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Tribuna:EL CONFLICTO DE LOS MIR
Tribuna
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La especialización médica en España

Marciano Sánchez Bayle

La reciente crisis provocada por la orden ministerial que ampliaba y rectificaba la convocatoria MIR parece haber provocado una cierta incomprensión en la sociedad española que sería necesario aclarar.La especialización en nuestro país se rige casi exclusivamente por el sistema llamado MIR (médicos internos y residentes), que permite, a partir de una responsabilización progresiva y de un programa teórico-práctico, el alcance de los conocimientos de una determinada especialidad médica. El sistema es una copia del existente en la mayoría de los países del mundo civilizado. Sus resultados han sido asegurar una elevada calidad de cualificación de los especialistas médicos, a la vez que se produce un control social sobre un tema tan importante como la acreditación de los profesionales. para ejercer y se instaura un sistema de acceso democrático que permite que no existan discriminaciones socioeconómicas entre quienes quieren acceder a una especialidad médica.

Mano de obra barata

El MIR, por reunir esa doble circunstancia de ser trabajador y encontrarse en período de formación, soluciona multitud de problemas asistenciales y desarrolla una labor de trabajo importante. Si esta labor se hace sin supervisión, sin la orientación de los especialistas ya cualificados y con suficientes conocimientos y experiencia, será, en la mayoría de los casos, una labor perdida socialmente. Es relativamente fácil ver enfermos; bastante más difícil es diagnoticarles y tratarlos adecuadamente. Si el servicio y el hospital donde el MIR realiza su residencia carece de una calidad mínima, las labores del residente se derivarán hacia lo puramente asistencial-empírico, y no sólo su resultado en cuanto calidad asistencial será pobre, sino que, además, se le estarán desarrollando hábitos de trabajo inadecuados, y a la postre se habrá defraudado a la sociedad, al ofrecerle un médico con una titulación de especialista que no responde a su capacidad real.

Para evitar este problema se crearon, en cada especialidad, las comisiones de acreditación docente, dependientes de la comisión nacional de especialidades, pero la realidad es que su labor ha dejado mucho que desear. Así, existen comisiones de acreditación que han actuado con criterios realmente ajustados a la realidad, otras que sin mediar ninguna evaluación objetiva han acreditado a todos los que lo han solicitado, e incluso alguna que ha aprovechado sus atribuciones para poner condiciones absurdas que eliminaban una competencia molesta. Es, pues, preciso realizar un esfuerzo serio de reevaluación de la capacidad docente real de nuestros hospitales, más aún si se hacen planteamientos como el actual.

Existía un cierto control de calidad externo a estas comisiones de acreditación, y era la elección de los MIR. Estos, y de acuerdo con el número obtenido en el examen MIR, elegían especialidad y hospital, informándose. previamente de su situación docente, de manera que, en términos generales, podía decirse que los hospitales, con mejor oferta docente en cuanto a calidad eran los elegidos en primer lugar, quedándose otros, los de menor calidad, vacíos. Es obvio que la capacidad docente, incluso acreditando unos niveles suficientes en todos los centros, es distinta de unos a otros, y que hay hospitales y servicios que son punteros a nivel del Estado español, y en algún caso a nivel internacional, y que no es lo mismo hacer la residencia en uno de ellos que en el que ha sobrepasado los límites de la acreditación a duras penas

Estos servicios mejor calificados, en la mayoría de los casos, se concentran en aquellos hospitales y ciudades en que se ha realizado una mayor inversión en medios técnicos y humanos, y así las zonas más deprimidas sanitariamente, que suelen corresponder a las qué lo son económicamente, han visto estos últimos años cómo desaparecían sus residentes.

Y esto es un problema importante, pues los residentes tienen aparte del trabajo que desarrollan, una función dinamizadora de inquietudes y aspiraciones docentes, científicas y asistenciales que ayudan a evitar el natural anquilosamiento de cualquier plantilla fija.

Las vías paralelas

El problema, es complicado, pero no insoluble. En primer lugar parece lógico que se realizase la convocatoria de toda la capacidad docente existente en nuestro sistema sanitario, asegurando eso sí, que es una capacidad docente real. Además, la administración sanitaria, si desea que haya un flujo de médicos en formación hacia determinadas regiones, debería preocuparse de dotar en medios técnicos y en calidad docente e investigadora aquellos centros a los que quiere potenciar, sin confundir a los residentes, médicos en formación, con personal contratado para solucionar plantillas deficitarias, lo que, como ya he señalado, no sólo es conceptualmente incorrecto, sino, además, irreal en la práctica sin deteriorar la calidad asistencial de los hospitales.

Me quiero referir a dos problemas que son importantes a la hora de analizar la complejidad de este tema. El primero es si deben o no convocarse todas las plazas docentes, o lo que es lo mismo: ¿deben formarse más especialistas médicos en España? Tenemos más de 20.000 médicos en paro, y cada año salen entre 4.000 y 5.000 médicos nuevos de las facultades. Sin una formación, estos médicos son un potencial peligro público, e incluso, de acuerdo con la normativa de la CEE, ni siquiera podrán ejercer la medicina general. ¿Vamos a condenarlos al paro de por vida? Un médico especializado tiene más posibilidades de competir en el mercado de trabajo, e incluso de emigrar a otro país para ejercer su profesión; un médico sin formación no sólo es un mal profesional, sino, además, un parado sin salida alguna. Por otro lado, una vez que nuestro país ha aceptado la libre circulación de profesionales dentro de la CEE, no parece que tenga mucho sentido una planificación en esta materia a escala española, ya que limitaría las posibilidades de nuestros médicos al ejercicio de su profesión y les dejaría en inferioridad de condiciones con los de otros países. Creo que es precisa una reflexión seria, y que la política sanitaria actual no debería ser un obstáculo para encontrar una buena solución en este terreno.

El segundo problema es la posibilidad de la apertura de vías paralelas a la formación, de especialistas, y en parte va relacionado con el anterior. Existe, ante la escasez de plazas convocadas, una importante presión social por parte de quienes desean encontrar en la especialización una vía de salida al paro crónico. Los colegios de médicos han defendido vías distintas al MIR para la especialización; por eso resulta un tanto paradójica y sospechosa su postura actual. De hecho, los colegios de Barcelona y Cádiz han convocado exámenes para acreditar a especialistas"; el Colegio de Madrid está intentando un convenio con la Universidad en este sentido, y el propio presidente de la OMC declara públicamente apoyar esta vía.

Se trata de una vía falsa, sin controles suficientes, sin programas de formación acreditados, que parece desconocer la importancia de la re sponsabilización progresiva y que no asegura una suficiente formación, a más de que está abierta a un acceso incontrolado y discriminatorio, así como a múltiples arbitrariedades. Este sistema de especialización ya demostró en nuestro país sus notorias insuficiencias, y de su ineficacia nació la vía MIR. Intentar volver a resucitarlo sería un puro anacronismo.

Sin embargo, este tipo de posiciones se ve favorecido por la escasa oferta de plazas MIR, y más aún por la posibilidad de que capacidad docente de elevada calidad quede vacante en los hospitales.

El conflicto actual precisa soluciones inmediatas, pero no debe olvidarse que en su trasfondo está el mantenimiento y potenciación del mejor sistema de especialización de médicos que se había desarrollado en nuestro país. Si ello no sucediera, la calídad de la medicina española y, por ende, de la asistencia sanitaria sufriría un bajón de consecuencias incalculables.

Marciano Sánchez Bayle es médico, miembro de la Federación de Asociaciones para la Defensa de la Sanidad Pública.

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