El Consejo Consultivo polaco, un foro insólito en el Este
El Consejo Consultivo recientemente constituido en Polonia a instancias del jefe del Estado y del partido comunista, Wojciech Jaruzelski, e integrado por 56 intelectuales, es un foro insólito en un país socialista. Es una peculiaridad polaca sobre todo por el hecho de que el jefe del Estado de un régimen comunista invita a intelectuales, en su gran mayoría no miembros del partido y en algunos casos notorios opositores al régimen, a formar un "consejo de sabios" para intentar restablecer el diálogo entre el Gobierno y la población.
Este Consejo deberá asesorar al jefe del Estado sobre las medidas para crear un amplio consenso social que permita afrontar la gravísima situación económica que sufre el país. Sin una mejoría de los indicadores económicos y, sobre todo, de la productividad, Polonia corre el riesgo de perder el tren del desarrollo, incluso el del aún lento desarrollo de la Comunidad socialista, y quedar expulsada definitivamente del conjunto de los países industrializados.Por parte del régimen, la convocatoria hecha a estos intelectuales, y a muchos otros que se negaron a participar, supone aceptar el hecho de que el Frente Patriótico de Renacimiento Nacional (PRON) -creado tras la imposición de la ley marcial para intentar un consenso entre el partido y la población- ha fracasado en sus objetivos. Por su cercanía al partido, el PRON es considerado un simple instrumento del régimen.
El Consejo Consultivo parte de una posición más favorable, ya que cuenta con destacadas personalidades de gran prestigio entre la población. La presencia de gentes como el abogado y asesor de los sindicatos Solidaridad Wladislaw Siwa-Nowicki, el presidente del Club de la Inteligencia Católica, Andrzej Swiecicki, el historiador Aleksander Gieysztor, y muchos otros, induce a pensar que Jaruzelski tiene un interés real por conocer las propuestas de la inteligencia polaca ante una situación que muchos consideran sin salida.
Actitud de la Iglesia
La Iglesia se ha negado a participar institucionalmente en el Consejo Consultivo, y varios intelectuales, como Stanislaw Storrima y Jerzy Turowicz, tampoco quisieron integrarse, aludiendo a la falta de competencias concretas del Consejo. La Iglesia no es, sin embargo, ajena a la decisión favorable de Siwa-Nowicki y otros.El propio Siwa-Nowicki declaró a EL PAÍS, en su domicilio de Varsovia y pocos días después de la constitución del Consejo: "Representantes de la Iglesia me han dicho que confían plenamente en mí y en que mis posiciones sean justas y conformes con las de la Iglesia. Me aseguraron que si se puede mantener un diálogo auténtico no se debe renunciar a él". Tampoco es absurda la suposición de que algunos de los participantes tienen la misión de servir como contacto entre el jefe del Estado y miembros de la oposición descalificados oficialmente como interlocutores, como es el caso de Lech Walesa.
La decisión de aceptar la oferta de Jaruzelski en el Consejo no ha sido fácil. Como manifestaba un periodista polaco, "es mucho mas fácil negarse que aceptar y jugarse uno todo su prestigio ante la población, en la que algunos sectores consideran que toda cooperación con el régimen es una traición". Jacek Kuron, destacado disidente, ya ha descalificado globalmente al Consejo.
Siwa-Nowicki, durante muchos años el enemigo número uno de las autoridades comunistas, abogado en numerosos juicios políticos contra disidentes en las pasadas tres décadas y asesor personal de Lech Walesa, ha decidido participar por "convicción". "Si se reclama el diálogo, y soy partidario consecuente de ello, no puede uno negarse a priori al diálogo y entendimiento", afirma.
Según Siwa-Nowicki, las autoridades cumplieron en septiembre con la concesión de la amnistía, que era una de las condiciones prioritarias. "Polonia es hoy uno de los insólitos países del mundo en el que no hay presos políticos. La sociedad espera nuevos pasos hacia la democratización y liberalización de la vida".
Para este jurista de 72 años símbolo del coraje de la resistencia civil polaca, "se trata de que las opiniones independientes lleguen al poder, y esto no es siempre fácil. Se trata de que las autoridades oigan la verdad, sin falseamientos". Otros intelectuales invitados por Jaruzelski a inte grarse en el Consejo no compar ten la opinion de Siwa-Novicki, y creen que el jefe del Estado sólo va a utilizar al Consejo para justificar medidas impopulares.
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