_
_
_
_
Tribuna:TEMAS DE NUESTRA ÉPOCA
Tribuna
Artículos estrictamente de opinión que responden al estilo propio del autor. Estos textos de opinión han de basarse en datos verificados y ser respetuosos con las personas aunque se critiquen sus actos. Todas las tribunas de opinión de personas ajenas a la Redacción de EL PAÍS llevarán, tras la última línea, un pie de autor —por conocido que éste sea— donde se indique el cargo, título, militancia política (en su caso) u ocupación principal, o la que esté o estuvo relacionada con el tema abordado

El futuro de la televisión en España

En un continente con un fuerte mercado monopolístico estatal de lo audiovisual, el nacimiento de canales privados en Italia y Francia, la puesta en cuestión del llamado monopolio asociativo en Holanda y Suiza, las iniciativas privadas de televisión por cable en la República Federal de Alemania, la introducción de anuncios en la televisión belga y la probable desaparición del monopolio estatal en España vaticinan que el área de lo audiovisual en Europa va a sufrir una profunda metamorfosis en un corto espacio de tiempo.Dejando aparte la revolución tecnológica, la desregulación ha supuesto el factor más importante de este cambio de fachada audiovisual. Las fuerzas del mercado han sustituido el apoyo existente y el control de las autoridades públicas. Independientemente de la discriminación que ha existido dentro de Europa en esa carrera de la desregulación o privatización de la televisión, la realidad hoy es que los poderosos grupos financieros europeos, japoneses y norteamericanos se preparan para la batalla. Y aunque la victoria es imposible de predecir en este momento, el conflicto promete ser sangriento.

España, el último de los miembros, junto con Portugal, en ingresar en el club económico europeo, se prepara tímidamente, y muy en retaguardia, para participar en la batalla audiovisual del continente. En nuestro país, el abuso del poder gubernamental es todavía el condicionante de las fuerzas del mercado (entiéndase por ellas las de los empresarios interesados en el sector). La tajante oposición del partido socialista español a Iiberalizar el mercado de la televisión no está basada, curiosamente, en el presupuesto ideológico de no confundir la libertad de expresión con libertad de negocio, sino en algo mucho más pragmático, que consiste en no querer compartir su fuerte dominio sobre el monopolio, que representa una ventana propagandística política de más de 20 millones de telespectadores. Por esta razón, va a resultar muy difícil a los futuros empresarios españoles del sector conseguir alcanzar ese tren en marcha de la televisión sin fronteras, que empieza a tener una fecha tope de realización completa para finales de esta década. Ni el Tratado de Roma ni la subsiguiente práctica de la Comunidad Económica Europea indica que ello sea nada más -¡y no es poco!- que un mercado económico. El conjunto de los 12 países que integran la Comunidad son Estados soberanos a los que difícilmente se les puede imponer nada de tipo puramente político, como ha sido el caso de la experiencia gradual en el campo de la desregulación televisiva, de la coexistencia entre televisión pública y televisión privada.

Lo que sí hace el Mercado Común en estos momentos es preocuparse precisamente por el negocio de la década, la aplicación de nuevas tecnologías electrónicas audiovisuales, la homogeneización de los sistemas, la protección del mercado de la competencia japonesa y estadounidense y de coordinar el impulso de los diferentes países para producir más, mejorar el producto y, en definitiva, vender más a través de una amplitud de la oferta televisiva. Los programas que desde hace unos años viene elaborando la Comisión de las Comunidades Europeas tiene un objetivo que a los Gobiernos europeos, pero sobre todo a los empresarios, no se les escapa, y es el de ampliar el mercado económico y cultural de Europa, al tiempo que la nueva tecnología ayuda a modernizar otras estructuras de la Administración y de los servicios por medio de un mayor acceso a la información, que es la base del progreso en las sociedades del futuro. En España, por esa combinación de Gobierno con fuertes tendencias totalitarias y de empresarios acostumbrados a los privilegios y poco amigos de aventuras, corremos el riesgo de quedarnos de nuevo atrasados en el desarrollo de este sector y, como consecuencia, sufrir la infiltración exterior, que ahora está a punto de no tener que superar barreras legales proteccionistas. Es el mismo ejemplo que estamos viendo desde el 1 de enero de 1986 -cuando pasamos a ser miembros de hecho del club europeo- con las penas que pasan nuestros empresarios del sector agrícola o de otras industrias que tienen que adaptarse a las reglas de juego que les exige la CE. La diferencia, sin embargo, entre las hortalizas y la televisión es que esta última incide a la vez y con fuerte repercusión e influencia en aspectos culturales, políticos y económicos, y no sólo en las puras apetencias alimenticias de los europeos.

Haz que tu opinión importe, no te pierdas nada.
SIGUE LEYENDO

Sería erróneo pensar que los programas de estudio y algunas de las realizaciones en marcha de la Comisión Europea se limitan sólo a promocionar la televisión privada. Tanto el Libro Verde del 14 de junio de 1984, llamado Televisión sin fronteras, como el más reciente, del 12 de mayo de 1986, llamado Programa de acción, para ayudar a la industria audiovisual en Europa (MEDIA), se refieren a la televisión en general, independientemente de su propiedad, aunque, eso sí, dando por sentado que, como diríamos en España, "no se puede poner puertas al campo". En concreto, el interés de la Comisión Europea es ayudar a las televisiones europeas (a todas, repetimos)- a competir con la estadounidense en el campo de la producción, de la distribución y de la financiación de los productos, audiovisuales. Por eso debe imitarnos el hecho de que tanto la España oficial como la privada estén ausentes de este debate. Esa ausencia tiene a veces sucesos concretos, como el ocurrido el 15 de octubre pasado, cuando la Comisión Europea firmó en Bruselas un acuerdo con las televisiones públicas italiana (RAI), holandesa (NOS), irlandesa (RTE), alemana occidental (ARD) y portuguesa (RTP) para su cooperación en el desarrollo de Europa Televisión. Este acuerdo supone la financiación, por parte de la Comunidad, de unos 137 millones de pesetas (un millón de ECU), destinados a la transferencia a Europa Televisión de tecnología referida a transmisiones multilingües, equipos de redacción multinacionales y a la cobertura de información comunitaria. El comisario encargado de los asuntos culturales, Carlo Ripa de Meana, firmante del acuerdo por la Comisión, decía en aquella ocasión: "Este proyecto se sitúa en el marco de la política de la Comisión, con la conformidad del Parlamento Europeo de promocionar una televisión sin fronteras en los países de la Comunidad". ¿Dónde estaban el Gobierno español, la televisión y los eurodiputados españoles cuando se negoció este acuerdo? ¿Es que no interesa al Gobierno español extender nuestra lengua e información a Europa?

LA IMAGEN DIRECTA

Para mediados de este año, el escenario de la televisión en Europa se transformará con la aparición de la primera experiencia de transmisión directa por satélite. La recepción directa por satélite va a revolucionar cuantitativa y cualitativamente el uso de imágenes por parte del telespectador y, aunque por ahora su despliegue es minoritario, lo que sí está claro es que su alto coste obligará a una mayor cooperación internacional en este sector. Pero, independientemente de este avance, en la actualidad están operando en Europa varios satélites de comunicación que transmiten programas a cerca de dos, docenas de estaciones de televisión. En total, unos 90 canales procedentes de satélites estarán disponibles a finales de 1987, una cifra que aumentará hasta los 200 canales para 1992, según la información de la Comisión de las Comunidades Europeas.Esto significa que las audiencias exclusivamente nacionales tienen sus días contados, al igual que la exclusividad de los mercados y canales nacionales. En el terreno audiovisual, como en muchos otros, los desarrollos tecnológicos se toman a risa las fronteras nacionales.

Pero no es sólo el proyecto francoalemán de satélites de radiodifusión directa (TDF/TV-SAT) -dos satélites que deberán ser lanzados en 1987 por el cohete europeo Ariane- lo que, a pesar de sus coste, va a animar el mercado televisivo, sino que las grandes empresas europeas de tecnología electrónica y audiovisual (Phillips, Thomson, Thorn-Emi y Bosch) están decididas a hacer frente al desafío tecnológico de Japón, que amenaza con copar el mercado europeo de televisión. La lucha entre Europa y Japón se centra en los aspectos técnicos: Japón está desarrollando una televisión de 1.125 líneas, y Europa una de 650 líneas (la televisión comercial es de 625 líneas). La dificultad de esta nueva modalidad de televisión radica en que va a necesitar una gran pantalla plana en la que se verán los programas con una nitidez parecida a la de las películas de 35 milímetros. La batalla europea contra Japón en el aspecto tecnológico es comparable a la que las televisiones europeas libran y librarán, conforme crezca la demanda, con la vasta producción y, distribución de los programas de Hollywood. Al estar ya prácticamente consensuados en Europa, tanto a nivel comunitario como del sector privado, asuntos como el de la estandarización de sistemas (PAL-SE-CAM) o la regulación de la publicidad transnacional, o los derechos de autor, los dos obstáculos importantes a salvar son los de la tecnología japonesa y los de la producción norteamericana.

GRUPOS EMPRESARIALES

En un informe titulado El nuevo espacio audiovisual europeo, el Club de Bruselas, que ha congregado a más de 500 representantes de televisiones públicas y privadas en el mundo, menciona a los grupos que están preparados para ejercer el poder televisivo transfronteras en Europa: Berlusconi, de Italia; Bertelesmann, de la República Federal de Alemania; Havas, de Francia; CI-T (Compañía Luxemburguesa de Televisión), de Luxemburgo; Thorn-Emi, del Reino Unido, y Murdoch (el magnate australiano-británico-norteamericano de la comunicación).Otros grupos que tienen entre sus proyectos el audiovisual son los de las casas editoriales Pearson-Longman, Rank y Smith and Sons, en el Reino Unido; Mondadori, en Italia; Ediciones Dupuis, en Bélgica; VNU, en los Países Bajos; Hachette y L'Express, en Francia, y Soringer, en Alemania Occidental.

En el caso de Berlusconi, que acaba de obtener la posibilidad de transmisión en cadena y, por tanto, de emisión directa para sus canales en Italia, el resto de sus inversiones no televisivas (éstas empiezan a abarcar otros países) están en prensa escrita diaria y semanal, además de negocios inmobiliarios. El grupo Bertelsmann, de la RFA, y el CLT, de Luxemburgo. que se asociaron en 1985, representan hoy el primer grupo multimedia del continente, con un canal de televisión asociado con Springer, dos emisoras de radio, una empresa discográfica (RCA-Ariola) y la RTL (Radiotelevisión de Luxemburgo), con una audiencia de 40 millones de personas en radio y 10 millones en televisión, y que alcanza a Bélgica, Francia y Alemania Occidental. El grupo Havas, también con acciones en CLT y negocios editoriales, cinematográficos y de radio, es la primera empresa multimedia en Francia productora en la actualidad del 50% de Tele-Imagen y del 25% del canal privado Canal-Plus. El grupo Thorn-Emi domina el mercado británico de equipos electrónicos y de la industria de vídeos musicales El magnate Rupert Murdoch posee o controla una treintena de periódicos en Australia, dos en el Reino Unido (The Times) y 20 en Estados Unidos. En el terreno audiovisual parte con dos estaciones de televisión en Australia; una cadena de distribución, el Sky Channel, en el Reino Unido; seis estaciones de televisión en Estados Unidos y los estudios de cine Twentieh Century Fox, en Hollywood.

Es interesante repasar estas biografias, a las que evidentemente ninguno de los Gobiernos ha puesto pegas del tipo de las que parecen aflorar en España cuando se habla de que no es conveniente conceder licencias de televisión privada a grupos de comunicación o empresas que ya poseen otros mediosd de comunicación social.

En España, como ha sucedido en Europa, sólo han mostrado interés por contar con canales de televisión privada aquellos empresarios de medios de comunicación que a nivel nacional y regional tienen una experiencia en el sector de la comunicación, única que vale, diga lo que diga el poder político, para poder poner a funcionar una programación televisiva. En esto no deberiamos querer ser también diferentes del resto del mundo. Otra cosa es que en la aportación del capital necesario para levantar empresas tan costosas como ésta pueda y deba haber una participación libre de aquellas industrias especializadas en tecnología electrónica o cinematográfica que lo deseen, o incluso que en los futuros consejos de administración se incluyan representantes del capital más variado que sean admitidos a participar, como sucede con otras sociedades anónimas. Con todo ello se rechaza de plano la doble excusa que suele ponerse en medios oficiales para retrasar la legislación sobre televisiones privadas: exceso de concentración de poder de empresas de comunicación y viabilidad económica de los proyectos. El otro aspecto que obliga a reflexionar cuando menos sobre el porqué de la negativa gubernamental a liberalizar el mercado televisivo en España es el de las cifras de espectadores que ven diariamente los dos canales nacionales de Televisión Española. Frente a un país con un índice de lectura de prensa escrita que no supera los tres millones de lectores diarios., la televisión española arroja un promedio de audición de 24.272.000 personas, según los datos facilitados por RTVE el 8 de octubre pasado y que corresponden al Estudio General de Medios en el período comprendido entre octubre de 1985 y mayo del presente año. Esta, cifra representa el 87,2% de la población mayor de 14 años y supone un promedio diario dedicado a ver televisión de tres horas y 35 minutos por cada español mayor de 14 años. Tanto cualitativa corno cuantitativamente, el monopolio de televisión en manos gubernamentales (que no del Estado, como suele justificarse) significa un poder de control (le prácticamente toda la población activa española difícilmente desdeñable para el, partido que gobierne, como viene sucediendo en España desde el comienzo de la democracia.

LA FINANCIACIÓN

Por último, no es de recibo tampoco que se diga en medios oficiales que preocupa la financiación de la futura televisión privada cuando la utilización del monopolio en el terreno de la comercialización y de la publicidad ha supuesto unos ingresos en 1986 de más de 90.000 millones dé pesetas, de los cuales Televisión Española ha presupuestado 'gastar en 1987 unos 46.000 millones de pesetas. Al monopolio de recepción publicitaria hay que unir en la gestión de los últimos anos del Ente Público RTVE la fijación unilateral y arbitraria de tarifas a los anunciantes. Como dato aclaratorio puede decirse que los ingresos por publicidad en Televisión Española han pasado de 5 1.000 millones de pesetas en 1983 a unos 78.000 millones en el presente ejercicio. Al margen de esto, Televisión Española ha seguido recibiendo ayudas del Estado por distintos conceptos (unos 1.4100 millones en 1985) y de las comunidades. autónomas mediante acuerdos para la apertura de centros regionales. Con estos millones, la sociedad Radiotelevisión Española está Financiando también las otras dos sociedades del ente, Radio Nacional y Radio Cadena, a pesar de que esta última cuenta con publicidact1 propia. En el juego libre de mercado, las futuras televisiones privadas españolas deberán competir por arrebatar con su oferta aquella ración de la tarta publicitaria que ahora acude al monopolio porque no hay otra, pero la competencia tiene que partir de la aceptación de juego limpio en lo que significa el capítulo de tarifas o el reparto de la publicidad institucional.

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo

¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?

Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.

¿Por qué estás viendo esto?

Flecha

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.

Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.

En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.

Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_