El dinero que corre
EL AUMENTO en un punto del coeficiente de caja de las instituciones financieras ilustra las dificultades crecientes que encuentra la aplicación de la política monetaria. La medida adoptada esterilizará alrededor de 200.000 millones de pesetas en las cajas de los intermediarios financieros, contribuyendo así a frenar el crecimiento de la oferta monetaria. Las autoridades han anunciado su propósito de que la medida sea temporal, lo cual permite pensar que su duración no excederá el tiempo en que la oferta monetaria supere los objetivos marcados a comienzos del año.Habría sido aconsejable evitar la coincidencia del aumento del coeficiente de caja con la disminución del coeficiente de inversión, promulgada hace unos días. Se trata, a pesar de todo, de decisiones de naturaleza distinta: la disminución del coeficiente de inversión y la libertad de retribución de pasivos modificarán a medio plazo la estructura del balance de las instituciones financieras, mientras que el aumento del coeficiente de caja es una medida relacionada con la evolución a corto plazo de la economía. Lo que no ofrece ninguna duda es que la coincidencia de estas medidas va a provocar una elevación de los tipos de interés.
Las razones del aumento del coeficiente de caja hay que buscarlas en el rápido crecimiento de la oferta monetaria a lo largo de las últimas semanas. El objetivo oficial del 8% había sido ampliamente superado en enero, lo cual llevó al Banco de España a aumentar los tipos de intervención en el Mercado monetario con objeto de frenar el crecimiento de'la cantidad de dine ro en circulación. Pero lo sucedido en febrero (una fuerte aceleración del ritmo de aumento de la masa monetaria) planteó la necesidad de una acción más enérgica.
El desbordamiento de las magnitudes monetarias se debe a circunstancias de índole diversa. Conviene destacar la incidencia del déficit del sector público como consecuencia de los gastos aplazados del año anterior (unos 600.000 millones de pesetas que ejercen su influencia en los primeros meses del año), el aumento de las reservas de divisas, en parte como consecuencia de,los elevados tipos de interés de los mercados interiores, y el crecimiento del crédito al sector privado. Evidentemente, lo más aconsejable sería preservar éste, para lo cual sería preciso frenar el gasto público. Sin embargo, y dejando de lado algunos esfuerzos meritorios, no parece que sea ésta el arma privilegiada de la política económica, con lo cual el peso del ajuste recae sobre la política monetaria y, al final, por lá vía del aumento de los tipos de interés, sobre el sector privado.
La situación actual no está exenta de riesgos. La propia dinámica del ajuste, al forzar al alza los tipos de interés, provocará la afluencia de capital a corto plazo hacia España. En nuestro caso, los efectos de esta situación se agudizan por la existencia de un excedente en la balanza por cuenta corriente y las fuertes limitáciones a las salidas de capital hacia el extranjero. Las presiones al alza sobre la cotización de la peseta que se derivan de estas circunstancias son tanto más peligrosas cuanto que nos encontramos en un proceso de desarme arancelario.
La discusión de estas cuestiones se complica este año por la falta de acuerdo salarial y la consiguiente tentación de politizar los problemas económicos. En líneas generales, un 8% de crecimiento de la cantidad de dinero en circulación debería financiar un 5% de aumento de los precios y un 3% de crecimiento de la economía.
Si los costes mantienen una progresión moderada, la eventual superación del 8% de aumento de las magnitudes mónetarias podría, tal vez, financiar algo más de crecimiento. Pero si los costes aumentan por encima de lo previsto, el crecimiento de la cantidad de dinero en circulación no haría sino ayudar al alza de los precios y a la pérdida de competitividad de la economía española. La tasa de inflación en la CE se sitúa actualmente en torno al 3% y nuestra adhesión implica la convergencia de nuestra política económica con la del resto de los países de la Comunidad. Se trata, sin lugar a dudas, de una de las claves esenciales del problema.
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