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Las ayudas del FMI y del Banco Mundial despejan el futuro económico de Chile

El Gobierno del general Augusto Pinochet logró despejar las perspectivas económicas asegurando estabilidad para los próximos dos años en negociaciones realizadas durante la ultima semana. El miércoles 19 acordó con el Fondo Monetario Internacional (FMI) un programa macroeconómico para los próximos dos años, e inmediatamente pidió a los bancos acreedores 650 millones de dólares, la parte que les corresponde financiar. El resto provendrá de organismos multilaterales, inversión extranjera y endeudamiento de corto plazo.

Un día después, el directorio del Banco Mundial aprobó un crédito por 250 millones de dólares a Chile, pese a la abstención de Estados Unidos.El programa acordado con el FMI prevé un crecimiento de entre 3% y 5% para 1987 y 1988. Proyecta un déficit de la cuenta corriente de 1.000 millones de dólares en 1987 y 900 millones de dólares en 1988. La estimación se basa en un precio del cobre, principal producto de exportación chileno, que se calcula en 64 centavos de dólar por libra en 1987 y de 67 centavos de dólar por libra en 1988. Además, considera que el precio del petróleo alcanzará a 16 dólares por barril y la tasa de interés libo a 6,3% durante el próximo año, para subir a 18 dólares por barril el petróleo y la tasa libo a 6,5% en 1988.

EE UU se abstiene

Tal como ha ocurrido en los tres programas, anteriores que Chile ha firmado con el FMI, el déficit fiscal se reduce, para llegar a un 1,7% en 1987. Al mismo tiempo, la inflación estimada para el próximo año será de entre un 10% y un 15%, lo que es compatible con un crecimiento monetario del 5,9%.La prioridad uno para el Gobierno de Pinochet en materia económica es el pago de los intereses de la deuda externa, asegurando así un flujo de fondos continuo para refinanciar los 20.000 millones de dólares que debe Chile. Los equilibrios externo, fiscal y monetario son los resortes de una política que el FMI y el Departamento del Tesor o de Estados Unidos consideran "ejemplar" y "seria".

Fue por ello que no hubo unanimidad en EEUU para oponerse al crédito del Banco Mundial. Entre un Departamento del Tesoro que no quería castigar a uno de los pocos países suramericanos apegados a sus fórmulas, un Departamento de Estado temeroso de radicalizar el proceso chileno y un Congreso que aspira a sanciones duras, la Administración Reagan optó por la abstención norteamericana en el directorio del organismo multilateral.

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