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Jaime de Armiñán: "'Mi general' es una película como todas las de colegios"

El cineasta ultima su filme sobre el reciclaje de mandos militares

Jacinto Antón

El cineasta Jaime de Armiñán prosigue en Gerona el rodaje de su película Mi general. El viernes finalizó, en el casino de l'Aliança del Poble Nou, las sesiones que ha dirigido en Barcelona. La película, en la que intervienen primeras figuras del cine español como Fernando Fernán-Gómez -coguionista, además, con Armiñán-, Fernando Rey y José Luis López Vázquez, se estrenará a finales de marzo próximo. El filme narra en clave de humor las peripecias de un grupo de altos mandos militares españoles que vuelve a la escuela para aprender el uso de la moderna tecnología bélica. "Mi general no es una película política; es una película como todas las de colegios. Hay mucho humor y la gente se lo va a pasar muy bien", dice Arimiñán.

El venerable casino de l'Aliança del Poble Nou aparece como un objetivo tomado. El bar es una confusión de uniformes, bandas, estrellas y medallas. Decenas de militares de alta graduación alternan con sus compañeros de armas o se solazan con cafés y bebidas espiritosas ajenos a la estupefacción que su presencia provoca en el cliente casual del establecimiento.Tierra, mar y aire tienen, sin embargo, rostros muy conocidos. Allí, en la barra, está Fernando Fernán-Gómez, luciendo fajín e insignias de general, en animada discusión con Álvaro de Luna, de comandante. Rafael Alonso observa el ir y venir de tanto personal castrense enfundado en su impecable uniforme de general de aviación.

A una señal todos se ponen en movimiento. Hay un rápido ajuste de guerreras y la tropa abandona el bar de manera más bien anárquica, olvidando correajes y dejando, en su marcha, en el suelo una estela de medallas caídas.

En el teatro, un ejército de técnicos efectúa los preparativos para el rodaje de una magna escena de Mi general con 200 personas entre actores y figurantes: el baile de fin de curso de la primera promoción del primer curso de tecnología espacial del Ejército español. Fernando Rey, elegantísimo en su traje de gala de almirante, está instalado en una mesa, junto a la pista. "Mi papel es el de director de ese cursillo de generales", explica. "Soy como el vigilante de todos ellos, que se transforman en niños al tener que volver a estudiar. Mi personaje no tiene muchas complicaciones psicológicas; para él es una experiencia nueva mandar sobre tantos generales que, además, van rejuveneciendo, hasta comportarse como cadetes". "En cuanto al uniforme... Mira, si la ropa es cómoda siempre te sientes bien, y, al fin y al cabo, uno se ha disfrazado en esta vida de tantas cosas...".

Militares confundidos

Considera Fernando Rey que la historia es muy divertida. "Hacen falta películas así; además, el tema es actual. Leí que en Estados Unidos, con el avance de la tecnología, los militares deben hacer cursillos continuamente para reciclarse, para adaptarse a la nueva mentalidad estratégica". El actor asegura que ha sido muy agradable el reencuentro entre tantos intérpretes, opinión que comparten sus compañeros de rodaje.Alonso -el general Izquierdo- destaca del filme el proceso de transformación que sufren los maduros militares al volver a estudiar, y recuerda alguna anécdota en el hotel de Castelldefells, donde se ha rodado gran parte de la película. "Un teniente coronel de verdad se cuadró ante mí: 'Pensé que era una convención', me dijo". A Fernando Rey, una señora se le acercó cautamente para susurrarle: "Mi almirante, ¿le han dicho alguna vez que se parece usted muchísimo al actor Fernando Rey?".

Abel FoIk, que interpreta a uno de los jóvenes mandos que reeducan a los generales -Juanjo Puigcorbé encarna a otro-, explica que "al principio de la película se crean situaciones muy cómicas; nos es muy difícil mandar a esos oficiales de grado superior e incluso reñirles: 'Cállese, mi general'; a ellos comienza molestándoles la situación, pero después se adaptan incluso demasiado: tiran aviones de papel al profesor, copian, etcétera".

"Esto es como hacer de notario o de lo que sea", opina Álvaro de Luna. "Nos lo pasamos muy bien todos, comentando cosas, recordando vivencias pasadas; la película está muy en la línea de, ese humor ácido de Armiñán, se habla del cambio de postura que se produce según se tenga o no responsabilidad".

En un palco, Jaime de Armiñán imparte instrucciones al general Héctor Alterio y a Mónica Randall para una escena. Al fondo se verá toda la sala, repleta de gente bailando. El ayudante de dirección pide silencio a los figurantes con un megáfono. Una docena de generales ha tomado asiento en el borde del escenario: una imagen insólita.

El director mira por la cámara; pide que quiten un poco de humo, reclama el play back y comienza a sonar un vals; pronuncia la palabra mágica: "Acción", y los generales bailan.

"Esta película no creo que moleste a los militares", explica Armiñán. "No es una película política ni que tenga que ver especialmente con el Ejército español; creo que atañe a cualquier ejército del mundo". "Tiene mucho humor; aquí nunca nos habíamos reído con los militares", prosigue.

"Los generales también son personas, salvo excepciones, y aquí no se trata de esas excepciones; hay momentos muy humanos y una parte de tono poético en el filme". No ha habido ningún tipo de ceñsura ni autocensura, dice el director. "Esencialmente es una película de colegio, y como en todas las de su estilo, aunque no sé por qué siempre es así, los protagonistas son tres", reflexiona Jaime de Armiñán.

Mi general, producción de Fígaro Films subvencionada por el Ministerio de Cultura en un 50%, tiene un presupuesto de 140 millones de pesetas.

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Sobre la firma

Jacinto Antón
Redactor de Cultura, colabora con la Cadena Ser y es autor de dos libros que reúnen sus crónicas. Licenciado en Periodismo por la Autónoma de Barcelona y en Interpretación por el Institut del Teatre, trabajó en el Teatre Lliure. Primer Premio Nacional de Periodismo Cultural, protagonizó la serie de documentales de TVE 'El reportero de la historia'.

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