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LA CRISIS DE LOS REHENES

Shultz acusa a los libaneses de pasividad ante el terrorismo

Francisco G. Basterra

El secretario de Estado norteamericano, George Shultz, ha sugerido que la población de Beirut sería responsable de las posibles consecuencias de un ataque militar, en el caso de que los extremistas islámicos cumplan su amenaza de matar a los tres rehenes norteamericanos que tienen en su poder. Pero en Washington no se registraron ayer movimientos que hicieran pensar en una acción de represalia inminente contra Líbano. El Pentágono ordenó a cinco barcos de la VI Flota entrar en el puerto israelí de Haifa, donde ya se encuentran ocho buques, incluido el portaviones Kennedy, disminuyendo la alerta de la flotilla.

"La gente de Beirut tiene que reconocer que lo que están haciendo está arruinándoles. Tienen una plaga allí y se están aislando del mundo, y el mundo debe aislarlos. Tienen que tomar el control de esta situación", declaró Shultz a la cadena de televisión ABC, que quiso saber si puede haber una represalia militar, aún en el caso de que acarree la pérdida de vidas inocentes.El secretario de Estado ha dicho públicamente que, en ciertos casos, el fin de luchar contra el terrorismo puede justificar la muerte de civiles en una respuesta. "La población de Beirut no está ejerciendo la responsabilidad debida hacia su comunidad", afirmó Shultz. La Casa Blanca precisó ayer que las palabras del secretario de Estado no deben entenderse como un aviso a la población de Líbano.

El embajador de la Liga Árabe en la ONU calificó estas declaraciones de "provocadoras y frívolas". Estados Unidos se encuentra más aislado que nunca ante la decisión de utilizar su poderío militar, que sólo contaría con el apoyo diplomático y bélico de Israel. Los países europeos, que también tienen rehenes en Líbano, han advertido a Washington que no inicie ninguna acción armada. Ni siquiera Margaret Thatcher, que hace un año apoyaba los bombardeos contra Libia, esta vez se pone al lado de Reagan. La desconfianza europea sobre la capacidad de esta Administración, sobre todo tras el escándalo del Irangate, es reconocida aquí como un factor muy negativo cara a cualquier acción drástica en el exterior.

"No comentaremos sobre futuras acciones", afirmó ayer la Casa Blanca, que informó de que Washington no ha pedido a Israel que negocie con los terroristas la liberación de 400 prisioneros árabes, como exige la Jihad Islámica para la Liberación de Palestina. El portavoz presidencial insistió en que no habrá pago de rescate por los rehenes ni petición a terceros países de que lo hagan. Pero el escándalo iraní ha acabado con la credibilidad de estas declaraciones. El ultimátum expiraba a las cinco de la tarde hora de Washington (medianoche en Líbano).

Weinberger, con Reagan

El secretario de Defensa, Caspar Weinberger, que se reunió ayer con Ronald Reagan en la Casa Blanca, ha dicho que el Pentágono puede enviar más barcos al Mediterráneo. "Si la situación se hace más crítica, y nadie puede negar que lo que está ocurriendo en Líbano, en Siria, en Irán y en Irak no es crítico, la presencia [militar norteamericana] puede aumentar. Lo mejor es planear algo eficaz, hacerlo y no dar ninguna pista antes", explicó Weinberber a la BBC.Los 120 aviones embarcados en los portaviones Kennedy y Nimitz tienen planes secretos para atacar decenas de objetivos en Líbano, si el presidente decide finalmente ir adelante. Pero la dificultad de identificar a los secuestradores, la seguridad de que un ataque sería la sentencia de muerte de todos los rehenes (hay 26 extranjeros secuestrados en Líbano, nueve de ellos norteamericanos), y la certeza de que la política occidental en el mundo árabe pagaría un precio muy alto, hacen ser muy cautos a los políticos y a los militares en Washington.

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La Casa Blanca insistió también ayer en que Terry Waite, negociador de la Iglesia de Inglaterra desaparecido hace más de dos semanas en Beirut, no consultó con la Administración de Reagan ni antes, ni durante su misión en Líbano. El portavoz presidencial, Marlin FitzWater, desmintió que Waite llevara un transmisor colocado por EE UU para que sus movimientos pudieran ser seguidos por los servicios de espionaje.

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