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Kadar, un aliado soviético que barrería en las urnas

Hoy se cumplen 30 años del levantamiento húngaro contra la hegemonía de la URSS

HERMANN TERSTCHTreinta años se cumplen hoy del comienzo de la revolución húngara de 1956, la más masiva y violenta de las revueltas contra la hegemonía soviética que jalonan la posguerra en la Europa oriental. El 23 de octubre de aquel año, en Budapest, una concentración estudiantil de solidaridad con el proceso polaco del socialismo nacional que días antes había supuesto el nombramiento de Wladislav Gomulka como jefe del Partido Comunista de Polonia se enfrentó, con la policía política del régimen del filoestalinista Erno Gero y se convertía pronto en una insurrección nacional contra el sistema y la alianza con la URSS.

Obreros, soldados y policías se unieron a los estudiantes. Armados, se enfrentaron a las tropas soviéticas y agentes del régimen. En un principio, el movimiento pareció triunfar y el Kremlin pareció aceptar una retirada de sus tropas. El 4 de noviembre, sin embargo, entraban 12 divisiones acorazadas soviéticas en la capital y, tras varios días de combates, se hacían con el control del país. Los dirigentes del levantamiento fueron ejecutados o deportados a la URSS, y 200.000 húngaros huyeron a Occidente.Janos Kadar que ya era líder partido asumió entonces la jefatura del Gobierno. Él, que había apoyado en un principio al primer ministro Imre Nagy en la creación de una Hungría neutral, era aupado por los tanques soviéticos al poder. Nagy sería ejecutado dos años más tarde. Kadar concentró todos los odios de sus compatriotas sobre sí, fue considerado un traidor por los húngaros, mientras seguía siendo sospechoso para los soviéticos.

Hoy Kadar es el único máximo dirigente en un país socialista que, de haber elecciones generales libres, sería elegido por mayoría absoluta, según opinan muchos de sus compatriotas.

Han pasado 30 años y Hungría es un fiel aliado de la Unión Soviética, que nunca entorpece la política exterior del Kremlin, cumple puntualmente sus obligaciones en el Pacto de Varsovia y mantiene institucionalmente un régimen socialista intacto. Sin embargo, Kadar cumplió las promesas hechas después de la crisis al anunciar que "la tragedia de 1956" sería el punto de arranque para una nueva era en el socialismo húngaro. Hungría cuenta hoy con el régimen más liberal de Europa oriental, una economía privada en auge, posibilidades de viajar a Occidente para sus ciudadanos y una pluralidad de opiniones públicas cada vez mayor.

El escritor disidente Gyrogy Konrad lo explica así: "La esencia del modelo húngaro consiste en que dentro de las condiciones impuestas por la Conferencia de Yalta se ha creado un cierto pluralismo limitado. Cada vez son más plurales la economía y la cultura estatal".

Nerviosismo

No puede decirse que este aniversario que hoy se conmemora sea bienvenido por las autoridades de Budapest. Fechas redondas de crisis pasadas suelen irritarlas. En las redacciones de los diarios de la capital se ha notado cierto nerviosismo según se acercaba la fecha, y algunos escritores no oficiales, que habitualmente no tienen dificultades para publicar, han visto censurados sus artículos relacionados con 1956. Hay quien piensa que es la negación del pasado, practicada por muchos húngaros concentrados en ganar dinero y consumir, el enorme precio que un pueblo, siempre consciente de su historia, ha pagado con esta "superación de lo supuestamente ignoto".

No obstante, y aunque en la Hungría oficial sigue primando la versión que tacha de "contrarrevolución" el levantamiento de 1956, estos días la población húngara está siendo testigo de un esfuerzo de matización por parte del régimen, que ya no cree posible zanjar la cuestión aludiendo a un complot imperialista organizado por la CIA. La televisión está emitiendo una serie sobre el levantamiento, y el órgano oficial del partido contesta desde hace semanas preguntas críticas de los lectores en una sección especial.

El secretario del comité central y responsable de agitación y propaganda, Berecz, ha publicado un libro en el que califica de contrarrevolución los hechos, pero reconoce que la población tenía móviles justificados para enfrentarse al partido, y en los cabarés de Budapest hace tiempo que se alude a "pasados sucesos históricos" con críticas apenas veladas.

Oscurantismo para afrontar un trauma

El oscurantismo, desaparecido por lo demás en Hungría, se mantiene en parte cuando se trata del gran trauma que sufrió este país socialista hace tres decenios.Los archivos oficiales permanecen cerrados en lo que a la contrarrevolución se refiere.

El papel desempeñado entonces por Janos Kadar sigue siendo desconocido. La juventud no sabe quién fue Pal Maleter, el general húngaro que fue a negociar con los soviéticos una solución pacífica del conflicto y, pese a haber recibido garantías, fue apresado y ejecutado.

No obstante, la total ausencia de dramatismo en el debate demuestra que la fórmula utilizada por Janos Kadar para conseguir la reconciliación nacional -"quien no está contra mi está conmigo"-, ha dado, positivos frutos.

Los ciudadanos húngaros conflian en Kadar, que ha demostrado jugar sus, bazas en la alianza con la habilidad para crear espacios de movimientos cada vez más amplios.

El escritor húngaro Gyrogy Konrad dice que "la sabiduría de una nación se muestra sobre todo en su forma de enfrentarse al riesgo".

"Hay que conseguir en la moderación lograr las máximas ventajas con el mínimo de riesgos. La dirección del partido consigue crear un cierto equilibrio entre los deseos de la sociedad húngara y los de la elite soviética", añade Konrad.

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