Las bibliotecas

Hace 35 años terminaba yo en Londres mi tesis doctoral sobre un tenia español. Al acercarse el verano, mi biblioteca de barrio me animó a que fuera a veranear al campo, donde -me insistieron- podría encontrar los mis-Pasa a la página siguiente

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mos libros especializados que estaba utilizando en la capital. Fui a Linlithgow, una aldea de la remota Escocia. La biblioteca pública me dio la bienvenida y me invitó a que pidiera cualquier libro editado en cualquier idioma que pudiera necesitar, ya que en el Reino Unido existe un servicio centralizado de intercambio, con tres inmensos depósitos nacionales. ¡A los cinco días tenla mis cuatro raros libracos en casa! Y me pregunto: ¿cómo un país como España, 35 años después- y con un nivel de renta tres veces superior al británico de aquella época, no ha resuelto aún este gravísimo problema? ¿Por qué oímos todos los días de miles de millones para cárceles, policía, armas, universidades y folclor de verano, parcheos a municipios, subvenciones para acciones fraudulentas, "gastos de diversos ministerios", entes territoriales, etcétera, y no hemos encontrado aún las ganas y las fórmulas para crear esas 3.000 bibliotecas públicas de préstamo (340 para una ciudad como Madrid, a razón de una por cada 12.500 habitantes) con su personal y organización local y nacional? ¿Dónde están las promesas electorales?

Cuando mis colegas extranjeros comprueban que aquí, en España, si necesitas o te conviene leer un libro, no tienes otra solución al final que comprarlo, si puedes, se quedan perplejos y no lo pueden creer- Alvaro Ortiz. .