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Pujol no quiere perder el tren

El presidente de la Generalitat negocia con Francia la llegada del TGV a Barcelona

Jordi Pujol dirigió, a principios de la semana pasada, una larga carta al presidente Felipe González, en la que le pedía una entrevista en la Moncloa y le sugería que se celebrara en los próximos ocho días. Además de abordar el desarrollo del Estatuto catalán y de intentar superar el actual impasse en sus relaciones con el Gobierno central, Pujol lleva un nuevo tema en su agenda: la prolongación hasta Barcelona de la línea del tren ultrarrápido que actualmente enlaza París con Lyón. Pero este proyecto, independientemente de su compleja vertiente francesa, necesita que el Gobierno español autorice -y presumiblemente financie- el tendido de una nueva vía férrea con ancho europeo desde la frontera hasta la capital catalana.El proyecto de Pujol prevé, en síntesis, que el actual trazado entre París y Lyon, que el Gobierno francés ya ha decidido prolongar hasta Valence, llegue hasta Montpellier y la frontera española, y que el Gobierno español construya una nueva línea rápida entre Barcelona y la frontera francesa. Con esta iniciativa, el presidente de la Generalitat parece poner encima de la mesa un elemento puntual de negociación para calibrar si hay posibilidad de abrir una nueva fase en las relaciones entre la Administración central y la autonómica.

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Promoción del proyecto

A la espera de su entrevista con Felipe González, el presidente Pujol ha realizado una intensa campaña exterior de promoción del proyecto, antes incluso de abordarlo con las autoridades españolas. Los pasados días 16 y 17, viajó a Toulouse y Montpellier invitado por los gobiernos regionales de estas zonas y el martes se entrevistó con el ministro de la Reforma Administrativa del Gobierno francés, Camille Cabanna, al que le comunicó el proyecto. Paralelamente, ha conversado con el ministro de Transportes francés, Jacques Douffiagues, con el que acordó verse en París el mes próximo.

Según fuentes de la Generalitat, Pujol ha obtenido en estos primeros contactos una respuesta de las autoridades francesas "si no satisfactoria, sí esperanzadora", pero cualquier acuerdo está condicionado a un pacto político entre los gobiernos de Madrid y París.

Las autoridades españolas, sorprendidas por la audacia con que Pujol ha presentado su proyecto y la rapidez con que ha informado a personalidades del Gobierno francés, se limitan a señalar que de momento no está prevista la construcción de la vía especial hasta la frontera francesa que necesitaría el TGV.

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Fuentes próximas al presidente de Renfe, Julián García Valverde, han manifestado que "no está justificada desde un punto de vista empresarial" la realización en España de una vía de ancho internacional, y que "antes hay otras prioridades". La construcción de esa vía obligaría, además, a renovar el material ferroviario que quisiera destinarse a su cobertura. Los técnicos de Renfe prefieren seguir utilizando ejes de ancho variable, como los sistemas Vevey u Ogi, ya experimentados por la compañía española en los servicios que enlazan con el extranjero.

El resto de los partidos catalanes mantiene silencio sobre la petición de Pujol, por temor a que cualquier postura discrepante comporte la tradicional acusación de mantener una postura anticatalanista.

Ciertos sectores del Rosellón francés, especialmente los relacionados con las operaciones comerciales de importación y exportación de mercancías, han expresado preocupación por los planes del Gobierno de la Generalitat. Estos sectores consideran que la modificación de la situación actual supondría una automática pérdida para el centro de distribución de mercancías de Le Boulu y el mercado central de Saint Charles, en Perpiñán.

La realización de la vía rápida entre Barcelona y la frontera, cuyo coste estimado es de unos 66.000 millones de pesetas, según la Generalitat, debería correr a cargo de la Administración central. Para que el TGV pudiera alcanzar una velocidad de 300 kilómetros/hora -la que lleva entre París y Lyon- deberían realizarse una serie de adaptaciones técnicas a las vías, que impedirían que circulara por ellas ningún otro tren.

Proyectarse hacia el Norte

Paralelamente a la negociación de su proyecto, Pujol ha advertido de la desventaja que supondría para Cataluña que el (Gobierno socialista eligiera el País Vasco como lugar de penetración en España del TGV. Está previsto que, para 1990, el TGV del Atlántico llegue hasta Burdeos, aunque entre Le Mans y esta ciudad irá a sólo 180 km/h.

Sin embargo, los proyectos de expansión ferroviaria francesa van por caminos algo diferentes. El interés prioritario de París son sus comunicaciones con el Norte y el Este de Europa. Los gobiernos de Francia, Bélgica, Inglaterra, Holanda y la RFA ya han suscrito un acuerdo para la construcción del TGV del Norte, el proyecto ferroviario europeo más ambicioso de los últimos años, que permitirá enlazar París, Bruselas, Londres, Amsterdam y Colonia con una línea que permitirá en todo su trazado los 300 kilómetros/hora. Y para 1993 está prevista la inaguracIón de un túnel enel canal de la Mancha. Por lo que: respecta al Sur, la única previsión es prolongar el TGV París-Lyon hasta Valence.

El trayecto Barcelona-París costaría mas de 20.000 pesetas

Viajar de París a Lyon en el TGV, ciudades separadas por menos de 450 kilómetros, cuesta entre semana, en primera clase, 345 francos (7.245 pesetas), y tiene un suplemento de 70 francos (1.470 pesetas) los fines de semana, vacaciones y en la época veraniega. En segunda, el precio del billete cuesta 234 francos (4.914 pesetas), y cuando tiene suplemento crece en 42 francos (882 pesetas).Caso de mantenerse la misma proporción kilómetro/ precio, un billete entre Barcelona y París costaría más de 20.000 pesetas si es en primera clase y en un día gravado con suplemento. Un pasaje de avión de la compañía Iberia entre ambas capitales cuesta unas 29.000 pesetas.

Pese a estos precios, el TGV de París a Lyon se ha revelado uno de los negocios más rentables de la Société Générale de Chemins de Fer.

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