Weinberger anuncia la firma de contratos para la SDI con 29 empresas europeas
El secretario de Defensa norteamericano, Caspar Weinberger, se presentó ayer a la Prensa únicamente para anunciar que su Gobierno había otorgado siete contratos, a otros tantos consorcios, de dos millones de dólares cada uno (unos 270 millones de pesetas), para empezar el desarrollo de un escudo para Europa en el marco del programa de Iniciativa de Defensa Estratégica (SDI). En estos contratos, destinados a estudiar en 1987 la arquitectura de una defensa contra los misiles balístícos del campo europeo de operaciones, participan 51 empresas, de las cuales 29 son europeas: alemanas, francesas, italianas, holandesas y británicas. Otra es israelí.
Los estudios están encaminados a afrontar la amenaza de los cohetes de más corto alcance, como los SS-21, SS-22 y SS-23 pero no los SS-20. Paralelamente , la OTAN estudia la posibilidad de mejorar sus defensas aéreas contra misiles tácticos.Para el ministro de Defensa español, Narcís Serra, que ayer asistió a la reunión del Comité de Planes de Defensa de la OTAN, que concluirá hoy en Bruselas, no hay que minusvalorar la cooperación entre empresas europeas y norteamericanas. Ninguna empresa española participa aún en la SDI. "La posición del Gobierno español no es la de impedir esta participación, pero no hay nada definido aún para Impulsar en esa dirección". Serra anunció que "quizá ahora" habrá un nuevo impulso a los trabajos sobre esta materia de la comisión interministerial. "Estamos en ello", afirmó.
Quizá el caramelo de Weinberger estuvo destinado a apaciguar las críticas repetidas ayer a EE UU por sus aliados tras la decisión de Washington de rebasar los límites de armamentos fijados por el tratado SALT II.
La sesión de ayer estuvo dominada por los debates sobre el pos Reikiavik. "Reikiavik ha cambiado la situación", dijo el presidente del Comité Militar, el general alemán Wolfgang Altenburg, e insistió: "Nosotros, los militares, no tenemos la intención de bloquear ningún progreso en el control de armamentos".
La posición española
España compartió la posición general de los aliados de buscar un acuerdo sobre la eliminación de todos los misiles de alcance intermedio -posición que no gusta a los británicos, aunque la aceptan- siempre que incluya restricciones sobre los misiles de más corto alcance. Como dijo Altenburg, "hay que asegurar que el problema no se traslade a un nivel inferior".
Hay un pleno apoyo a la reducción en un 50% de los armamentos estratégicos de la superpotencias, y los europeos insisten en que la SDI debe respetar los límites del tratado ABM sobre limitación de los sistemas antimisiles balísticos. España y otros países prestan también especial importancia, como dijo Serra, a la eliminación de las armas químicas y a la necesidad de reducir el armamento convencional al mínimo nivel posible, siempre que se respeten los equilibrios. De cara al futuro, sin embargo, los aliados parecen aferrarse a la doctrina de la respuesta flexible y a la disuasión nuclear. Reikiavik ha abierto una puerta, y no se sabe lo que hay detrás.
Weinberger, el primer alto mandatario de EE UU que visita Europa tras el Irangate, en una entrevista concedida a una cadena norteamericana de televisión, señaló que los europeos habían comprendido los motivos de Reagan para tratar de mejorar las relaciones con un país estratégicamente importante como Irán. Negó que el presidente norteamericano estuviera debilitado de cara a su política exterior. "Es importante para la OTAN tener una América fuerte", dijo.
Por su parte, en una conferencia de prensa celebrada en la capital belga la noche del miércoles, Alexei Obujov, número dos de la delegación soviética en Ginebra, se mostró sumamente moderado sobre el SALT II -"la decisión norteamericana no induce a un éxito en Ginebra y tendrá un impacto negativo en los esfuerzos para llegar a acuerdos efectivos"- y sobre el efecto del Irangate: "Hemos negociado con EE UU sobre armas estratégicas y nucleares desde 1969. En ese período, por supuesto, EE UU tuvo sus propios asuntos internos de varios tipos; pero mientras, consideramos los problemas de las armas nucleares independientemente de esos asuntos internos, pues pertenecen al mundo en su conjunto". Y por si alguien lo dudaba, añadió: "Nuestra intención es impedir una carrera de armamentos en el espacio".
Narcís Serra, como su homólogo alemán, Manfred Worner, pidió que la URSS no establezca "vínculos artificiales" entre los distintos asuntos que se negocian en Ginebra.
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.