_
_
_
_
Tribuna:ANÁLISIS DE LA 'CUMBRE' MONETARIA DEL FIN DE SEMANA / 1
Tribuna
Artículos estrictamente de opinión que responden al estilo propio del autor. Estos textos de opinión han de basarse en datos verificados y ser respetuosos con las personas aunque se critiquen sus actos. Todas las tribunas de opinión de personas ajenas a la Redacción de EL PAÍS llevarán, tras la última línea, un pie de autor —por conocido que éste sea— donde se indique el cargo, título, militancia política (en su caso) u ocupación principal, o la que esté o estuvo relacionada con el tema abordado

Déficit comercial y tipo de cambio del dólar

Durante un cierto tiempo, Estados Unidos ha conseguido sustraerse a las consecuencias adversas que sobre los mercados financieros ha tenido esa insidiosa combinación de bajo índice de ahorro y alto déficit federal. Lo ha conseguido a base de la captación de capitales extranjeros en una cuantía tal que en 1986 superó el total del ahorro privado en Estados Unidos. El otro lado de la moneda, sin embargo, es un ingente déficit comercial y por cuenta corriente que restringe tanto el crecimiento de la producción industrial en general como los incentivos a la inversión industrial, que tan necesarios van a ser en los años venideros.Los datos simples de la situación son que estamos gastando más de lo que producimos y que no estamos en condiciones de financiar con recursos internos ni nuestras necesidades de inversión ni nuestro déficit federal. Son condiciones no sostenibles prolongadamente; no lo son en un momento como el presente en que la entrada de capitales desde el exterior no puede responsabilizarse de una reactivación de las inversiones productivas.

No es sostenible desde una perspectiva económica acumular deudas exteriores a la vez que no acaba de hacerse la inversión necesaria tanto para generar crecimientos como para obtener los recursos monetarios necesarios para atender los pagos de la deuda.

No es políticamente soportable en la medida en que las presiones que se ejercen sobre nuestra infraestructura industrial se transmutan en una demanda de protección.

En último término tampoco será soportable desde una perspectiva internacional, toda vez que la confianza en que se sustenta al aflujo de ahorro exterior sufrirá una erosión.

El planteamiento general

Como hipótesis, podría, cortarse al aflujo de importaciones por medio de medidas proteccionistas incisivas, arrolladoras, pero ello tendría por consecuencia un impulso al alza de la tasa de inflación y de los tipos de interés en Estados Unidos, un perjuicio al crecimiento en el exterior y una invitación a la represalia. En vez de un crecimiento ordenado y sostenido estaríamos llamando a una recesión a escala mundial.

Se podría también intentar conducir al dólar a una valoración mucho más baja o bien sentarse tranquilamente a esperar que las fuerzas del mercado por sí solas generaran esa situación. Pero también eso significaría una erosión de los éxitos logrados con mucho esfuerzo para atajar la inflación, y amenazaría con disipar la corriente de capital extranjero que hoy necesitamos. La estabilidad de los mercados financieros se vería así comprometida y las perspectivas de exportación podrían cerrarse por los efectos negativos que ello tendría sobre el crecimiento exterior.

Enfrentados a unas circunstancias tales, buen número de países menores podría lógicamente acometer fuertes planes de austeridad, porque indudablemente más pronto o más tarde se verían forzados a adoptar programas de ese tipo. Se tomarían medidas serias de contención fiscal y monetaria, con lo que se correría el riesgo de recesión a corto plazo, aunque también en la previsión de que las exportaciones responderían vigorosamente, que caerían las importaciones y que sus economías retomarían la senda del crecimiento sobre bases mucho más sólidas. Pero en el contexto de un crecimiento tibio de la economía mundial, el que Esta dos Unidos tomara esa dirección entrañaría riesgos especialmente altos y los resultados serían problemáticos en el mejor de los casos.

Hay una alternativa razonable a todo ello, más complicada pero al mismo tiempo mucho más prometedora.

Es posible recurrir a una combinación de instrumentos de política económica para favorecer los ajustes que estamos necesitando. Seguramente los resultados tardarían aIgún tiempo en hacer aparición. Pero serían unos resultados que se producirían con mucha mayor solidez y además serían congruentes con el mantenimiento del crecimiento de Esta dos Unidos y del resto de los países, con progreso hacia una estabilidad bien asentada de los precios y con mantenimiento de la apertura de los mercados. Ese es de hecho el curso que estamos siguiendo. A buen seguro su buen fin exigirá de nosotros una dosis poco corriente de disciplina, paciencia y cooperación internacional. De todos modos, dado todo lo que está en juego no sólo para Estados Unidos, sino para otros, no creo que tengamos otra opción real.

Se han tomado ya importantes medidas en el sentido necesario. Y lo que es más evidente aún es que el valor del dólar respecto de las monedas de otros países industrializados ha experimentado un descenso sustancial, lo cual ha colocado a nuestra industria en una posición mucho más fuerte de competitividad. Sube el nivel de nuestras exportaciones a pesar de un crecimiento internacional relativamente lento. El deterioro del déficit comercial en conjunto parece haberse contenido aun cuando todavía falta una prueba clara de la inversión de tendencia. Además, mientras la depreciación de¡ dólar inevitablemente arrastra consigo unae levación de los precios de importación, hemos tenido la suerte de que el impacto inicial sobre nuestro nivel general de precios se haya visto más que compensado por la caída de los precios del petróleo y de otros bienes. La tasa de inflación latente, calculada según la tendencia de los salarios en relación con la de la productividad ha seguido descendiendo.

Hemos tenido también la suerte de que el aflujo de capitales desde el exterior, impelido por el alza de nuestros mercados de valores y por cierto descenso de los tipos de interés en el exterior, se ha mantenido bastante bien mientras el dólar se movía a la baja. De cualquier modo, al mismo tiempo que vayamos reduciendo nuestro déficit por cuenta corriente el aflujo neto de capitales también disminuirá. Ello indica con mayor relieve la importancia crítica que tiene el seguir adelante con nuestras reducciones del déficit del presupuesto federal, el cual absorbe una porción tan importante de nuestro ahorro.

El progreso que se está haciendo este año en esa dirección es alentador. Pero eso sólo puede ser el comienzo. La reducción prevista de 40.000-50.000 millones de dólares para este año se efectuará sobre una cifra récord de déficit de 220.000 millones de dólares para el año fiscal de 1986 -más del 5% del producto interior bruto-, reducción que se está viendo ayudada por algunos factores temporales. Para este año va a Costar más avanzar en ese sentido.

Desde mi punto de vista el progreso no habrá de medirse tanto por el cumplimiento o no de objetivos preestablecidos como por un curso sostenido de reducción del déficit y de crecimiento económico, sustentado todo ello por medidas que puedan ser sostenibles a lo largo de los años. Si no se da esa situación cuesta concebir cómo una disminución sostenida del déficit comercial, si es que ésta es posible en una situaión de cuantioso déficit presupuestario, puede aportar un beneficio neto al conjunto de la economía. La consecuencia clara de ello sería un mercado de capitales congestionado y tipos de interés más elevados, mayores peligros inflacionarios y amenazas para el crecimiento.

La escena internacional

Inevitablemente, por lo elevado de nuestra influencia en la economía internacional, una mejora acusada de nuestra balanza comercial se vería correspondida por un notable erripeoramiento de la situación de otros países. Lo indicado es que esa mejora se produzca en gran medida en los países más importantes y con superávit excepcionalmente elevados, señaladamente Japón y la República Federal de Alemania, países ambos que ahora registran una cierta caída en su volumen neto real de exportaciones. Ese proceso no puede producirse de una manera fluida y eficaz a menos que dichos países y otros más puedan mantener un fuerte impulso en su demanda interior.

Paul Volcker es presidente de la Reserva Federal de Estados Unidos.

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo

¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?

Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.

¿Por qué estás viendo esto?

Flecha

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.

Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.

En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.

Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_