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Editorial:
Editorial
Es responsabilidad del director, y expresa la opinión del diario sobre asuntos de actualidad nacional o internacional

Sorpresas en las urnas alemanas

LOS RESULTADOS de las elecciones del domingo en la República Federal de Alemania no han confirmado los pronósticos: ni los socialistas se han hundido ni los democristianos han arrollado. Los dos partidos pequeños, verdes y liberales, son los que han avanzado. Los dos grandes han retrocedido: en una proporción menor los socialistas que el partido del canciller Kohl, que ha caído a su nivel más bajo desde la creación de la RFA. Con todo, la coalición democristianoliberal que encabeza sigue teniendo una mayoría absoluta en el Parlamento.El descenso electoral de los democristianos se produce -y aquí está la raíz de las erradas previsiones preelectorales- cuando la situación económica de Alemania Occidental, a pesar de un paro considerable, registra progresos sustanciales. En vez de inflación, el nivel de precios ha descendido en un 0,2% en 1986; el crecimiento económico ha llegado casi al 3%. Son factores a los que siempre ha sido muy sensible el electorado de centro y de derecha. Kohl ha podido centrar su campaña en la seguridad, la estabilidad, la prosperidad del país y en el papel creciente que desempeña en Europa. Su fracaso se debe, al menos en amplia medida, a los síntomas de un corrimiento hacia posiciones de extrema derecha, casi de revanchismo, que han aflorado en la campaña democristiana. Es sintomático que la mayor pérdida de votos la haya sufrido el partido cristiano social de Baviera (integrado con los democristianos a nivel nacional), cuyo líder, Franz Josef Strauss, es el campeón del derechismo nacionalista. El que los neonazis hayan tenido un aumento de votos no desmiente el evidente temor, y rechazo, que ha manifestado el electorado alemán ante síntomas de un viraje hacia la derecha.

Confirma esta tendencia, importantísima a nivel europeo, el éxito del partido liberal, que casi recupera la posición que tenía en 1980, cuando gobernabaalia do a los socialdemócratas. Apoyándose en su papel de ministro de Exteriores, Hans-Dietrich Genscher centró su campaña en el necesario apoyo de la RFA a una política de distensión en Europa y en el respeto de los derechos humanos, enfrentándose directamente al sector más derechista de los democristianos, y especialmente a Strauss. Los ataques de éste, sin duda, le han beneficiado. El partido liberal adquiere un peso mayor en el seno de la coalición de Gobierno y en el Parlamento. La composición de éste se ha modificado sustancialmente; sin embargo, no parece que permita otra fórmula de gobierno que la actual, salvo si surgiesen rupturas en el partido de Kohl.

El hecho más sensacional de las elecciones es el avance de los verdes. inexistentes en 1980, con 27 diputados en 1983, tienen ahora 42. Sus votos han aumentado en cerca de un 50% desde 1983. Tal avance, que desborda ampliamente las oscilaciones que normalmente afectan a los partidos de una elección a otra, tiene unas calificaciones significativas: ha sido obtenido a pesar de la campaña socialdemócrata que rechazaba la alianza con los verdes y decía que votar a éstos era ayudar a la derecha. Además, y es el rasgo decisivo, el voto verde ha sido en una proporción altísima: el voto de los jóvenes, y de modo especial el de los nuevos electores.

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La indicación global más significativa que han dado las urnas es que entre 1983 y 1986 el electorado alemán se ha inclinado ligeramente hacia la izquierda: gracias al avance de los verdes y a que, grosso modo, el SPD ha conservado su electorado. Esta inclinación no ha sido frenada por el extremismo de los verdes en muchas cuestiones, ni por el fantasma de una revolución verde-socialista ágitado por la derecha, ni por la, renovación del programa del SPD, con posiciones radicales como el cierre de las centrales nucleares y una propuesta de política exterior que se opone a aspectos esenciales de la estrategia atlántica, se pronuncia contra las armas nucleares, reclama la autonomía de Europa y propugna la seguridad mutuamente garantizada.

La formación del nuevo Gobierno puede ser dificultosa porque los tres partidos coligados se presentan ahora en condiciones distintas: algo debilitado, Kohl; el más quebrantado, Strauss, ylos liberales, más fuertes. La continuidad de la política gubernamental no ofrece duda, pero cabe esperar un mayor peso de las tesis curopeístas que Genscher representa.

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