Españoles en la clausura
Ceremonia de clausura española en el VII Festival de Jazz. Las bandas de Tomás San Miguel y Benavent Amargós con Jorge Pardo cerraron el pasado sábado el potente y arrítmico festival iniciado el 5 de noviembre. Decimotercera jornada, cerrada entre aplausos de los fieles, últimos y devotos supervivientes del maratoniano festival.No es precisamente un elemental sentido del ritmo -para qué hablar de swing- lo que lleva a emplazar la noche española para el turno de despedida. Tras Miles, Marsalis, Rollins, Bowie, Hancock... tras tanto como uno ha podido desear ver en este festival si no exhaustivo sí agotador, llegaba la última noche con un teatro satisfecho en tres cuartas partes de su aforo.
VII Festival de Jazz de Madrid
Tomás San Miguel Band, Joan A. Amargós-Carles Benavent con Jorge Pardo. Teatro Alcalá Palace. Madrid. 22 de noviembre de 1986.
La banda del pianista Tomás San Miguel entró con el sonido de la noche: ese territorio, aún apenas mensurado, en el que dos artes que han nacido paralelos, el Jazz y el flamenco, deben encontrar expresion común. San Miguel contaba con la eficacia de Carlos Carli en la batería. En el mismo flanco estaba Pepe Pereira en el bajo, que maravilló con un Slaping Funky. En medio, el joven Juan Manuel Cañizares, con su guitarra, adentrándose en el camino apenas hollado y del que siempre regresaron.
Aires de pasodoble, escalas españolas, riqueza de sonido y algo parecido a la falta de ten sión. Tomás San Miguel es un muy pulcro pianista, del que es posible aventurar un serio apren dizaje en la obra de Bill Evans, y un compositor y arreglista al que no faltan ideas. Pero en la formu lación de sonido de su banda hay algo cercano a una no bien re suelta voluntad de standard.
El grupo que cerraba la noche y este festival provocaba el encuentro del estado mayor del Jazz-rock catalán con un solista madrileño, Jorge Pardo, que fue recibido por el público con aplausos de singular cordialidad. Ni la banda, ni el encuentro de la noche, nacen con vocación de rendirse a la etiqueta, pero, para situarnos, valga decir que su música se desarrolla dentro de la órbita del jazz-rock, en su específica vertiente catalana.
A las escalas flamencas suceden los aires mediterráneos y la rumba, que consiguió un nuevo récord de desastre en las palmas de la concurrencia. A la versatilidad'de Joan Albert Amargós, en los distintos teclados, se enlazaba la continua lección de uno de los mejores bajistas europeos, Carles Benavent, que deslumbró en el bajo eléctrico y disfrutó con el bajo sintetizado. Jordi Bonell, un elegante guitarrista que siempre tiene cosas que decir, y Salvador Font, el batería inquebrantable, completan el cuarteto inicial al que, en la noche se sumaba Jorge Pardo, cabeza visible del buen jazz madrileño de los últimos años. Jorge estuvo convincente en el saxo, en el que no se prodigó, dedicando la noche a la flauta y a alguna esporádica intervención del sopranino.
Babelia
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