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Reportaje:

Siete hombres con piedad

Experimento de juicio con jurado en la Audiencia de Palma de Mallorca

ENVIADA ESPECIALUn jurado compuesto por cuatro hombres y tres mujeres, de edades comprendidas entre los 18 y los 41 años, emitió el jueves, en Palma de Mallorca, un veredicto de culpabilidad contra Juan Noguera, un hombre que dio muerte a otro en la isla de Ibiza, y estimó que debía ser condenado a seis años de prisión y a pagar una indemnización de dos millones de pesetas a la familia de la víctima, y que el tribunal debería establecer medidas para garantizar su tratamiento psiquiátrico. El fiscal solicita 10 años de reclusión mayor, por aplicarle la semieximente de enajenación mental, y una indemnización de 10 millones, y la acusación particular, 23 años y 23 millones. La sentencia del tribunal técnico, esto es, de los jueces profesionales, se hará pública posiblemente mañana.

Desde que Ladislao Roig, miembro de la Unión Progresista de Fiscales, y los magistrados Pedro Barceló y Guillermo Vidal, de Jueces para la Democracia, pensaron en la organización de un juicio con jurado, de carácter experimental, en la Audiencia de Palma de Mallorca -en España ya se han celebrado varios-, para contar con una experiencia directa sobre los posibles efectos positivos y negativos de la institución, se ofrecieron voluntarias 49 personas de edades comprendidas entre los 18 -tres estudiantes- y los 79 años -una pensionista-, con una media de edad de menos de 35.El jurado estuvo compuesto por Catalina Francepa, secretaria de un bufete, 41 años; Felipe Jaume, funcionario de Correos, de 38; Elena Ruano, asistente social, de 37; Germán Ventayol, periodista del diario mallorquin Última Hora, 28; Francisca Ferrer, administrativa, 26; Carlos Tur, estudiante de primer curso de Derecho, 19, y Heriberto Navarro, también de primero de Derecho, de 18 años. A todos ellos se les comunicó que deberían elegir un portavoz y guardar secreto sobre sus deliberaciones.

Ninguno de los miembros del jurado encontró diferencias entre lo que se esperaba y lo que resultó ser su labor, según manifestaron después del juicio. Todos se apuntaron por vivir la experiencia y por pensar que podía serles útil en su trabajo posterior, en los casos de los estudiantes de Derecho o de la asistente social. En general, no sabían nada del acusado ni de su vida.

Después de seis horas largas de vista oral, los miembros del jurado se retiraron a deliberar en la biblioteca de la Audiencia, custodiados por la Policía Nacional. Allí, tras la paella y el vino de Ribeiro, todos reconocen que se les pasó por la mente una ráfaga cinematográfica de Doce hombres sin piedad y que pensaron en las dificultades de que un hombre enjuicie a otro. Ninguno había leído libros sobre jurados, pero sí tenían presentes algunas películas, e incluso "que ahora hacen Perry Mason en el canal catalán", como dijo Catalina Francepa.

Acceso al sumario

Los miembros del jurado debían responder a diez preguntas, relativas a la muerte de la víctima -un joven de 23 años llamado Miguel Marí-, al arma con que se le causó y al estado mental del procesado, a tenor de lo expuesto por el forense y los distintos peritos que comparecieron como testigos.Asimismo se introdujo en el cuestionario una pregunta sobre la pena que le impondrían, extremo éste defendido por la Unión Progresista de Fiscales y en el que discrepa Jueces para la Democracia, por entender que la aplicación de la pena corresponde a la sala, al tribunal técnico.

Carlos Tur, uno de los dos estudiantes de primero de Derecho, resaltó su satisfacción por que las conclusiones a que llegó el jurado pudieran estar próximas a la sentencia de la Sala, "ya que nos lo hemos tomado muy en serio", consideró "positiva la participación del pueblo en la administración de la justicia" y opinó que sería deseable que los miembros del jurado pudieran tener acceso al sumario -punto éste en abierta contradicción con la tarea del jurado, basada en el conocimiento de los hechos a través de la vista oral- "En el juicio, sin poder preguntar, te sientes un poco desplazado", dijo. Como posibles problemas de los miembros del jurado señaló la retórica, la grandilocuencia y la teatralidad que pueden poner en práctica las partes para llegar al ánimo de los integrantes de aquél.

"Uno de los problemas con que nos encontramos es la responsabilidad de enjuiciar. La gente puede pensar que la pena que coloques a un procesado es muy blanda, pero no es tan fácil juzgar cuando tienes en tus manos la libertad de un hombre", dijo Heriberto Navarro.

Pese al carácter experimental de la experiencia, los miembros del jurado dieron muestras de haber tomado buena nota de sus obligaciones y deberes. Y así cuando, tras emitir su veredicto y ya fuera de la sala de juicio, el magistrado ponente, Guillermo Vidal, se interesó por las razones que les llevaron a fijar la responsabilidad civil del acusado en dos millones de pesetas, cifra considerablemente menor a la pedida por el fiscal -diez millones- y la acusación particular -23 millones-, un miembro del jurado le hizo notar lo improcedente de su pregunta y se negó a hacer comentarios sobre las deliberaciones. En esta ocasión, dado el carácter experimental de este jurado, sus miembros podrán explicar en una mesa redonda, después de que se conozca la sentencia de la sala, las razones que les llevaron a responder como lo hicieron a cada una de las cuestiones planteadas.

Precisamente el tema de la cifra de indemnización fue el que más debate produjo entre los jurados, alguno de los cuales manifestó haber llegado a un acuerdo al respecto entre muchos paseos, cigarrillos y ribeiro. También la respuesta a una de las preguntas relativa a si la acción del acusado había sido "traicionera, inesperada y sin dar posibilidad alguna de defensa a su víctima". El jurado respondió con un no a esta cuestión y, de haberlo hecho en sentido contrario, hubiera elevado automáticamente la calificación de homicidio a asesinato. "No conocíamos esta precisión técnica pero sabíamos que era una pregunta importante y que agravaba la pena", dijo posteriormente una de las participantes.

Sobre la comprensión del lenguaje utilizado por las partes, los miembros del jurado tuvieron algunas discrepancias, si bien estuvieron de acuerdo en que el más claro fue el representante del ministerio público, Antonio de Vicente-Tutor, fiscal jefe de la Audiencia de Palma, y que se había apreciado un esfuerzo por casi todas las partes para hacer comprensibles sus intervenciones. De hecho, el veredicto del jurado se acercó a las tesis del fiscal, como señaló él mismo: "Jurídicamente, es la misma pena que yo he pedido. Coincidimos en el marco y corresponde a la realidad de los hechos. Me ha parecido una experiencia muy positiva y, como he señalado al principio de mi calificación, hay que agradecer al jurado su colaboración, ejemplo de ciudadanía que nos servirá para saber hasta qué punto sintonizan los tribunales con la sociedad".

Veredicto coherente

Igualmente satisfecho con el veredicto del jurado se mostró el magistrado Guillermo Vidal, que formó parte del tribunal. "Me ha parecido magnífico, elaboradísimo, muy bien estudiado y muy por encima de lo que yo presumía que pudiera decir el jurado. No se han contradicho, han contestado con absoluta coherencia y las penas están muy de acuerdo con lo que voy a proponer como ponente". El presidente de la Sala, Juan Pascual, también calificó el veredicto de "acertado y muy correcto", y señaló que la existencia del jurado alargará la duración de las vistas y hará más lenta la justicia.Para José Luis Calvo, vocal del Consejo General del Poder Judicial, que asistió al juicio como invitado, "si el coste que supone la implantación del jurado es el relativo al tiempo, y éste se alarga en un mes más o menos, pienso que es un precio que se puede pagar. Los problemas que he visto, concretamente en este juicio, son el término medio de edad, que me ha parecido demasiado homogéneo y no representativo de la sociedad, y el que los abogados puedan intentar manipular al jurado mediante una fórmula dialéctica. Muchas de las preguntas que han hecho a los peritos no las hubieran realizado ante un tribunal exclusivamente técnico. Por otra parte, si siempre es necesario que el lenguaje del mundo judicial se aproxime a quien lo recibe, esto se hace mucho más importante cuando el ciudadano interviene en la operación de juzgar".

¿Repetirían la experiencia los miembros del jurado? Germán Ventayol, que fue elegido portavoz del mismo, dijo que "en un jurado en el que la participación fuera voluntaria y el resultado vinculante, me lo pensaría". 'Mil veces ocurriera y mil veces vendría", manifestó, en el otro extremo, Catalina Francepa.

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