Vencer a Libia, si Alá lo quiere
Un jefe de las fuerzas de elite chadianas relata la estrategia seguida para reconquistar el oasis de Fada
El comandante Idris Dokonimi, de 22 años, es el prototipo del combatiente chadiano, que compensa la abismal inferioridad de su Ejército frente al libio con la resistencia física del hombre del desierto y la fe ciega en que la razón está de su parte. Idris es uno de los jefes de las fuerzas que reconquistaron Fada el 2 de enero, un acontecimiento clave en la larga guerra contra los libios en el desierto, en la que todavía se emplea el camello como medio de transporte. "Ese día, a las cuatro de la madrugada, me desperté y, como siempre, oré a Alá. ¿Miedo? No digo que a veces no sienta ese tipo de sensaciones pero en esos momentos hay que pensar que no se va a morir si Dios no lo quiere".
"La operación comenzó a las 4.45. Hacía un frío terrible, porque en esta época del año, en el desierto, por la noche, se alcanzan temperaturas mínimas de cinco grados", relata Idris. "Habíamos salido el día anterior de Uni Chaluba y viajado en Toyotas por una pista que va hacia el Este. Por la noche acampamos a unos 25 kilómetros de las montañas que forman una barrera alrededor de Fada; es decir, a 70 kilómetros de la capital del Ennedi", explica Idris, uno de los militares más prestigiosos de su país y en torno a.cuyas gestas ciúcúlan ya muchas leyendas en Yamena.El comandante Idris ingresó en el Ejército cuando tenía 13 años. Fue el benjamín y el número uno de su promoción en el curso que en 1984 realizó en la Escuela de Formación Militar Interafricana, en Zaire. El presidente zaireño, Mobutu Sese Seko, fue por ello su padrino en la ceremonia de entrega de su diploma. Actualmente es el jefe adjunto de una unidad de elite y miembro de la seguridad presidencial.
Alto y delgado
Durante el día es fácil distinguir su imponente y delgada figura de casi dos metros de altura entre los numerosos militares que pululan por la base militar de Yamena. Idris suele entonces ir ataviado con su chaich verde (turbante de los nómadas del desierto), y por debajo de su chaleco militar es posible ver asomar un largo e imponente cuchillo, según la usanza tradicional de su gente, los goranes, los hombres del Norte, conocidos por su temple guerrero y despiadado. Al caer la tarde se le puede ver en la terraza del hotel La Chadienne, con un impecable traje europeo."La operación de Fada comenzó con la marcha a pie de parte de los soldados (un movimiento de vehículos más, allá del campamento habría sido detectado inmediatamente po los radar libios), que subieron por las montañas para atacar a los vigilantes libios que, desde lo alto, controlaban la confluencia de, las tres pistas que llevan al oasis y que constituye como un cuello de botella. Los enemi gos fueron cogidos por sorpre sa, cuando todavía dormían, y aniquilados", continúa.
Aniñado e imberbe
La expresión de la cara del comandante es aún aniñada e imberbe; pero cuando sus subordinados le saludan, se cuadran con un gran sentimiento de respeto. Cuando pasea por las calles de Yamena, siempre le sigue, como si fuera su sombra un guardaespaldas.No bebe alcohol ni fuma tabaco, según las prescripciones musulmanas. Es más: no ve con buenos ojos a aquellos combatientes que habitualmente rompen estas normas, y considera directamente como "detestables" a aquellas mujeres que practican públicamente, no importa de qué credo sean, estos vicios. También le disgusta el espectáculo que, según va cayendo la noche, comienzan a dar sus compatriotas femeninas a la caza de militares franceses en la pista de baile de La Chadienne. La música, según afirma, es su única pasión. Durante los largos meses de misión en el Norte no se separa de su walkman. "La vida allí es dura", dice, "pero la música hace que me olvide de todo. Aunque algunas veces, por supuesto, también trae recuerdos...".
"¿Podrías hacerme un favor y guardarme esto en tu bolso?", pregunta con naturalidad mientras pasa por debajo de la mesa a la periodista un pistolón que lleva en la cintura. "Así puedo hablar más cómodamente". El asunto no tiene nada de particular, porque en Yamena es habitual llevar armas, tanto de fuego como blancas, entre la población civil y militar. A veces es posible ver asomar los puñales incluso por debajo de las amplias mangas de los bubus de las mujeres.
"Tras eliminar a los vigilantes avanzamos con los vehículos. Rodeamos el oasis. Los combates se desarrollaron durante 12 horas", recuerda, volviendo al relato de Fada. La lucha fue terrible. Periodistas occidentales que visitaron el lugar afirman que las arenas y el palmeral de Fada siguen sembrados por unos 600 cadáveres libios.
La clave de la reconquista de Fada se halla, además de en el legendario valor y resistencia de los combatientes goranes, en una nueva táctica bélica que opone a la pesadez de los carros de combate libios la facilidad de movimientos de vehículos todo terreno Toyota equipados con moderno armamento anticarro proporcionado por Estados Unidos, según observadores occidentales.
Otras versiones dan cuenta de la importancia que ha tenido en esta operación, y a pesar de las desmentidas de París, la cobertura dada a las fuerzas chadianas por aviones Hércules pilotados por franceses. Pero el comandante Idris es firme: "Si hemos reconquistado Fada es porque así lo quiso Dios".
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