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LA LIDIA / FESTIVAL EN LA MAESTRANZA

Rafael de Paula torea a la 'verónica'

ENVIADO ESPECIALRafael de Paula -un pincel en su negro traje corto, la chorrera de la camisa floreando contrastes de albura por los vivos, de la chaquetilla- se abrió ayer de capa en La Maestranza y toreó a la verónica. Cuando Rafael de Paula torea a la verónica, no es cualquir cosa: fulgen la estampa gitana y el duende.

En tres tiempos toreó a la verónica Rafael de Paula ayer. Primero, de recibo, en el tercio; luego, en los medios, donde consiguió los lances más cuajados y la media aquella de caera crujía que en un día -hace muchos años - asombró al público de Las Ventas. Finalmente, en el quite.

En el quite, el novillo, de pocas fuerzas, no repetía las embestidas, pero Rafael de Paula sí repetía la belleza del lance. El torero recreaba la verónica, un capotazo de muchos vuelos que iluminaba de fantasía el rubio albero.

Festival taurino a beneficio de la Fundación Tagore

Novillos de TorrestrelIa, encastados. Diego Puerta: oreja. Curro Romero: ovación y también protestas cuando saluda. Paco Camino: vuelta. Rafael de Paula: gran ovación y salida al tercio. Paco Ojeda: oreja. Pepe Luis Vázquez: ovación y salida al tercio. Plaza de La Maestranza de Sevilla, 25 de octubre.

El remate de la media verónica fue de frente, dejando pasar, y reuniendo en la cadera las manos para imprimir un giro suave al percal, en cuyos últimos vaivenes se diluyó la codiciosa acometida del toro.

Restallaron olés, las ovaciones eran encendidas y conmovía el tendido la inquietud que siempre produce el anuncio de los grandes acontecimientos, cuando, en el tercio siguiente, un peón hundió el par de banderillas en el mismo hoyo del pullazo.

Rafael de Paula golpeó la barrera con rabia. Los palos, clavados más de un palmo, hicieron el efecto de la estocada, y el toro entró en fase agónica. Aún no le había porfiado el torero un par de muletazos, cuando dobló y algunos aficionados solidarios tiraron el puro. Cundía la desesperación: por una vez que aparece Rafael de Paula inspirado y con ganas de torear, se le muere el toro.

Gran tarde

Fue, ayer tarde de grardes acontecimientos. La Maestranza rezumaba torería. Todo empezó con Diego Puerta, que recibió a su novillo de rodillas, con la larga cambiada, y lo lanceó valentísimo a la verónica. Siguió con un galleo por chicuelinas que puso al público en pie. Ceñía el capotazo a distancias escalofriantes; lo hurtaba al derrote con tal lentitud que casi parecía una caricia.Aún hizo Diego Puerta un quite por gaoneras, apretadísimo. Estaba lanzado y se recreció en la faena de muleta. Citaba el natural de frente, a mucha distancia; paraba, templaba, mandaba y ligaba los muletazos sin rectificar ni un milímetro, como si hubiera atornillado los pies en la arena.

Hubo un pase de pecho inverosímil que asustó al público; quizá hasta al toro asustó. El toro le acometió vencido, al bulto, y Puerta se dejaba coger; literalmente se dejaba coger. Eso creíamos y hubo un griterío de horror. Mas en el preciso instante en que el derrote iba, a alcanzar su presa, dobló ligeramente la cintura y por ese diminuto hueco pasó el pitón.

Ebrio de torería y triunfo continuó Puerta en redondo y desgranó un surtido de ayudados, molinetes con ambas manos en distintas versiones y pases de pecho, que revolvieron los más ocultos arcanos de la tauromaquia. ¡Ay si Diego Puerta volviera a los ruedos!

Pero no vuelve y deja campo libre para que luzca el remedo de su valor y su quietud. Hay varios ejemplos entre los espadas en activo. Uno de ellos es Paco Ojeda, que hizo ayer gala de su decantada verticalidad y de su personal quietud.

Bien pudo apreciarse que no era lo mismo. El principio de su faena, pasándose por delante al toro en redondos, ayudados y de pecho, sin solución de continuidad, levantó clamores.

Sin embargo, esos clamores se fueron acallando cuando empalmaba circulares sin quitarle la muleta de los ojos al toro -que no es ligar- y cuando convertía en penosa vulgaridad la grandeza del toreo al natural.

No es que careciera de mérito la faena de Paco Ojeda. Es que el toreo va por otros derroteros. Y además en esos derroteros no cuadran los capotazos y las muletazas que utiliza, seguramente fabricadas en los astilleros de Cádiz. Con uno de los capotazos de Paco Ojeda, se harían tres para Curro Romero.

La muleta

El capotillo de Curro Romero también se abrió para interpretar el toreo a la verónica, y lo dibujó con finura tanto a la salida del toro como en el quite. Con la muleta, en cambio, Curro tuvo perdida la finura. La casta del toro le preocupaba, pues se le venía encima, y tras ensayar el natural y el redondo con muchos enganchones y diversos apuros, lo tumbó de un bajonazo. Tres minutos le duró tres.Paco Camino cuajó una faena fiel a su estilo de siempre: abierto el compás, retrasada la pierna contraria, largo el pase. Mantiene la misma profesionalidad que cuando estaba en activo.

Pepe Luis Vázquez toreó con apresuramientos y quizá por ello no le cogía el ritmo a su toro. Cuajó un par de naturales excelentes y otro par de pases de pecho extraordinarios, pero se esperaba más de su calidad y escuela.

Concluido el festival, el público despidió a los matadores co una ovación larga. Se iban julitos, pero no revueltos.

Entre aquella gala de trajes cortos y sombreros de ala ancha, destacaban ayer tarde Rafael d Paula, recreador de la verónica mágica, y Diego Puerta, un monumento viviente al valor y a la torería.

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