Kinnock explica en EE UU la política nuclear laborista
El líder laborista británico, Neil Kinnock, inicia hoy una comprometida visita de dos días a Estados Unidos, destinada a convencer al presidente Ronald Reagan y a otros altos funcionarios norteamericanos de que la vacilante política de defensa adoptada por los laboristas no compromete la seguridad de la Alianza Atlántica.La visita, que se iniciará en Nueva York con una conferencia sobre temas económicos y terminará mañana en Washington tras una entrevista con Reagan en la Casa Blanca, es la tercera que realiza el dirigente británico a Estados Unidos desde su elección como líder del Partido Laborista, en 1983.
La reunión con el presidente norteamericano, ya de por sí difícil, dado el compromiso de Kinnock para un desarme unilateral, no será precisamente más fácil tras el anuncio hecho el martes de que un Gobierno laborista congelaría los contratos de la Iniciativa de Defensa Estratégica (SDI), o guerra de las galaxias.
La filosofía que Kinnock tiene que vender a Reagan es que la Alianza Atlántica no tiene nada que temer de un Gobierno laborista, que no sólo mantendría sus compromisos con la OTAN, sino que los reforzaría a través de un aumento de sus fuerzas convencionales. El líder laborista ha argumentado en repetidas ocasiones que la adopción por los conservadores del carísimo programa de proyectiles Trident sólo puede hacerse a costa de una reducción de los efectivos de las tres armas (Ejército, Marina y Aviación, sobre todo estas dos últimas).
Sin embargo, a pesar de estas seguridades, la Alianza Atlántica -por boca de su secretario general, lord Carrington- y los norteamericanos en repetidas ocasiones han advertido de que una desnuclearización total del Reino Unido, con el cierre de las instalaciones nucleares de Estados Unidos en territorio británico, supondría tal convulsión en la estrategia de la OTAN que Washington podría muy bien considerar su abandono. La política de defensa laborista han sido objeto de críticas tanto dentro como fuera de casa y, aunque Kinnock y sus ayudantes se resisten a admitirlo, el cambio de planteamiento en los últimos cuatro meses ha sido notable.
Asi, por ejemplo, del compromiso de cerrar las bases nucleares norteamericanas en el Reino Unido a los 12 meses de la llegada al poder, los laboristas han pasado a no poner límite de tiempo para el cierre y a consultar además previamente a los aliados cuando llegue el momento; y de pedir la retirada inmediata de los misiles de crucero en territorio británico han pasado a permitir su estacionamiento mientras, duren las conversaciones sobre reducciones de fuerzas nucleares de alcance intermedio entre las superpotencias.
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