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Doble juego israelí en el caso de la venta de armas norteamericanas a Irán

El primer ministro israelí, Isaac Shamir, respondió a una pregunta de un periodista sobre si el Gobierno estuvo implicado directa o indirectamente en la venta de armas norteamericanas a Irán: "Tradicionalmente Israel no hace públicos los nombres de los países que compran los productos de su industria militar". La declaración de Shamir es cierta, salvo cuando Israel está interesado en dar publicidad sobre el asunto. En el caso de los aviones de combate Kfir destinados a Honduras, por ejemplo. En otros, la censura militar vigila para que nada -o lo menos posible- se riltre al exterior.

La venta de armas a Irán es un asunto tabú. Silencio absoluto. Salvo cuando un ministro israelí, Moisés Arens, por ejemplo, declara en Estados Unidos que Israel proporciona equipo militar al país de Jomeini. Esta revelación fue hecha en 1982. ¿Se trató de una indiscreción o de una fuga de noticias previamente calculada?Mientras tanto, los medios de comunicación norteamericanos, que no están sometidos a la censura israelí, publican multitud de detalles sobre la conexión israelí, y los detalles son reproducidos y comentados en la Prensa israelí. Como en el caso Vanunu (el técnico israelí que reveló la producción de secretos sobre el poderío nuclear de su país), la fuga de noticias de origen israelí llega antes a la Prensa internacional para ser posteriormente reproducidas y ampliamente comentadas en los medios de comunicación israelíes. Es lo que se podría definir el teatro del absurdo.

De esta forma, el diario popular Maariv publicaba el pasado jueves a ocho columnas en la primera página: La Casa Blanca confirma que Israel está implicado en el 'compló iraní'. Tras haber entregado a los traficantes sirios y brasileños una suma de 58 millones de dólares (casi 8.000 millones de pesetas), los dirigentes iraníes se han dirigido -muy apesadumbrados, al parecer- a Israel para obtener piezas de re cambio para sus aviones Phantom de origen norteamericano.

Falsas promesas

El precedente secretario de Estado norteamericano, Alexander Haig, habría cerrado los ojos sobre la venta de armas a Irán. Su sucesor, George Shultz, no estaba de acuerdo y presionó a los dirigentes israelíes para que terminase este tráfico de armas. Es de señalar que en 1984 y 1985 Israel prometió que toda venta de equipo militar a Jomeini había concluido. ¿Falsas promesas? En absoluto. Hubo un cambio: oficialmente, el Gobierno israelí no se mojaba en el asunto.La venta fue efectuada por hombres de negocios israelíes y oficiales en la reserva. Para que no hubiese líos fue Amiram Nir, consejero de Simón Peres, entonces primer ministro, que se supone que se encargó de supervisar la entrega de armas que, embarcadas en el puerto de Haifa, transitaban por Atenas antes de tomar ruta hacia Irán.

La irritación de Shultz es comprensible. Ignoraba el acuerdo dado por su presidente, Ronald Reagan, en Catamini. Fue este acuerdo del presidente norteamericano lo que el abogado de Israel Elsenberg -uno de los cuatro israelíes, entre los que se encuentra el general en la reserva Baram, acusados del tráfico ilegal de armas a Irán - invoca ahora ante el tribunal de Nueva York para pedir la absolución de su cliente.

"Ha sido la empresa israelí Promille la que, con el acuerdo del Ministerio israelí de Defensa y de la Casa Blanca, dio a mi cliente una lista de armas y de piezas de recambio de fabricación norteamericana, israelí y soviética destinadas a Irán", dice Neal Horowitz, abogado de Eisenberg.

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