Los palestinos, víctimas de la ocupación siria de Beirut
Entrar en Beirut oeste ha sido muy fácil para las tropas sirias; que consigan sus objetivos es mucho más problemático. La pregunta es si Siria triunfará allí donde fracasaron estrepitosamente otras fuerzas extranjeras, israelíes y norteamericanos incluidos, que llegaron a Beirut para poner orden. Los desafíos a los que se enfrentan los 7.000 soldados sirios, que ayer continuaron su despliegue, son disolver las milicias musulmanas, terminar con la guerra de los campamentos palestinos, poner coto a la creciente influencia de Irán, resolver el problema de los rehenes extranjeros y no enfrentarse con los cristianos. En cualquier caso, algo está claro: que la milicia shií Amal gana con la entrada de las tropas sirias y que los palestinos son las principales víctimas.
Siria cuenta con un callado consenso universal en la tarea de pacificar Beirut, ciudad afectada por "una especie de peste medieval", en palabras del secretario de Estado norteamericano George Shultz. Incluso Israel confirmó ayer que no tiene planes para intervenir en la capital libanesa como consecuencia del despliegue sirio. Fuentes israelies se manifestaron satisfechas con el hecho de que, al parecer los sirios no han introducido misiles antiaéreos en Beirut.Aunque Radio Damasco afirme que "Siria no tiene necesidad del permiso norteamericano" para intervenir en la capital libanesa, todo el mundo cree en ciudad que Washington ha dado algún tipo de luz verde a la operación iniciada el pasado fin de se mana. Sólo la Organización para la Liberación de Palestina (OLP), Egipto e Irak, además de Israel, han alzado su voz contra lo que algunos han llamado "invasión siria".
La emisora egipcia La Voz de los Árabes asegura que los soldados sirios han ocupado Beirut oeste "para arreglar las cuentas con las comunidades que le son hostiles y especialmente con los palestinos que apoyan la legalidad representada por Yasir Arafat". La OLP también ha expresado sus temores a una operación militar contra sus campamentos en Beirut.
Sirla ha entrado en Beirut en un momento en que las fuerzas antipalestinas desfallecían. En 1976, la intervención militar de Damasco supuso un respiro a los milicianos falangistas cristianos, en franca retirada ante una alianza de palestinos, drusos y musulmanes de izquierda. Ahora ha dado aliento a su actual aliado privilegiado libanés, el movimiento shií Amal (Esperanza), que había sufrido un severo correctivo en la guerra de los campamentos y veía amenazada su hegemonía en Beirut oeste por el avance, la semana pasada, de una coalición de fuerzas propalestinas e izquierdistas, formada por drusos, comunistas y musulmanes suníes.
Desde hace más de cuatro meses, la mayoría de los campamentos palestinos de Beirut y del sur de Líbano están cercados por los shiíes de Amal. Pero éstos se han visto impotentes para reducir la, resistencia armada de sus ocupantes, mientras que, por el contrario, las diversas facciones palestinas han dado pasos hacia una nueva unidad en torno a la OLP y su líder, Yasir Arafat. Nada más alarmante para el presidente sirio, Hafez el Asad, cuya hostilidad hacia Arafat y su voluntad de dirigir el movimiento palestino son sobradamente conocidas.
Por el momento, los sirios han tomado posiciones cerca de los campamentos palestinos de Sabra y Chatila -que ayer fueron atacados por tanques de Amal- y pronto lo harán en el de Burj el Barajne. El enigma es saber si realizarán una entrada para desarmar a los fedayin, objetivo número uno del exhausto movimiento Amal.
La guerra callejera entre milicias de la pasada semana comenzó justo instantes después de que el líder druso, Walid Jumblat, manifestara su firme oposición al desarme palestino.
El fin del reíno
El hombre fuerte sirio en Líbano, el brigadier Ghazi Kanaan, ha proclamado el "fin del reino de las milicias". Los grupos paramilitares han sido los dueños en los últimos tres años del Beirut musulmán y está por ver si aceptarán su completa desaparición. Por eso las tropas de Damasco ya les han hecho desaparecer de las calles e incluso han ocupado sus cuarteles generales en la ciudad. Amal entregó de buen grado su bastión de la torre Mur, el principal rascacielos de Beirut Oeste. En cambio, los drusos están oponiendo más resistencia.
Ayer los portavoces sirios anunciaron una inminente entrada en el barrio de Basta, donde el grupo shií proiraní Hezbolá (Partido de Dios) tiene su cuartel general. Hezbolá, acusado de cubrir bajo su difuso manto a los secuestradores de norteamericanos y europeos, ha mantenido un prudente silencio en las dos últimas y agitadas semanas.
Poner término a la creciente influencia es otro de los objetivos de Damasco. Si sus tropas entran en Basta y, sobre todo, en los populosos e intrincados suburbios meridionales de la ciudad, los barrios shiíes, Damasco arriesga un serio enfrentamiento con su aliado iraní.
Los cristianos, atrincherados en Beirut este, han reaccionado de dos modos a la intervención militar siria. El presidente Amín Gemayel ha venido a criticar la forma y no el fondo de la intervención. Sobre todo, se queja de no haber sido consultado. El líder miliciano Samir Geagea declaró ayer mismo que se trata de "una invasión".
Ghazi Kanaan ha anunciado que sus hombres no ocuparán el lado cristiano de la línea verde y que dejarán esa tarea a fuerzas regulares libanesas. Es una manera de evitar la confrontación con los del otro lado, los milicianos y los soldados cristianos.
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