Marcinkus celebró ayer en el Vaticano la liturgia del miércoles de ceniza
El arzobispo norteamericano Paul Marcinkus, contra el que la justicia italiana ha lanzado orden de detención, celebró ayer la liturgia del miércoles de ceniza en la pequeña iglesia de Santa Ana en el Vaticano. A la ceremonia asistieron 150 de los empleados que trabajan en el Estado vaticano, el más pequeño del mundo.
El atlético eclesiástico fue poniendo en la frente de cada uno de los fieles unos polvos de ceniza y pronunció la nueva fórmula posconciliar, menos lúgubre pero no menos significativa que la anterior: "Conviértete y cree en el Evangelio".Durante el sermón de la misa penitencial, Marcinkus -presidente del Instituto para las Obras de Religión (IOR), el banco del Papa- insistió en que en este período de cuaresma hay que meditar sobre la búsqueda de la caridad, de la obediencia y de la responsabilidad" y, sobre todo, "de la verdad".
El arzobispo Marcinkus, cuya detención ha pedido la magistratura italiana, afirmó que es muy importante para el hombre de hoy "encontrar un equilibrio entre la fuerza espiritual y la del mundo terrenal". Curiosamente, Marcinkus trató el mismo tema abordado por el Papa en la audiencia general celebrada sólo una hora antes.
Ante la insistencia de algunos periodistas que habían pedido asistir a la misa de Marcinkus, el Vaticano negó hasta último momento que éste fuera a celebrarla y señaló que lo haría el cardenal Baggional Baggio, presidente de la Comisión del Estado del Vaticano. Pero más tarde se supo que Baggio estaba fuera de Roma.
El diario La Repubblica, en un artículo titulado Marcinkus y el poverello de Asís, recordaba ayer que Juan Pablo II, tras el encuentro ecuménico de la ciudad de San Francisco, había afirmado: "Hemos decidido ser pobres". Y refiriéndose concretamente a Paul Marcinkus, recordaba que el Evangelio afirma: "Seréis bienaventurados cuando os arrastren hasta los tribunales por mi nombre". Por su parte, Il Manifesto, en un editorial titulado Marcinkus en la ceniza se preguntaba si el miércoles de ceniza no sería un buen momento para que el banquero del Papa, en señal de penitencia, renunciase a sus privilegios y afrontase "como prueba de inocencia la celda de la cárcel".
En ambientes vaticanos se insistía ayer en que el haber encargado a Marcinkus la celebración de esta liturgia no ha sido una provocación, ya que dicha decisión había sido tomada mucho tiempo antes.
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