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Crítica:DANZA
Crítica
Género de opinión que describe, elogia o censura, en todo o en parte, una obra cultural o de entretenimiento. Siempre debe escribirla un experto en la materia

Articulación en el abismo

La primera impresión es de desconcierto, pues la entrada en escena del anciano bailarín japonés está llena de un rancio efectismo heredado del teatro tradicional nipón. La danza de tinieblas, desarrollada junto a Hijikata desde hace más de 50 años, recurre a estos actos tenebristas para desarrollar esa lucha del cuerpo contra el cuerpo, del aire contra la figura.Al espectador le cuesta entrar en la umbra abismal del estilo butoh, pero, una vez dentro, no importa el tiempo exterior al baile y al imán del artista.

Kazuo Oono semeja un dios patético y frugal salido del panteón de la noche.

Magro, tembloroso como una hoja, es una visión casi fantasmal de la propia María Callas con su drama a cuestas: tragedia de la vestidura falsaria y la simulación de la tristeza. Es un acto teatral puro. El homenaje a Antonia Mercé queda entonces casi como un pretexto virtual, el hilo para hilvanar y sostener las diminutas perlas de una sabiduría antigua. Oono tira de esa hilo al final y viste de volantes (¡de los mismos colores que solía usar La Argentina!).

Kazno Oono

Homenaje a La Argentina. Música:Juan Sebastian Bach, Glacomo Puccini, Alfred Hauzc, Mitzuci lkeda, Juan de Dios Filiberto. Arias cantadas por María Callas. Números de palillos tocados por Antonia Mercé. Centro Cultural de la Villa de Madrid, 17 de rnarzo.

María Callas es el paradigma de ese terror vocal que no termina y no se olvida aún después de cesar, y así es utilizada como fondo sonoro. Oono navega en el sordo equilibrio de una interioridad caótica, y como tal, muy moderna, sumaria, donde traspasada la frontera de los sexos, queda esa ánima ciertamente asombrosa. El juego ambiguo de una aparición asexuada que es el alma del artista expresándose.

El traje juega un papel fundamental, y pasa a veces de accesorio a protagonista: otro vehículo puramente escénico.

Su viaje a lo largo de la escena es el de una paloma herida que se hunde hasta llegar al ser nonato. La desnudez desde donde invoca a la madre es el canto del cisne para abrir el círculo y volver a vestirse de diosa sufriente. Su piel es como una tela antigua a la que hubieran untado una capa de cal y, el aliento perceptible desde las butacas, casi físico, es el soplo de la vida entrando y saliendo, animando unos gestos que demuestran el honesto arrojo ante una expresión que de tan elevada deja de lado todo hermetismo.

Su mímica no es realista. El baile se sostiene en ese abismo donde el movimiento deja de ser un acto para convertirse en mensaje. Para Oono, la vida y su baile se funden, y cada día nace, toma contacto con su madre, muere, y resucita al sonar de un arpegio acompañado de castañuelas lejanas.

El hábito de la Wigman

Es una danza llena de connotaciones culturales muy precisas, como el hábito de sarga oscura atado con el cíngulo, réplica del que usara Mary Wigman en los años treinta. Es una manera de homenajear a quien le introdujo en los secretos del expresionismo occidental, del que asimila y usa aún hoy el proceso de contacto con el suelo.Oono se mira la mano quieta e inútil mientras se oye el repiquetear del palillo, y este pequeño gesto es metáfora válida de todo el espectáculo. Puede llamársele, sin dudas, un héroe. No sólo por sus años, sino por su entrega, esa convicción que le hace bisar un juego con los claveles de una espontánea sin que haya rupturas. Es un héroe que alguna vez agradeceremos haber visto pues su idea, tan trascendente como su elevación del meñique o del pie, posee la grandeza del arte verdadero.

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