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La fortaleza del yen inquieta a los japoneses

La revalorización del yen en relación con el dólar estadounidense y las principales divisas europeas ha sido uno de los fenómenos que más han marcado la economía y la sociedad japonesa en el año que finaliza. El mayor valor de la divisa nacional perjudica, por una parte, la exportación de productos japoneses al exterior, vitales para la economía nipona. Pero facilita, en contrapartida, el poder adquisitivo de los 120 millones de consumidores japoneses en todo lo que se refiere a productos importados.

Durante el año que acaba, el yen, la divisa japonesa, se ha revaluado en un 40% en relación con el dólar. Este aumento de precios de los productos japoneses vendidos al exterior no ha afectado, sin embargo, al importante excedente de la balanza comercial japonesa, que cerrará, posiblemente, el año en curso con un superávit del orden de los 86.000 millones de dólares, o el 33% más que el año anterior.Y, sin embargo, muchas pequeñas y medianas industrias japonesas, en general subcontratantes de las grandes firmas multinacionales niponas, ven disminuir sus beneficios y, en algunos casos, deben cerrar sus fábricas. La crisis no es, ni mucho menos, alarmante, en un país cuyo índice de desempleo, ligeramente en alza, no llega al 3% de la población activa.

Pero también para los colosos de la máquina económica japonesa la situación actual de un yen revalorizado afecta la buena marcha de sus negocios. Toyota, principal productor de automóviles japonés, ha visto disminuir ligeramente sus exportaciones y reducir sus beneficios. Y no es el único caso; otras muchas firmas, en varios sectores, están en análoga situación.

Para afrontar ese fenómeno, las empresas y el Gobierno agudizan sus estrategias para que Japón continúe siendo el number one en el escenario económico internacional.

Apertura del mercado

Las primeras, ajustando sus costos, reduciendo en algunos casos, como Toyota, los gastos suntuosos o superfluos y discutiendo conjuntamente, entre directivos y trabajadores, el futuro de las empresas en pro del sostén de la clave del consensus japonés.El Gobierno, dirigido por el primer ministro Yasuhiro Nakasone, adoptó a lo largo del año unas medidas económicas orientadas sobre todo a calmar las críticas de estadounidenses y europeos, que denuncian constantemente la política proteccionista nipona.

Las promesas de Nakasone de "abrir" el mercado, interior japonés a los productos made in USA o made in EC no tienen, al menos todavía, los efectos esperados, como indica el extraordinario superávit comercial japonés, a pesar de la revalorización del yen.

En la práctica, los precios de los productos de consumo en Japón continúan siendo los más altos del mundo para casi todos los componentes de la cesta de la compra.

Una agricultura superprotegida, un sistema impositivo alto y complejo y, sobre todo, unos canales de distribución kafkianos, hacen que los consumidores japoneses deban pagar costos muy altos para su alimentación, incluido un producto básico como el arroz.

Periódicamente, el Gobierno publica listas de productos que van a ver rebajados sus barreras para su comercialización en Japón. Unas veces la batalla son los vinos y alcoholes; otras los frutos -se anuncia la libre entrada de cerezas norteamericanas para 1992-, pero la tendencia al proteccionismo comercial japonés no parece cambiar, a juzgar por opiniones de agregados comerciales de embajadas europeas.

Por otra parte, las medidas destinadas a activar el consumo interior no tendrán efecto real hasta dentro de unos años, según expertos de la OCDE. Todo indica que la sociedad japonesa abordará el comienzo del próximo año con esquemas bastantes análogos al actual, con un yen fuerte que inquieta a los exportadores, pero sin que su fortaleza tenga aún efectos positivos para el consumidor japonés a la hora de comprar, gracias a lo que parece ser la regla de oro de los estrategas políticos y económicos japoneses de ser muy rápidos a la hora de vender al exterior y tremendamente lentos cuando suena el momento de responder a las quejas de americanos y europeos para abrir el mercado interior japonés.

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