"Para los niños es más escandaloso el erotismo que la violencia", afirma el ex juez de Azuaga
Antonio Navarro Castillo, granadino, de 52 años, casado y con tres hijos, el juez que ordenó la detención de upa pareja que realizaba "efusiones eróticas" en un bar de Azuaga (Badajoz), no se considera "ni moral ni jurídicamente responsable" del suicidio de Diego Sánchez, condenado a cinco meses de cárcel por aquellos hechos. El ex juez, que aparece humilde, pero crispado, afirma que "para los menores es más escandaloso el erotismo que la violencia".Nervioso y »muy afectado" por lo que se ha dicho de él, Navarro protesta ele que río se le haya re novado el contrato como juez de distrito de Azuaga. Y lo que le importa es que el presidente de la Audiencia Territorial de Cáceres, Jesús González Jubet, "ha cometido una arbitrariedad excluyéndome sin una razón de peso", dice. Y denuncia irregularidades como que la secreta ría del juzgado vive en Badajoz, 11 a 150 kilómetros de Azuaga, a donde va una o dos veces por se mana, o ninguna, con el conocimiento del presidente, por ser hija de quién es" (se niega a precisar más), mientras que él ha sido siempre muy cumplidor, hasta el punto de que una vez muestra la denuncia- requirió a la policía municipal para que sancionara a sus propios hijos, por jugar con una pelota en el parque municipal,- "estando prohibido". Le molesta que digan que estaba en paradero desconocido, porque se encontraba localizable en Madrid.
Navarro asegura que, después de la sentencia que impuso a la pareja de novios la Audiencia Provincial de Badajoz, tomó café Muchas veces con el joven condenado, y que 'incluso "hace 12 días estuvimos él y yo de bromas". Cree que todo esto lo han manipulado los burgueses -"mi mejor amigo en el pueblo es el gitano Castañuelo", dice- y que "seguramente las mismas señoras que murmuraban contra mí", afirma, "por»que dejaba a la pareja acariciarse, me han llamado después asesino".
El hasta hace unos días Juez de distrito de Azuaga asegura que ordenó detener a los jóvenes porque cuando hizo que le llamarán la atención los policías municipales, Diego le dijo a él: "Tú me chupas los huevos". "Si se hubieran disculpado, yo no les hubiera mandado detener. Lo hice mayormente", dice, "por el insulto, por el principio de autoridad". Tal vez por eso, lo único que lamenta de la condena es que "la Audiencia Provincial les absolvió de desacato".
Para Navarro, si las caricias ("oiga, estaban con la bragueta abierta y con eso así", señala llevándose las manos al pantalón) se hubieran producido en un pub o en una discoteca, "en la penumbra, sin niños, la cosa no hubiera tenido tanta relevancia jurídica". Preguntado por qué da tanta importancia a la presencia de niños, balbucea: "Yo... hombre, yo, eran niños de 6 o 7 años". Sobre si ha actuado alguna vez de igual modo ante una pelea a puñetazos dice que no y sobre el impacto que la violencia física puede causar en los niños, lo tiene claro: "creo que el erotismo les escandaliza más psíquicamente, aunque quizás habría que estudiar la mentalidad de cada niño. Aquel día no dio tiempo.
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