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La huelga de los ferroviarios

Lluís Bassets

La huelga de los ferroviarios franceses entró ayer en la pendiente final, después de la asamblea en la que los trabajadores de París-Norte, que habían, encabezado el movimiento, decidieron incorporarse al trabajo. Otros centros, como Toulouse, Hendaya y Pau, abandonaron también la huelga. Según la empresa, el número de huelguistas alcanza sólo a un 15% de los trabajadores móviles.

Manifestaciones contra las huelgas convocadas por la mayoría conservadora y por el extremista Frente Nacional, endurecimiento del conflicto en la compañía de metro y autobuses de París y en todos los transportes públicos de Marsella y tendencia general a regresar al trabajo en el resto de los sectores en conflicto definieron la jornada huelguística de ayer en Francia, que prometía ser tensa y agitada y terminó con la población preocupada por defenderse del frío más que por los problemas sociales.La normalización del trabajo en la empresa de electricidad es también creciente, después de que todos los sindicatos, a excepción de la Confederación General del Trabajo (CGT), de tendencia comunista, firmaran ayer un acuerdo salarial con la empresa, por debajo del techo fijado por el Gobierno. Los cortes de energía siguieron siendo muy importantes ayer, pero ahora debido a las dificultades creadas por la ola de frío, que produjo una avería en una central próxima a Nantes.

La huelga de metro y autobuses de París, en cambio, continuó ayer con mayor intensidad. No hay negociaciones entre los sindicatos y la empresa y no se atisba el fin de un conflicto que dificulta enormemente el desplazamiento de los ciudadanos en momentos en que las temperaturas son inferiores a los diez grados bajo cero. La dureza del conflicto en los servicios públicos se concentra en estos momentos en Marsella, donde todavía están en huelga los trabajadores portuarios, transportes públicos urbanos, electricidad y ferrocarriles.

Las dificultades de transporte están aguzando la inteligencia de los ciudadanos y cambiando hábitos de comportamiento públicos. En estos días se ha creado ya un servicio de ofertas y demandas de auto-stop a través del Minitel, la terminal de ordenador doméstico acoplada al teléfono. No es difícil, por otra parte, ver en toda Francia cómo autoestopistas de toda edad y condición consiguen con una facilidad mayor a la acostumbrada que los automovilistas les acerquen a sus lugares de trabajo o a sus casas.

Reacción ciudadana

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La reacción ciudadana ante las huelgas tuvo ayer también una expresión más política en las manifestaciones celebradas en varias ciudades, encabezadas por diputados y senadores de la mayoría conservadora, y en los enfrentamientos, a veces violentos, que se están produciendo.El primer ministro, Jacques Chirac, después de grandes *dudas en el seno de la mayoría sobre la conveniencia de las convocatorias, manifestó ayer por la mañana que "los huelguistas no tienen el monopolio del derecho de manifestación".

La convocatoria de manifestaciones fue una iniciativa de Jacques Toubon, el secretario general del partido de Chirac, y fue inmediatamente calificada de irresponsable y digna de aprendices de brujo por la izquierda y por los sindicatos.

Unos pocos miles de personas se concentraron en París siguiendo el llamamiento de la mayoría, y apenas unos cientos en el caso del Frente Nacional.

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Sobre la firma

Lluís Bassets
Escribe en EL PAÍS columnas y análisis sobre política, especialmente internacional. Ha escrito, entre otros, ‘El año de la Revolución' (Taurus), sobre las revueltas árabes, ‘La gran vergüenza. Ascenso y caída del mito de Jordi Pujol’ (Península) y un dietario pandémico y confinado con el título de ‘Les ciutats interiors’ (Galaxia Gutemberg).

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