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Editorial:
Editorial
Es responsabilidad del director, y expresa la opinión del diario sobre asuntos de actualidad nacional o internacional

El bullicio de la bolsa

DOS ELEMENTOS, uno internacional y otro nacional, confluyen estos días para poner de nuevo a las bolsas de valores en el punto de atención de los ahorradores. El primero ha sido la espectacular alza del mercado de valores de Wall Street en la última semana. El pasado jueves, el índice Dow Jones, que recoge los principales valores industriales, superó la cota psicológica del 2.000, algo inédito en el mercado más representativo del mundo. En los primeros días de la semana, la bolsa neoyorquina tuvo una espectacular subida de 98 puntos; la subida del jueves representaba una ganancia de 106 puntos, nada menos que un 5% en el índice de valores industriales seleccionados. Los expertos consideraron inmediatamente que el avance fue debido a la entrada en vigor de la nueva ley impositiva que desgrava parcialmente las operaciones bursátiles; pero la subida llevó a superar la barrera de los 2.000 puntos, y este efecto psicológico tenderá a expandirse, por simpatía, hacia el resto de los mercados de valores occidentales.En España, la situación es mucho más modesta, pero no por ello se debe dejar de evaluar el optimismo que existe entre los habituales del parqué. Hoy deja el cargo de síndico presidente de la Bolsa de Madrid -la más representativa de las bolsas españolas, con una cuota de mercado del 80%- Manuel de la Concha, y su sustituto saldrá de unas elecciones directas, La herencia de De la Concha no puede ser mejor: 1986 ha sido un año histórico y excepcional para este mercado, y todo indica que el ejercicio actual podría ser el de la consolidación de una bolsa moderna y dinámica en España.

El índice general superó la cota del 200, lo que significa que, por término medio, quien hubiera invertido 100 unidades a primeros de año habría doblado sus beneficios en el transcurso del ejercicio. Los efectos públicos se incrementaron en un 180%, alcanzando los 280.000 millones de pesetas, mientras que los activos financieros, fundamentalmente pagarés del Tesoro, pasan a negociar 2,6 billones de pesetas. El volumen de emisiones fue de 3,1 billones de pesetas, con un aumento del 86% con respecto al año anterior. Por su lado, la inversión procedente del extranjero se mostró especialmente activa, y el total de las operaciones -compras y ventas- se situó en torno a los 575.000 millones de pesetas, lo que representa más del 30% del total contratado en el ejercicio.

Todas estas cifras indican que la euforia ha vuelto a una institución que muchos consideraban muerta hace unos años y, lo que es más significativo, que algo está cambiando en la psicología profunda de los ahorradores, poco acostumbrados, por años de intervencionismo y de primacía de los valores burocráticos, ala elección del riesgo, al que en este caso acompaña una cobertura razonable de seguridad.

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El reto que tendrá el próximo síndico será el de afrontar la reforma del mercado de valores que prepara la Administración, tendente, por una parte, a una desregularización, y por otra, a ampliar la base de la oferta y demanda de títulos. Se tratará de reformar la presencia de las empresas en lás bolsas, extendiendo el segundo mercado, regulado el pasado mes de abril y con exigua presencia hasta ahora. Pero también de aumentar el capital de las empresas cotizadas, de posibilitar la aceptación de valores extranjeros a cotización y de elevar la movilidad de los valores de renta fija, hoy dependientes casi exclusivamente de motivos fiscales. Asimismo tendrá que poner en marcha y consolidar el mercado continuo, ya que el sistema proyectado por la Bolsa de Madrid tiene un carácter experimental.

Si las bolsas de valores siguen siendo el termómetro que avanza las tendencias de la economía de un país, no cabe duda de que el comportamiento del mercado en España en los últimos meses corrobora la tesis de que se está en los albores de una recuperación. Sin embargo, no conviene olvidar que las bolsas son todavía mercados estrechos a los que sólo accede un pequeño número de ciudadanos.

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