Marín retira inesperadamente un proyecto de intercambios universitarios en la CE
El comisario español de la Comunidad Europea (CE), Manuel Marín, tomó ayer una decisión inusitada al retirar un proyecto de masivos Intercambios universitarios que los ministros de Educación comunitarios, reunidos ayer en Bruselas, estaban examinando. Marín, entre cuyas competencias figura la educación, justificó su iniciativa porque la discusión que mantenían los doce se alejaba mucho de sus planteamientos iniciales y su resultado sería forzosamente un programa "vaciado de su contenido". "Los ministro", comentó un portavoz comunitario, "se han quedado atónitos".
El secretario de Estado español de Investigación y Universidades, Juan Rojo, también tomó la palabra ante la Prensa para expresar su "extrañeza por lo sucedido". "El programa", recordó, "había sido ya aprobado políticamente por el Consejo europeo de Milán, en el que participaron los jefes de Estado y de Gobierno; técnicamente, por los rectores de 20 prestigiosas universidades europeas reunidos en Lovaina (Bélgica), y económicamente, por los ministros de Hacienda de la Comunidad Europea".Rojo no precisó si el Gobierno de Madrid mantenía su intención de someter el proyecto al próximo Consejo europeo, que se celebrará dentro de una semana en Londres, pero Marín anticipó que en todo caso la comisión europea sí aprovecharía la ocasión para plantearlo a los jefes de Estado y de Gobierno.
Habitualmente este tipo de temas considerado como menor no figura en el orden del día de estas cumbres. Los titulares de Educación interpretaron la decisión del comisario español y la intervención del secretario de Estado como, según un portavoz comunitario, medidas de presión para lograr sin excesivos recortes la aprobación de la propuesta que continuaron debatiendo.
En Madrid, fuentes de la Administración explicaron la decisión de - Marín como un intento de vencer las resistencias de la República Federal de Alemania a ampliar los actuales programas comunitarios de intercambio. Bonn prefiere mantener por algún tiempo más sus importantes programas bilaterales de intercambios.
El programa educacional Erasmus pretendía conseguir que en 1992 el 10% de los estudiantes europeos curse todos o parte de sus estudios superiores en universidades de la CE distintas de las de su país. Ahora, apenas el 1% de los cinco millones de estudiantes está matriculado en centros de enseñanza superior situados en un Estado miembro que no sea el suyo.
Para conseguir este objetivo, el programa presentado preveía fundamentalmente la concesión entre 1987 y 1989 de 40.000 nuevas becas a tiempo parcial, provistas cada una con 280.000 pesetas, y de otras 4.000 completas, dotadas con 700.000 pesetas. La partida presupuestaria para llevar a cabo el programa se elevaba a 24.500 millones de pesetas, de los cuales 14.000 millones iban a ser destinados a esta primera medida.
Red europea
El resto de las propuestas, financiadas con 10.500 millones de pesetas, consistía, en poner en pie una red universitaria europea para agilizar el intercambio de estudiantes, facilitar el reconocimiento mutuo no sólo de los diplomas, sino de los exámenes parciales en cada asignatura, y aplicar medidas complementarias como la concesión de premios Erasmus y estimular los viajes con finalidades docentes de los catedráticos.
Varios ministros, y especialmente los de Francia y Alemania Occidental, que poseen ya un amplio programa bilateral de intercambios, preconizaban aplazar la concesión de becas en año y medio, hasta el verano de 1988, y reducir el presupuesto para las tres medidas de acompañamiento a tan sólo 8.750 millones de pesetas. Junto con España, el resto de los países de la Europa meridional -Italia, Grecia,y Portugal- eran los más acérrimos defensores del programa de Manuel Marín.
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