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Cartas al director
Opinión de un lector sobre una información publicada por el diario o un hecho noticioso. Dirigidas al director del diario y seleccionadas y editadas por el equipo de opinión

Visiones de Carrillo

Los falsos rumores referentes a la muerte del dirigente norcoreano Kim II Sung han dado pie a Santiago Carrillo (EL PAIS, 19 de noviembre de 1986) para informarnos con peculiar ligereza sobre las extraordinarias cualidades del dictador comunista. Kim II Sung lleva 41 años de poder absoluto y ha nombrado sucesor a su hijo, Kim Jong II.Al parecer, quisiera el señor Carrillo valerse de la distancia y de nuestra ignorancia sobre aquella región del mundo para aportarnos tan reconfortante e idílico mensaje.

Tiene ello mucho de aleccionador para conocer la naturaleza de los Estados con que sueñan los comunistas: partido único, liderazgo visionario y hereditario, culto ilimitado a la personalidad, ausencia de democracia y libertad, represión de las religiones y de cualquier expresión cultural no oficial. Todo ello existe en Corea del Norte, cuyas realidades conozco muy de cerca.

La defensa de esa satrapía tiránica la justifica y completa el señor Carrillo con una crítica al régimen de Corea del Sur. Por haber participado en diversas formas de apoyo a los trabajadores, campesinos, estudiantes y otros grupos sociales que luchan por la democracia y la libertad en el Sur, puedo confirmar que nada de ello va orientado al reconocimiento de la tenebrosa dictadura del Norte, bajo la cual es mucho más difícil la resistencia. Basta con recordar lo ocurrido en regímenes similares: Hungría, Checoslovaquia, Polonia, Afganistán.

Claro que en mis viajes por Asia nunca me paseé en cortejos oficiales ni fui objeto de camaraderiles y estatales agasajos. Los que dan por válidos los disciplinados y folclóricos aplausos de las masas y las propagandas sin réplica de vitalicias dictaduras parecen desvelar sus nostalgias totalitarias.

En ciertos textos bastaría con cambiar el nombre de Kim Il Sung por el de Francisco Franco para recordar otras lejanas y fatuas loas. En fin, que ya lo dice el refrán: los extremos se tocan.-

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