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Reportaje:VIDA Y MILAGROS DEL BANCO ESPAÑOL DE CRÉDITO / 2

La herencia y la influencia

La política, la 'carpeta', la vicepresidencia y la autocartera, mecanismos de poder de la entidad financiera

Xavier Vidal-Folch

A la cúpula del Banco Español de Crédito se llega o por la herencia o por la influencia. Un complejo y milimetrado mecanismo hereditario/sucesorio de carácter familiar; la continuada cooptación de políticos influyentes, particularmente ex ministros, y el mantenimiento de ese control desde la gestión del grupo son las llaves que abren el reino de Banesto.La influencia política es una de las vías típicas de acceso al consejo del banco. A lo largo de toda la Restauración son numerosos los ex ministros de Alfonso XIII cooptados por la cúpula de Banesto. Pero también funciona el camino inverso: personas que a través de su puesto en el consejo de Banesto, o simplemente de la línea ejecutiva del banco, acceden al consejo de ministros, e incluso a su presidencia, como es el caso de Manuel García Prieto, marqués de Alhucemas.

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El esquema permanece invariado con los hombres del franquismo. Varios de los ex ministros del general logran encaramarse a la cúpula de Banesto: Federico Silva Muñoz (Obras Públicas), Gregorio López Bravo (Industria y Exteriores) -quien protagonizará un intento de acceso a la presidencia a finales de los años setenta-, y José María López de Letona (Industria). Claro que Silva ha sido cocinero antes que fraile, pues se pasa a la política tras haber sido jefe de los servicios jurídicos del banco.

La oportunidad y la 'carpeta'

Otros cargos ha habido, además de los ministeriales. José María Sáinz de Vicuña y García Prieto, nieto del marqués de Alhucemas, abogado del Estado, director de la sucursal de Banesto en Barcelona y luego director general en 1964-1965 (puesto desde el que nombra a Landelino Lavilla, quien ha sido secretario de la entidad, como director general adjunto) pasa a la política como subsecretario de Hacienda con Alberto Monreal Luque (1969-1973) para volver luego al banco y ejercer como mano derecha del actual presidente, Pablo Garnica Mansi.

Normalmente se cooptan políticos de la situación. Así culminan carreras, relaciones, amistades. Con frecuencia se trata de personas en una fase más o menos terminal de su actividad, pero que son útiles por conocidos e influyentes. En otros casos hay una dosis mayor de oportunidad. Este don de la oportunidad es el que se derrama en el ejemplo del republicano Epifanio Ridruejo, don Epi, a quien Pablo Garnica Echevarría va a buscar cuando llega la República, porque nadie de la casa puede prácticamente dialogar con el nuevo poder. "Esta misma operación, más o menos, es la que hacemos ahora con López de Letona", asegura un poderoso consejero de Banesto, "porque el gobernador del Banco de España, Mariano Rubio, nos insistió mucho en que cambiáramos y Letona está muy bien visto, por él", además de ser pariente y antiguo superior de Rubio.

El mecanismo hereditario se quintaesencia en la carpeta. En el centro de la sala de consejos de Banesto, situada en su sede del madrileño paseo de la Castellana, alfombra mullida, media luz, se yergue una mesa redonda, hendida y funcional.

Ante cada uno de los 17 asientos yacen, solemnemente depositadas, sendas carpetas de piel marron oscura. Casi tienen alma y, desde luego, jerarquia, pues siempre andan colocadas en orden decreciente de antigüedad: a la derecha del presidente, vicepresidente y secretario, se ordenan según los años que su último inquilino lleva como consejero. Ajadas las más, relucientes las menos -las correspondientes a consejeros self made que ostentan buenos paquetes, como José Suñer o Moisés Cosío-, todas llevan grabadas en oro, sobre el ángulo superior izquierdo, los apellidos del dueño y de sus antecesores.

En muchos casos el orden de los nombres repujados a fuego en cada carpeta corresponde al orden sucesorio familiar estricto: el nombre de Gabriel Garnica va antecedido por el de su padre, Pablo; el de Juan Herrera, por los dos Martínez Campos, Ramón y Arsenio... Eso significa que el heredero ocupa directa e inmediatamente la vacante del antecesor.

También ocurre que el sucesor acceda a la carpeta un tiempo después, bien porque no le haya llegado la edad, o porque exista un problema de combinaciones para resolver anteriores compromisos. Pero todo suele suceder entre el más espeso de los silencios, bajo la apariencia de que nunca pasa nada, tras la que a veces se esconden duros forcejeos (ver despiece).

El mecanismo hereditario se completa y se lleva hasta las últimas consecuencias en el acceso a la presidencia. Desde que el banco se ha nacionalizado, en este asunto quien verderamente manda son las cuatro grandes familias, los Gómez Acebo, Garnica, Martínez Campos y Argüelles. En sesenta años ha habido cinco presidencias, cuatro de las cuales han recaído en los Gómez Acebo (José, marqués de Cortina; Jaime, marqués de Deleitosa) y los Garnica (don Pablo y Pablo).

Las vicepresidencias

Este turno, sólo quebrado en una ocasión -la presidencia Aguirre, de 1970 a 1983-, encuentra su vigor en el nombramiento de los vicepresidentes. "Lo tradicional es que el vicepresidente acceda a la presidencia", indica un representante de las cuatro grandes familias, "y cada presidente acostumbra a tener manos libres para nombrar a su vicepresidente", aunque a veces ello sea motivo de reyertas y pactos de futuro. Lo cierto es que un repaso a los papeles de la casa testimonia que todos los presidentes han ocupado antes el puesto de vicepresidente y el de máximo ejecutivo o consejero-delegado, y casi siempre los dos. Aunque, como es obvio, no todo vicepresidente acába en el primer puesto.

El árbol de Banesto no tiene solamente cuatro ramas. Junto a las más enraizadas familias, por influencia y por historia, la cúpula de Banesto se ha completado siempre con otros grupos y familias de raigambre financiera e industrial. Entre éstos destaca el núcleo asturiano. Asturias es la cuna de muchos negocios de Banesto y de alguna de las familias más notables del banco. Agustín Argüelles obtiene en el principado el acta para las Cortes de Cádiz.

Algunos apellidos de la burguesía asturiana tienen, desde siempre, asiento en el consejo: es el caso de los Sela y los Figaredo, -banqueros y propietarios de minas- cuyos actuales representantes son Inocencio Figaredo Sela y Luis Sela Figaredo. Sus antecesores son Alberto Figaredo Herrero y José Sela Sela, cuyos puestos datan de la absorción por el Español de Crédito de la Banca Sela, y están respaldados, a diferencia de los grandes apellidos, por un importante paquete accionarial.

Pedro Masaveu Peterson, de familia asturiana con intereses en el hierro y en la Banca Masaveu -luego absorbida en la vorágine Rumasa-, es un rico cultivado cuyo melómano padre, también consejero, le contagió el placer por el plano en las estáncias del palacio de Hevia. El edificio tiene sus ventanas guarnecidas con cristal de Baccarat. Casi retirado de todo, Masaveu es, como los otros consejeros asturianos, un fuerte accionista de Banesto, tras haber cedido a éste parte de las sucursales de su propio banco, a cambio de acciones. También de origen asturiano, el consejero Moisés Cosío posée asimismo un importante paquete, procedente de su su padre, quien amasó una colosal fortuna en México.

Otros nombres significativos del actual consejo corresponden a potentes familias financieras e industriales. José Luis de Oriol e Ybarra, que sucede en el puesto a su padre, José María de Oriol Urquijo, marqués de Casa Oriol (Hidroeléctrica Española, Ybarra y Compañía, Patentes Talgo). José María de Oriol es invitado al consejo del banco nada más acabar la guerra, por su conocimiento y dominio del sector eléctrico; y Antonio Sáez de Montagut, hijo y yerno de consejeros, Antonio Sáez Fernández Casariego y Francisco Aritio Gómez.

El anterior presidente, José María Aguirre Gonzalo (Agromán), y el industrial del hierro José Suñer Martínez (Comercial de Laminados) son los dos selfmade men que se han incorporado a Banesto. Figuran también entre los consejeros con mayor número de acciones. Un paso fugaz lo tuvieron Pedro Barrié de la Maza, conde de las Fuerzas Eléctricas del Noroeste (Fenosa), sucediendo a Ricardo R. Pastor (Banco Pastor) y, el catalán José Valls Taberner.

Los consejeros que han sido ministros con Franco no han estructurado, hasta el momento, un poder familiar. Pero en el banco se detecta bastante incredulidad -basada en anteriores relaciones familiar/mercantiles- ante la presentación de la operación López de Letona a título de sucesor de Garnica como "el final de las familias", imagen que algunos han cultivado.

Los consejos de admmistracíón de los grandes bancos, también de los medianos, representan directa o indirectamente importantes paquetes accionariales. Incluso aunque su porcentaje sobre el capital total sea sólo relativo. dado que los recursos propios son inmensos.

Pues bien, en Banesto las cosas difieren un poco. Los paquetes significativos en manos del consejo corresponden más bien a consejeros excepcionales o colaterales (el grupo asturiano, Aguirre, Suñer). La regla es que el consejo ostenta el poder político, pero apenas el título economico que suele legjtimarlo en las sociedades anónimas. "El consejo tiene muy pocas acciones", reza la versión oficial, que se niega sin embargo a su desglose. La casa constituye pues un caso singular de banco controlado desde su gestión. El núcleo dirigente se reproduce y, perpetúa a través del ejercicio directo del poder, en el banco y en el grupo.

La autocartera

Durante bastante tiempo el principal paquete accionaral del Español de Crédito ha estado en manos del propio banco, de forma que quien controlaba el consejo, controlaba el banco por partida doble. El instrumento era la nutrida autocartera. Para finales de 1983 ésta alcanzaba, según

fuentes exteriores a la casa, un 13% de los 30.000 millones de pesetas del capital, es decir, 14 millones de acciones, controlados a partir de la Compañía Española de Mercurio, una, sociedad instrumental especializada en manejar la autocartera.

A ello habría que añadir el paquete directamente en manos del consejo (casi 6 millones de acciones) y el difundido a través de condiciones ventajosas entre el personal de Banesto (otros ocho millones), lo que totaliza un bloque de control próximo al 30% del capital. A este bloque deberían sumársele, en puridad, los paquetes que ostentan empresas del grupo: medio millón de acciones en la cartera de Unión y el Fénix, cinco millones en Petróleos del Mediterráneo.

Oficialmente, Banesto indica ahora que Ia autocartera ha quedado reducida a su mínima expresión", aunque otras fuentes sitúan su volumen en porcentajes cercarnos al 10%. Según la línea ejecutiva, el paquete en manos del banco únicamente tiene como función "regular la cotización de la acción", pero la negativa a ofrecer mayores precisiones cuantitativas es firme y constante, y no despeja las dudas.

La repetición de los nombres que componen el grupo dirigente en los consejos de administración de las empresas del propio grupo arroja alguna luz sobre cómo se proyecta la influencia de las familias más allá del estricto marco del banco, así como los beneficios colaterales que se derivan del control de Banesto operado desde su gestión.

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