente.

P. ¿Por qué desde Vietnam es tan difícil que Estados Unidos realice una política exterior sensata que pueda ser apoyada por todos los americanos y, por los aliados?

R. Esta Administración es heredera de los viejos republicanos aislacionistas. Pero el aislacionismo como retirada del mundo ya no es posible. Ahora, en los años ochenta, es unilateralismo: Estados Unidos actuando por libre sin tener en cuenta las alianzas o a los aliados. Este Gobierno sufre de la ilusión, que afecta a todas las superpotencias, de que conocemos los intereses de otros países mejor que ellos mismos. Este es el problema. La política de esta Administración no sólo es unilateral, sino que además tiende a descansar en soluciones militares para problemas Políticos. Y está movida por un convencimiento mesiánico de que la misión de América es salvar al mundo.

El fin de la 'contra'

P.¿Qué va a. pasar con los contras en los últimos 22 meses de Reagan en la Casa Blanca? ¿Cree que aun existe un peligro de intervención en Nicaragua?

R. A menos que la Administración se haya vuelto loca, creo que la contra se ha acabado. Son una subsidiaria de la CIA y siento tristeza personalmente por esa gente, a la que le hemos dado dinero a cambio de sus vidas. Porque les hemos estimulado a luchar y luego les abandonaremos. Esta ha sido una gran falacia de la doctrina Reagan. Es una doctrina insensata, a menos que estemos dispuestos a seguirla con tropas norteamericanas. No creo que esta Administración se atreva a una intervención militar. Howard Baker será una influencia moderadora en contra, aunque Carlucci, el nuevo consejero de Seguridad Nacional, es un duro. La política que hemos seguido en Centroamérica, lejos de detener la extensión del comunismo, está promoviéndolo. La militarización del problema juega a favor de los marxistas.

P. La SDI, el sueño de este presidente, ¿acabará con su salida de la Casa Blanca o el proyecto continuará adelante?

R. El esfuerzo de Reagan es hacer irreversible la guerra de las galaxias, intentando que se apruebe dinero para sostenerlo y, sobre todo, creando intereses en el programa, aquí y en Europa, mediante contratos de investigación con empresas para que se conviertan en un lobby para la SDI. Pero no creo que lo con siga.

P. Qué piensa de las reformas de Gorbachov? ¿Cómo cree que deben ser respondidas?

R. No tengo dudas de que están ocurriendo cosas sorprendentes en la URSS. Gorbachov es un auténtico reformista. Tiene sus problemas, resistencias internas. Una de las razones por las que le gustaría un control de armas estratégicas; es porque necesita triunfos internacionales para reforzar su posición interna. Y por eso quiere venir a Washington. Occidente no puede hacer mucho por ayudarle, pero dentro de esos límites debiera hacer o posible por reforzar a Gorbachov.

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_