Protesta estudiantil sevillana
Los estudiantes españoles han planteado en las últimas semanas sus problemas con una actitud de mimetismo en relación con las protestas de sus colegas franceses. Días antes de las masivas manifestaciones del miércoles día 17, desde Sevilla, José Luis Villalonga Serrano, licenciado en Geografía e Historia, nos enviaba una carta de queja por considerar que EL PAÍS no ha prestado suficiente atención a los problemas de la universidad de Sevilla. Sus consideraciones, subjetivas, quedan resumidas: "París, una semana de movimiento universitario. Sevilla, tres años de lo mismo. EL PAÍS atiende con sesuda y 'barbuda' nostalgia a la ciudad del Sena. Es probable que 300.000 parisienses tengan más importancia cuantitativa que 10.000 o 20.000 sevillanos, pero es obvio que, como periódico nacional que se pretende en vanguardia de la defensa de las libertades públicas, debería estar cualitativamente sensibilizado a los intentos de la comunidad estudiantil sevillana para liberalizar (de libertad, no de Segurado) y modernizar (de moderno, no de tecnologías Guerra o SDI) su universidad. París está mucho más cerca de sus talleres que Sevilla, lo cual es pena".Los datos objetivos no parecen darle la razón a este licenciado. Hemos comprobado en el servicio de Documentación del periódico la amplia carpeta que contiene los recortes de los últimos años sobre los problemas universitarios de Sevilla. Una muestra de que el diario no se desentiende del conflicto de esta universidad son los datos que aporta al tema Sebastián García, delegado de la edición de EL PAÍS en Andalucía: "Para no extendernos, sólo hemos cuantificado lo publicado durante este año. Éstas son las cifras: 29 veces se ha escrito del asunto en la edición andaluza del periódico, 17 de ellas en el último trimestre, en el que se agudizaron las tensiones; otras ocho en las páginas de la sección de Sociedad, incluido un reportaje que ocupaba una página entera del suplemento Educación del pasado día 9 de diciembre; incluso en las últimas semanas se han publicado en primera página de EL PAÍS varias fotografías de manifestaciones callejeras de los universitarios de Sevilla. Para comprobar estos datos basta repasar la colección del diario. Por lo demás, se puede preguntar a los interesados, esto es, estudiantes, profesores y otros estamentos universitarios, qué noticias de la universidad de Sevilla ha dejado de publicar EL PAÍS".
El Festival de Cine de Londres
En una crónica de Londres firmada por Conxa Rodríguez se reflejaban, el pasado 18 de octubre, las opiniones de Derek Malcolm, director del London Film Festival, que criticaba la infraestructura del cine español y su escasa promoción en la presentación de la 30ª edición del certamen de Londres. Aquel artículo fue replicado en la sección de Cartas al Director por el director general del Instituto de la Cinernatografía, Fernando Méndez-Leite (ver EL PAÍS del 23 de octubre de 1986), y John Hopewell, coordinador delegado por el National Film Theatre de Sol y sombra (ver EL PAÍS del 25 de noviembre de 1986).
Derek Malcolm también nos escribe para puntualizar las citadas declaraciones: "Me asombró leer en EL PAÍS algunas declaraciones atribuidas a mí por Conxa Rodríguez, refiriéndose a mis supuestas opiniones sobre la promoción del cine español en el Reino Unido. La entrevista que me hizo la señorita Rodríguez (hecha, además, sin magnetófono ni libro de apuntes) está llena de inexactitudes muy preocupantes, como, por ejemplo, mi supuesta observación de que las películas españolas 'casi siempre nos venían sin subtítulos'. Quiero constatar que nunca dije tal cosa. Las películas españolas mandadas al Festival de Cine de Londres sí tienen subtítulos. Pero por lo que me resultó especialmente preocupante el reportaje de la señorita Rodríguez es por el hecho de que siempre he tratado, dentro de mis posibilidades y las ofrecidas por las mismas películas, de ayudar al cine español, como atestiguarán mis muchos amigos en España. No quiero sugerir que no es posible mejorar la promoción del cine español. También resulta obvio, en mi opinión, que las cinematografías francesa, italiana y austriaca se encuentran en estos momentos en un punto más interesante de desarrollo. Observar esto, sin embargo, dista mucho de hacer las declaraciones injustas, sin fundamento, atribuidas a mí en el reportaje".
Por su parte, Conxa Rodríguez se reafirma en lo escrito en su crónica y, después de conocer la carta de Malcolm, asegura: "Las declaraciones de Derek Malcolm se produjeron tras una conferencia de prensa, en presencia de otro informador extranjero. Fueron contundentes y repetidas. No las consideré. off the record por el carácter informativo del acto".
Es la segunda vez que el defensor de los lectores se encuentra con problemas sobre la transcripción por parte de Conxa Rodríguez de una entrevista realizada a un británico. La columna del ombudsman reflejaba en marzo la protesta del hispanista Anthony Gooch porque EL PAÍS había publicado un perfil en la última página con datos que no reflejaban la conversación mantenida con la colaboradora de EL PAIS en Londres. Conxa Rodríguez asumió personalmente los errores y reconoció que en aquella ocasión tampoco tomó nota textual ni grabó la charla. Creemos que es una práctica normal del periodista tomar notas, y el Libro de estilo también recomienda: "Es conveniente que el entrevistado revise, a ser posible, la entrevista una vez escrita, con el fin de que dé el visto bueno a la transcripción de sus declaraciones".
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