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Ruth Yaneko Romba

Una mujer en el Gobierno de Chad

Medio en broma, medio en serio, en Chad se dice que hace falta más valor para ocupar el cargo de Ruth Yaneko Romba que el de ministro de Defensa. Y eso que el país está en guerra con Libia. Pero Ruth, de 40 años, no ha perdido su sonrisa desde que, hace un año, fue nombrada ministra de Asuntos Sociales y de la Promoción Femenina y se propuso combatir el férreo machismo musulmán. Aunque ella afirma que su verdadero problema es la falta de medios. Chad es uno de los tres países más pobres del mundo, y el presupuesto de su ministerio proviene exclusivamente de los organismos humanitarios.

Salta a la vista que Ruth, madre de cuatro niños, cristiana, tiene ese "carácter fuerte" que ella admite que hay que tener para ocupar un puesto como el suyo. Ni su rostro ni su escultórica figura -ataviada con un tocado de sabor africano- guardan parecido con el retrato que aparece, junto a los demás miembros del Gobierno, en el panel oficial que preside los despachos ministeriales. "Esa foto es horrible; cuando me la hicieron tenía unos kilos de más que no me favorecían en absoluto", comenta divertida, con un toque de coquetería.No es la primera vez que Ruth encara una misión difícil. Antes de ser ministra, fue una de las primeras magistradas de su país. "Elegí la carrera de Derecho porque creo que la justicia es el elemento fundamental para el logro de la paz; algo que en mi país no se sabe lo que es desde hace 20 años".

El principal objetivo de Ruth ahora es que "se reconozca la importancia del papel que, a través de su rutina cotidiana, desempeña la mujer chadiana como agente del desarrollo económico de su país". Aunque su ministerio -que cuenta en todo el país con un total de 120 funcionarios- también se ocupa de otros marginados, como son los delincuentes juveniles o los minusválidos.

"Aquí, como en muchas otras naciones africanas, las guerras y las catástrofes naturales han obligado a la mujer a asumir el papel de jefe de familia; todos alaban la infinita capacidad de trabajo e imaginación que despliega para sacar adelante a sus numerosos hijos en un país donde falta de todo, pero a la hora de la verdad, su situación social es la de un mueble".

La culpa no la tiene sólo el conservadurismo de los sectores musulmanes -muy importantes y poderosos en Chad-, que han excluido a la mujer de la formación escolar y la han relegado a las tareas hogareñas, ni tampoco las carencias existentes en este sentido en la legislación chadiana. "Es necesario que la propia mujer adquiera conciencia de su propio papel", afirma.

Además hay que tener en cuenta las terribles condiciones que impone el subdesarrollo. "Cuando en Europa se habla de la situación de la mujer suele hacerse en términos de reivindicación de unos derechos. Aquí, en Chad, lo que necesitamos es tecnología, medios de transporte, molinos. El plato tradicional chadiano es la bul. Para prepararlo, uno de los pasos es machacar el mijo con un enorme mortero, tarea que exige al ama de casa un mínimo de cuatro horas cada día. Luego hay que ir a la fuente a por el agua necesaria para hacer la masa. En estas condiciones, ¿cómo puede competir la mujer en un puesto de responsabilidad con el hombre?'.

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