El 'Manfredo', de Schumann, en el teatro Real
Tras la noticia, bien positiva, de la renovación por parte de Jesús López Cobos de su contrato de titularidad de la Orquesta y Coro Nacionales, el éxito de esta semana me parece especialmente significativo.Revela la persistencia en un propósito: renovar la línea de programación a través del progresivo redes cubrimiento de capítulos olvidados en las biograrias de los famosos.
Reciente aún la interpretación por López Cobos de El paraíso y la Perí, aparece ahora Manfredo, sobre Byron, un nuevo y alto ejemplo del otro Schumann, autor de característica y original vena dramática a través de soluciones originales y distintas a la operística.
En el caso de Manfredo se enraizan con el lejano melólogo de Jorge Penda, cuya Ariadna ofreciera hace años su descendiente Hans von Benda y anticipo de una forma que cultivará en varias direcciones el mismo Arnold Schönberg.
Orquesta y Coro Nacionales
Solistas: José Luis Gómez, actor; Marta Robles, Silvia Leivinson, Pablo Heras, Domingo Cedrés, Manuel Heras, Raúl García Reyzábal, Antonio Valderrábano y Juan Artiles, cantantes. Manfredo, opus 115, de Schumann. Directora del coro: Carmen Helena Téllez. Director: Jesús López Cobos. Teatro Real. Madrid, 13, 14 y 15 de marzo.
Es hermoso este Schumann tan injustamente tratado durante muchos años, pues logra una dramaturgia musical del tema byroniano más apretada y efectiva que la de las Escenas del Fausto de Goethe.
La expresividad se centra en la gran pasión romántica que se movió entre los que Ortega denomina "gestos de la época": la orgía desesperada de Byron y la desventura irremediable de Chateaubriand. En suma, "un fabuloso vendaval de pesimismo" en la síntesis orteguiana que vale por todo el célebre manifiesto de López Soler.
Como hará mucho después Schönberg en El superviviente de Varsovia, Schumann concede al protagonista-actor Manfredo, a su palabra poética, a su romanticismo de la pasión vaga, la soledad, los contrastes violentos, la desmesura, el grito y el ensimismamiento, todo su valor e importancia.Misterio de voces aisladas
La música se convierte en coro de Manfredo, en misterio de voces aisladas, en armoniosa polifonía, en genial y sugerido escenario. Basta, como acertadamente se hizo ahora, una feliz disposición de luces -gran foco para el protagonista, oscuridad para el resto- y la ilusión teatral es completa.
No se cuenta todos los dias con un actor de la categoría de José Luis Gómez, capaz de tensar la más alta retórica, de sumirse en tonalidades íntimas de autoconfesión y de asumir las voces de hasta tres personajes.
Sobre todo, Gómez dio con la sustancialidad del personaje y del texto que determinan el tono.El éxito fue total y clamoroso y alcanzó a la poetización castellana de Francisco Nieva, recreada a partir de la traducción de Rafael Banús, a la intervención de los solistas, a la Orquesta y Coro Nacionales, que, por primera vez, actuaba bajo la dirección artística de su nueva titular, la venezolana Carmen Helena Téllez. Por supuesto, fue una gran jornada para Jesús López Cobos. Ojalá que en su nueva andadura con la Orquesta Nacional podamos denominarle, definitivamente, el renovador.
Babelia
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