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El reto sindical a Chirac paro los servicios públicos

Lluís Bassets

La demostración de fuerza realizada ayer en toda Francia por las centrales sindicales de la función pública fue todo un éxito según los convocantes, que consiguieron demostrar con una huelga general su poder de movilización y alertar así al Gobierno sobre los peligros de su política, juzgada como radical, de privatizaciones, limitaciones salariales y disminución del número de puestos de trabajo.

Los efectos de la huelga se notaron de forma desigual. El paro afectó sensiblemente a los transportes, que funcionaron con servicios mínimos que garantizaron un tráfico muy reducido a los centros públicos de enseñanza, cuya paralización fue prácticamente total.La otra cara de este éxito ha sido la demostración de desunión sindical hecha por los convocantes, que no consiguieron ponerse de acuerdo en París, aunque sí en la mayoría de las ciudades de provincia, para la realización de una manifestación unitaria.

Cinco marchas distintas se celebraron por las calles de París y, contribuyeron a paralizar todavía más la lenta circulación de los vehículos privados que salieron en sustitución de los de transporte público. En la misma madrugada de ayer se llegaba a un acuerdo entre sindicatos y patronal sobre los procedimientos de despido, compromiso que no ha sido suscrito por la Central General del Trabajo (CGT), en lo que constituye una demostración más de la falta de acuerdo entre las organizaciones sindicales para enfrentar la política económica del Gobierno.

La CGT, que participó activamente en la huelga ha sido acusada de seguidismo por las otras centrales al sumarse a última hora a una de las convocatorias de huelga más completa de los últimos años y, en cualquier caso, la primera que ha debido enfrentar Jacques Chirac tras las elecciones del 16 de marzo.

La iniciativa de la huelga de ayer partió del sindicato de enseñantes, la Federación de la Educación Nacional, especialmente sensibilizada por la política de empleo del Gobierno de Jacques Chirac, y a ella se unieron posteriormente sindicatos de controladores aéreos, trabajadores ferroviarios, metro y autobús, gas y electricidad, parte de los trabajadores de sanidad y seguridad social, autopistas, transportes marítimos, correos y radio y televisión.

El único sindicato de la función pública que no se adhirió a la huelga de ayer en Francia fue la Confederación General de Cuadros.

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El acuerdo alcanzado ayer entre la CNPF (Confederación Nacional de la Patronal Francesa) y los sindicatos CFDT (Confederación Francesa Democrática del Trabajo) y FO (Fuerza Obrera), comprende, entre otras cosas, la generalización de los contratos de reconversión para trabajadores despedidos, hasta ahora limitados a las grandes empresas. Este acuerdo viene a llenar, a instancias de los sindicatos obreros, el vacío creado por la supresión por parte del Gobierno de la autorización administrativa, antes imprescindible para efectuar despidos por necesidad de reconversión.

Los representantes del sindicato socialista CFDT han juzgado favorablemente el acuerdo, y los de la CGT, de tendencia comunista, se han retirado con el único propósito de oponerse al acuerdo. Las posiciones enfrentadas de estas dos centrales se han expresado con claridad en la concertación con la patronal, a la vez que en la calle se producía la falsa impresión de una huelga unánime contra el Gobierno.

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Sobre la firma

Lluís Bassets
Escribe en EL PAÍS columnas y análisis sobre política, especialmente internacional. Ha escrito, entre otros, ‘El año de la Revolución' (Taurus), sobre las revueltas árabes, ‘La gran vergüenza. Ascenso y caída del mito de Jordi Pujol’ (Península) y un dietario pandémico y confinado con el título de ‘Les ciutats interiors’ (Galaxia Gutemberg).

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