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Editorial:
Editorial
Es responsabilidad del director, y expresa la opinión del diario sobre asuntos de actualidad nacional o internacional

Nuevos vientos en Taiwan

LAS ELECCIONES del sábado pasado en Taiwan, con una participación muy alta (véase EL PAÍS de los días 4, 7 y 8 de diciembre), tienen un alcance que desborda el de una simple consulta electoral. Por primera vez desde 1949 un partido de oposición ha logrado agrietar un sistema político basado en el total monopolio del partido oficial, el Kuomintang. El Partido Democrático Progresista (PDP), cuyos candidatos hasta ahora se presentaban como independientes, ha doblado con creces el número de sus escaños en la Cámara legislativa y en la Asamblea Nacional, encargada de elegir al presidente de la República.Ha obtenido el cuarto de los votos, y en la capital, Taibei, ha superado el 30%. Esto ocurre cuando se acercan otros cambios serios e inevitables: el presidente Chiang Ching-kuo, que por la herencia recibida de su padre, el general Chiang Kai-chek, se sigue considerando presidente legítimo de la China continental, y no sólo de Taiwan, con 76 años y enfermo, tiene que preparar su sucesión. Con ese fin ha anunciado medidas liberalizadoras, como el levantamiento de la ley marcial -que rige desde 1949- y la legalización de otros partidos.

Por otra parte, las conversaciones entre representantes de Pekín y Taibei, en mayo de 1986, sobre la devolución de un avión taiwanés han sido la primera ruptura del principio de los tres noes (no a los contactos, no a la negociación, no al compromiso), principio hasta ahora intangible en la actitud del Kuomintang hacia Pekín.

Después del golpe que significó para Taiwan el pleno reconocimiento en 1978 del Gobierno chino de Pekín por EE UU, la propia evolución interior en la isla ha ido vaciando de contenido la pretensión del presidente Chiang y del Kuomintang a ser los gobernantes legítimos de la totalidad de China. En la medida en que un régimen caracterizado durante décadas por una represión muy dura contra los discrepantes ha empezado a conceder parcelas de libertad, han surgido a la superficie nuevos fenómenos políticos, engendrados en el proceso que ha vivido en este período la isla de Taiwan. Ésta se ha convertido en un territorio de gran prosperidad económica, sobre todo en industria ligera y en ciertas ramas de tecnología moderna, y con una capacidad exportadora considerable. Han nacido nuevas clases empresariales y profesionales cuyas aspiraciones políticas poco tienen que ver con las de los viejos dirigentes del Kuomintang que se refugiaron en Taiwan al triunfar la revolución comunista, y las de algunos de sus herederos, obsesionados por un retorno al pasado.

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El papel creciente de hombres de las nuevas generaciones en la vida social y política de Taiwan tiene hasta ahora dos expresiones principales: las tendencias a una reforma tímida y moderada dentro del propio Kuomintang, a las que el presidente Chiang parece sensible, y el surgimiento del Partido Democrático Progresista, que aspira a unos cambios democráticos mucho más profundos y efectivos. Si bien el PDP carece de un programa único y en él coexisten, unidos por la lucha contra el Kuomintang, diversos grupos y orientaciones, Algunos inclinados a pedir la independencia de Taiwan, como Hsu Hsing Liang, emigrado en Estados Unidos, cuyo retorno fue impedido manu militari por las autoridades en una acción violenta en el aeropuerto de Taibei; otros, por ahora mayoritarios, partidarios de la autodeterminación de la isla con diversos matices.

¿Que efecto tendrán estos nuevos vientos que corren por la política de Taiwan sobre el problem de las relaciones con Pekín? El Gobierno comunista ha hecho aperturas serias para facilitar el diálogo, tanto públicas como mediante mensajes discretos a través de gobernantes extranjeros. Recientes textos de historia editados en Pekín reconocen los méritos patrióticos del Kuomintang en la guerra contra Japón. El mayor temor de los comunistas es que en Taiwan avancen las posiciones independentistas, lo cual podría ocurrir en un clima de mayores libertades políticas.

Por ahora, el Kuomintang prohíbe y persigue tanto el separatismo como el comunismo, y sus planes reformadores no introducen cambio alguno en ese aspecto. Un primer paso, tanto por las presiones dentro del Kuomintang como por la influencia del Partido Democrático Progresista, puede ser una ruptura del hielo con el Gobierno de Pekín, el inicio cauteloso de ciertas negociaciones. Las relaciones económicas, a través de Hong Kong y por otras vías, son ya intensas. Con vistas al futuro, la tesis de Deng Xiaoping: un país, dos sistemas, ofrece una flexibilidad grande y admite la continuidad del capitalismo sin plazo definido. Ha sido esencial para el acuerdo sobre Hong Kong, pero todo indica que Taiwan presentará dificultades mayores.

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