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LOS COMICIOS NORTEAMERICANOS

El interés de las elecciones en EE UU se centró la posibilidad de una mayoría demócrata en el Senado

Francisco G. Basterra

Los ciudadanos de Estados Unidos eligieron ayer un nuevo Congreso, el número 100 de su historia, que determinará en gran medida los dos últimos años de la presidencia de Ronald Reagan. La posibilidad de que los demócratas recuperaran el control del Senado, que perdieron en 1980, dejando al presidente con las dos Cámaras en manos de la oposición, fue la gran incógnita de la larga noche electoral. Los resultados no se conocieron hasta las primeras horas de la mañana de hoy, hora peninsular, madrugada en EE UU.

La vulnerabilidad de los republicanos en el Senado, Cámara que hasta ayer dominaban por 53 a 47, era este año mayor porque han tenido que defender 22 de los 34 escaños a reelección.Se esperaba, como es tradicional en estas elecciones a mitad de mandato presidencial, una baja participación electoral (próxima al 40%.). Los ciudadanos han elegido a 34 senadores (un tercio del Senado), a 435 representantes -la totalidad de esta Cámara-, y a 36 gobernadores, así como a miles de cargos estatales y locales.

A última hora de la tarde, se continuaba aún votando en todo el país y los Estados del oeste, que podían ser la clave del resultado en el Senado, no cerraron los colegios electorales hasta las cinco de la madrugada de hoy, hora peninsular española. Los demócratas, que tenían una sustancial mayoría de 253 contra 182 escaños en la Cámara de Representantes, la mantendrán tras las elecciones de ayer. Las primeras previsiones indicaban un avance para los republicanos en las elecciones de gobernadores.

Incertidumbre

Los electores (hay 121 millone registrados) se encaminaron a las urnas, en un día lluvioso en casi todo el país, con una gran incertidumbre sobre el resultado final. Los sondeos daban como posible la victoria de cualquiera de los dos grandes partidos en el Senado. El director político de la Casa Blanca, Mitchell Daniels había afirmado horas antes del voto: "El triunfo de los republicanos es muy difícil. Pero hay que pensar en El Álamo, con Ronald Reagan en el papel de Davy Crockett, aunque esta vez los buenos van a ganar".

Las elecciones, unas de las más apáticas y también sucias de la historia política norteamericana contemporánea, han servido, además de para saber quién controlará el Senado hasta 1988, para conocer si el Partido Republicano, empujado por la tremenda popularidad de Reagan, es capaz de convertirse en el primer partido del país, produciéndose el corrimiento político con que sueñan sus seguidores desde la llegada del actual presidente a la Casa Blanca. El Senado en manos demócratas siapondría una ayuda para la oposición, que ha perdido cuatro de las últimas elecciones presidenciales, en su intento de recuperar la Casa Blanca en 1988. Estas legislativas servirán también para medir el verdadero impacto de Reagan sobre la política norteamericana.

Los nortearnericanos, frente a sus televisores, vivieron una de las noches electorales más largas de los últimos tiempos, siguiendo los mapas en color cambiante de los 10 estados que podían inclinar la balanza en el Senado: en el sur, en el centro agrícola y en el oeste. A las tres de la madrugada (hora peninsular) comenzaron a llegar los resultados de los Estados agrícolas del medio oeste, claves para el balarice final. Pero aún se tenían que cerrar los colegios del oeste, donde la batalla en California, Idaho, Washington y Colorado podía decidir el control del Senado.

En el curso de la velada, se supo que un Kennedy de la tercera generación, Joseph, hijo de Robert, se sentará en la Cámara de Representantes del Congreso, por un distrito de las afueras de Boston (Massachusetts). Un hispano, el alcalde de Tampa, Bob Martínez (demócrata), se perfilaba como probable nuevo gobernador de Florida. La mayor o menor capacidad de controlar la agenda política de los próximos dos años y de situar bien a los candidatos presidenciales depende también del control del Senado.

La pérdida de esta Cámara tampoco sería una catástrofe para el presidente. Ya Eisenhower y Richard Nixon tuvieron que gobernar con minorías en el Senado y no se paralizó la acción presidencial. En caso de una victoria demócrata, que concedería al partido las presidencias de las comisiones legislativas en el Senado, no se esperan cambios ideológicos importantes, ya que estos puestos serían ocupados por demócratas conservadores. Con el control del Senado por la oposición, Reagan, sin embargo, tendría problemas en los nombramientos judiciales, en la definición de las prioridades del gasto público, en la financiación de la guerra de las galaxias, en las negociaciones sobre control de armamentos y en su política hacia Centroamérica.

Tradicionalmente, el partido que ocupa la Casa Blanca sólo ha ganado en el 41% de las elecciones al Senado que no coinciden con la elección presidencial, y sólo un 34% en el sexto año de la presidencia, como es el caso actual. El Great Old Party (GOP), título oficial de los republicanos, ha utilizado a fondo a su arma más poderosa, el presidente, que ha recorrido 20 estados y 38.000 kilómetros en los últimos días, pidiendo que los electores le dejen acabar el trabajo iniciado en 1980, impidiendo la vuelta de los "liberales que destrozaron nuestra economía y la moral del país".

No ha habido un gran tema nacional en estas elecciones, en las que las personalidades locales y la televisión han jugado un papel más importante que nunca. Los noteamericanos se sienten satisfechos de su país y consigo mismos. Sólo uno de cada 10 electores está preocupado por el futuro de una economía que, aunque ha entrado en su cuarto año de expansión ininterrumpida, tiene los lastres de un enorme déficit presupuestario.

Sólo la CBS realizó una cobertura monográfica electoral de más de cinco horas, a partir de las ocho de la noche, hasta que se conocieron los resultados definitivos. Las otras dos grandes cadenas de televisión, la ABC y la NBC, rompieron la tradición y no realizaron una cobertura continua, y se limitaron a interrumpir su programación normal de vez en cuando y a ofrecer un programa más resumido.

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